domingo, 14 de marzo de 2010

Atentado, de Amélie Nothomb


Es conocida mi debilidad por los textos autobiográficos de Nothomb (magistrales me parecieron Metafísica de los tubos, 2000, El sabotaje amoroso, 1993, y Estupor y temblores, 1999), no así tanto por los de corte novelesco -aunque sean de carácter introspectivos y reflexivos como ésta que nos ocupa o Cosmética del enemigo, si bien ambos son también libros interesantes-. Atentado es una novela fabulatoria en torno al binomio bella-bestia escrita en 1998. En primer lugar el lector se ve sorprendido por el hecho de que la voz narradora sea masculina -igualmente pasaba en Cosmética-, es como si Nothomb pretendiera desembarazarse radicalmente del tono autobiográfico. Éste es uno de los hándicaps de la novela, en ocasiones nos estamos imaginando a la propia Nothomb plasmando ideas genéricas y brillantes y nos llevamos un chasco cuando comprobamos que el protagonista es un hombre, un hombre muy feo, horroroso, mosntruoso, y así delatamos la "falsedad" del texto. Sin embargo, desde la inusual dedicatoria ("Contra E"), hasta el devenir de los hechos -una alegoría mayestática del amor platónico-, nos hace pensar que estamos ante algo más que un texto de ficción -aunque le pese a Amélie-. Sólo he conocido a un autor capaz de ponerse en el lugar del otro género sin que la cosa chirríe, me refiero a Sandor Márai en La mujer justa o en La herencia de Eszther. El epicentro de la narración es el de la belleza y la fealdad como dos entes encaminados a la separación, el de lo inalcanzable que no por inalcanzable es desechado de nuestras aspiraciones, el de lo grotesco como divertimento (un feo no podrá ser más que amigo de la bella, otra cosa no llega ni a plantearse). También asistimos a una auténtica persecución -que no por consabida y aceptada resulta menos repulsiva- de la hipocresía del ser humano (la belleza está en el interior de las personas), y a la exposición sin escrúpulos de la dificultad existente entre las relaciones humanas, plagadas de equívocos y sobreentendidos absurdos. Roza todo el libro la erudición de Nothomb con múltiples citas culturales (inexacta me parece la comparación de la hermosa actriz con una ¿Virgen de El Bosco?, cuando la pintura de El Bosco se caracteriza sobre todo por figuras deformes y fantásticas, apropiadamante equiparadas con el protagonista; así mucho mejor resulta la comparación de ella con una Virgen de Memling) que dan relieve y peso a una trama de por sí algo ingenua y demasiado simplista. Se agradecen pasajes como: "Me acosté con la Cartuja de Parma, uno de mis libros preferidos", y es que no sé por qué razón en la mayoría de los libros los personajes nunca leen nada, ¡extraña paradoja!. No obstante la inteligencia y el talento de Nothomb aparece casi en cada página, convirtiendo lo que podría ser un librito intrascendente e infantil en una obra a leer entre líneas. Encuentro muchas afinidades con Nothomb, algo me dice que nos llevaríamos bien, al menos ella no se quejaría de mi póster de Jessica Alba -¡y menos del de Zhang Ziyi! Así, ante el estreno de la peli de su amada, El tropismo evanescente de no sé qué, un rollazo experimental aburridísimo dice Epiphane: "A lo largo de mi vida de espectador, me he tragado cantidad de bodrios por ver a una actriz que me gustara. Por malo que sea un guión, si veo a una chica guapa nunca me aburro. Me concentro en la chica, no veo nada más." ¡Que me lo digan a mi que me tragué Transformers dos veces! Por no hablar de la trilogía de los Piratas del Caribe... Ante un viaje - de huida de la realidad- a Japón para participar como jurado en un concurso de belleza -y es que el tipo es tan feo que se convierte en un modelo cotizadísimo y en una celebridad consecuentemente, otra paradoja de la fealdad-: "Tenía la extraña y tenaz convicción de que iba a morir. No "morir un poco", como dice el proverbio; sino morir de verdad." Muchas veces me asalta esa sensación al emprender un viaje, una circunstancia que he terminado por achacar a una muerte metafórica, una muerte del yo anterior al viaje para dar paso a un yo nuevo, rejuvenecido y repleto de nuevas experiencias y sensaciones -¡y de cuadros!-. Son muchas las veces que Nothomb te arranca una sonrisa: "He interrumpido un rato la escritura de este fax para mirar por la ventanilla: no había nada que ver y eso era lo interesante. Lógico: sobrevolamos Polonia. Alfred Jarry, como preámbulo de Ubu, escribió: "La historia se desarrolla en Polonia, es decir, en ninguna parte." Me encantaría vivir en Polonia." Estamos ante la mordaz e irónica postura típicamente nothombiana. La comicidad puede llegar a momentos hilarantes debido al surrealismo de las situaciones: "A las diez de la mañana me he encontrado con los restantes once miembros del jurado (...) he entablado amistad con una joven embajadora europea. Ambos nos preguntábamos cómo nos habían elegido para formar parte de un jurado en el que figuran un dentista peruano, un resaturador togolés y el nuncio del Papa: al parecer los organizadores tienen extraños criterios de selección." Es Atentado una novela divertida con una demasiado elocuente y evidente punto de partida: la belleza nunca podrá amar a la fealdad y viceversa, que, sin embargo, naufraga precisamente en lo simplista de su planteamiento. Por otro lado, el final -vaticinado al comienzo gracias a la lectura por parte del protagonista de una "novela polaca de romanos" y a una escena de la peli de la actriz- es esencialmente sádico y monstruoso, lo cual desmerece del tono peyorativo, grotesco y sensiblero del resto. Sin estar a la altura de sus títulos autobiográficos pienso que no es una pérdida de tiempo entretenerse unas horas con este pequeño libro, el cual depara algún momento para enmarcar, que no es poco. Ahora he empezado Biografía del hambre, y después de 40 páginas puedo adelantar que estamos ante otro gran título autobiográfico de la belga-japonesa. Espero publicar reseña en los próximos días.