martes, 25 de marzo de 2008


Diario de un mal año,

de J.M. Coetzee.

Opiniones y segundo diario:

"De joven nunca me permití dudar de que solamente de un yo desvinculado de la masa y crítico hacia ella podía surgir el auténtico arte. El arte que ha logrado producir, sea cual fuere, de una u otra manera ha expresado esta desvinculación e incluso se ha enorgullecido de ella. Pero ¿qué clase de arte ha sido al final? El arte que no tiene el alma grande, como dirían los rusos, que carece de generosidad, no logra celebrar la vida, carece de amor."

"Si me viera obligado a poner una etiqueta a mi pensamiento político, diría que es un quietismo anarquista pesimista, o un pesimismo quietista anarquista, o un anarquismo pesimista quietista: anarquismo porque la experiencia me dice que lo malo de la política es el mismo poder; quietismo porque tengo mis dudas sobre la voluntad de ponerse a cambiar el mundo, una voluntad infectada por el impulso del poder; y pesimismo porque soy escéptico respecto a que, en lo fundamental, sea posible cambiar las cosas."

"Tengo la impresión de que en mi infancia era nietzscheano sin ser consciente de ello. Estaba convencido de que el aburrimiento endémico entre mis coetáneos era una señal de su naturaleza superior, que expresaba un juicio tácito sobre lo que les aburría, fuera lo que fuese, y que, en consecuencia, lo que les aburría debía ser despreciado porque no satisfacía sus legítimas necesidades humanas."

"La mejor prueba que tenemos de que la vida es buena, por tanto de que después de todo tal vez exista un Dios que se preocupa por nuestro bienestar, es que a cada uno de nosotros, el día que nacemos, le llega la música de Johann Sebastian Bach. Nos llega como un regalo que no nos hemos ganado, inmerecido, gratis."

"Anoche releí el quinto capítulo de la segunda parte de Los hermanos Karamazov, el capítulo en el que Ivan devuelve su boleto de admisión al universo que Dios ha creado, y me eché a llorar de modo incontrolable."

La historia:

"Transcurrió una semana antes de que volviera a verla (en un bloque de pisos bien diseñado como éste, no es fácil seguir la pista de tus vecinos), y solo fugazmente, cuando cruzó la puerta principal enfundada en unos pantalones blancos que resaltaban un trasero casi tan perfecto que podría ser angelical. Dios, concédeme un solo deseo antes de morir, susurré; pero me embargó la vergüenza por la concreción del deseo, y lo retiré."
"Esa joven que no quiere llamarme por mi nombre y me llama señor o tal vez senior... ¿es la que me ha sido asignada para conducirme a mi muerte? De ser así, ¡qué extraño mensajero y qué poco apropiado!"


Crítica de Germán Gullón en el cultural:

http://www.elcultural.es/HTML/20071004/LETRAS/LETRAS21329.asp

Marín Bellón en ABC:

http://www.abc.es/hemeroteca/historico-02-12-2007/abc/Cultura/coetzee-contra-el-mundo_1641445384620.html

viernes, 21 de marzo de 2008


ARTHUR & GEORGE,
de Julian Barnes.


"Guardó los prismáticos en el estuche y desplazó la atención de las figuras monocromas y pétreas a las coloreadas y móviles de su alrededor, del friso esculpido al lienzo vivo. Y en aquel momento le asaltó la compresión de que todo el mundo iba a morir."

Julian Barnes nació en Leicester en 1946. Entre sus novelas destacan Metrolandia, premio Somerset Maughan 1981, El loro de Flaubert, premio Geoffrey Faber Memorial y premio Médicis, o Hablando del asunto, premio Fémina en Francia. Esta novela basada en un hecho real aúna lo filosófico con lo detectivesco, lo biográfico con lo folletinesco, convirtiendo a Arthur Conan Doyle en un investigador que recuerda ineludiblemente al propio Sherlock Holmes y cuyo caso más difícil de resolver es el de su propia vida personal. Diaólogos brillantes y certeros, prosa exquisita y audaz, Barnes teje con maestría las vidas de los dos protagonistas hasta que se entrecruzan para conseguir una doble salvación, la del reo injustamente penado -un inglés de ascendencia india- y la del propio Conan Doyle, aprisionado por los remordimientos. José María Guelbenzu del cultural Babelia lo pone bastante bien:"Julian Barnes -que aquí cuenta no como un narrador literario sino más bien como un cronista, y a veces relata con alguna premiosidad, pero siempre con gracia- nos regala un libro muy bien armado y resuelto que se disfruta con entusiasmo. Es lo que tiene el pertenecer a una tradición novelística tan sólida como la anglosajona." Aquí está su crítica completa: http://www.elpais.com/articulo/semana/maneras/ser/ingles/elpepuculbab/20070203elpbabese_10/Tes

jueves, 20 de marzo de 2008


Intervención Divina,
de Elia Suleyman.

Un Papá Noel huye campo a través de unos jóvenes que le persiguen. Lleva clavado un cuchillo en el pecho y los regalos se le caen de la mochila que cuelga en su espalda. Un vecino recorre la calle con su coche y saluda a todos con la mano a la par que dedica a todos y cada uno de ellos improperios entre dientes. Una crónica de amor y dolor. Suleyman es un palestino que vive en Nazareth. Un balón aparece y desaparece frente a unos ancianos que toman el sol en su terraza. Unos jóvenes matan a palos a una serpiente en un jardín descampado. Un tipo tira cada día su bolsa de basura en el jardín de la vecina. Una hermosa chica cruza el checkpoint entre Ramala y Jerusalén sin que los soldados puedan evitarlo. Papá está enfermo. El hijo le pela el huevo cocido al padre, no cruzan ni una palabra. Jerusalén. Estoy loco porque te quiero y un globo naranja con un dibujo de la cara de Arafat sobrevuela el check point ante la atónita mirada de los soldados israelíes. La pareja se cita en el checkpoint para hacer manitas. Cansado del vacile de quien ha aparacado en doble fila el conductor arranca la matrícula del vecino. Suleyman despega uno de esos papelitos post it amarillos. Una turista pregunta a un policía y éste hace salir a su detenido del furgón para que le indique dónde se encuentra la iglesia del Santo Sepulcro. Los soldados entrenan en el campo y no pueden hacer nada frente a la justiciera palestina que los aniquila. Al leer los créditos -sobre música de la sensual egipcia Natacha Atlas- advierto que el Santa Claus del comienzo es Michel Picoli (St Claus breathing).

Dirección y guión: Elia Suleiman.
Año: 2001.
País: Francia, Palestina.
Duración: 93 min.
Interpretación: Elia Suleiman (E.S.), Manal Khader (Mujer), Naeif Daher (Padre), Emma Boltanski (Turista francesa), Amer Daher (Auni), Jamel Daher (Jamal), Nazira Suleiman (Madre), George Ibrahim (Santa Claus), George Khleifi (Vecino de Jerusalén).
Música: Mirwais y Natacha Atlas.
Fotografía: Marc-André Batigne.

Premio del jurado en Cannes 2002.
Mejor película internacional en los Premios del cine europeo 2002.
No se pudo presentar a los Oscar porque la Academia de Hollywood no reconoció a Palestina como país.