viernes, 29 de enero de 2010

El sobrino de Wittgenstein, de Thomas Bernhard


Wittgenstein Neffe. Traducción de Miguel Sáenz.

Algunos autores dicen que ésta novela de Bernhard podría ser su sexto volumen autobiográfico después de El origen, El sótano, El aliento, El frío, y Un niño, ya que narra su estancia en un pabellón para enfermos pulmonares donde se recupera de la extracción de un tumor en medio del cuello. Pero el verdadero protagonista de la novela es el sobrino del célebre filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein, Paul Wittgenstein, quien se convirtió en la gran amistad de Bernhard. Paul Wittgenstein era un loco pero también era un filósofo, al igual que su tío Ludwig, que era un filósofo y que también era un loco, con la salvedad de que Paul exteriorizó su locura y retrajo su filosofía y Ludwig exteriorizó su filosofía y retrajo su locura, por así decirlo. Bernhard se encontraba en el hospital de Steinhoff, en el pabellón Hermann, donde se curaban los enfermos del pulmón, y muy cerca estaba el pabellón Ludwig, donde verdaderamente se curaban o empeoraban al máximo los enfermos mentales, y la providencia hizo que él ocupara el pabellón Hermann justo cuando su amigo Paul ocupaba el pabellón Ludwig. Y resultaba muy casual que el pabellón de enfermos mentales Ludwig se llamara igual que el tío de Paul. Las grandes inquietudes de Paul Wittgenstein eran la música -de la que sabía más que nadie-, y las carreras de coches -lo cual resultaba absolutamente inapropiado para una mente privilegiada como la suya. Así, Paul Wittgenstein y Thomas Bernhard podían hablar durante horas de la sinfonía Haffner de Mozart así como podían no hablar durante horas de nada, y de hecho nunca hablaron del tío filósofo de Paul ni de su Tractatus logicus, lógicamente. Fue Paul Wittgenstein su único amigo que le acompañó a la recogida del premio Grillparzer, cuando los dos sabían que los premios aniquilaban a las personas y que la simple aceptación de un premio aniquilaba a la persona en sí. Y fue en esa ceremonia donde nadie reconoció a Bernhard, y éste junto a su amigo Paul Wittgenstein y el gran amor de Bernhard se sentaron en medio de una fila, y así luego el director de la ceremonia tuvo que ir hasta el centro de la fila levantando a todos los asistentes hasta que al final le dijo a Bernhard que debía estar más adelante, junto a la ministra, y al final Bernhard simplemente aceptó cuando en realidad nunca debía haber aceptado porque las formas y la situación así lo demandaban. O también cuando Thomas Bernhard recogió el premio nacional de literatura en Austria y cómo después del breve pero intenso discurso de Bernhard en el que dijo que todos moriríamos indefectiblemente y ante la atónita mirada del ministro que levantó el puño y comenzó a injuriar a Bernhard así como todos los asistentes que siguieron al ministro abandonando el lugar, y cómo al final se quedó solo Bernhard con su amigo Paul y su amor de toda la vida. Estas dos anécdotas acerca de recogidas de premios deben figurar en su nueva publicación en España Los premios, lo que no sé si en versiones nuevas o extractadas de este libro y creo recordar que también en Maestros antiguos aparece alguna de estas anécdotas, y donde me parece que también se relata, como en esta novela, el episodio en el que Bernhard y sus amigos recorren media Austria e incluso llegan hasta Suiza buscando un periódico de Zurich donde debía venir una crítica de la ópera Zaida de Mozart, y cómo al final no encuentran ese periódico ni por supuesto esa crítica, después efectivamente de recorrer cientos y cientos de kilómetros tras ese periódico y tras esa crítica a esa representación de la ópera Zaida de Mozart. En definitiva otra gran obra de Bernhard, en la que se muestra absolutamente certero y puntilloso, totalmente en desacuerdo con el mundo, la naturaleza, la cordura, y en favor de la ciudad, es decir, de la gran ciudad por así llamarla, y de la música, y de su amistad con Paul Wittgenstein, al cual, por cierto, terminaría evitando como un cobarde por neto instinto de supervivencia, cosa que Bernhard jamás se perdonaría.

domingo, 24 de enero de 2010

El malogrado, de Thomas Bernhard.


Der Untergeher. Traducción de Miguel Sáenz.

El proceso de relectura es una experiencia realmente estimulante y sorprendente. En este caso mi reencuentro con El malogrado de Thomas Bernhard no ha podido ser más afortunado e inspirador. La historia de 3 alumnos de Horowitz en el Mozarteum de Salzburgo, el narrador, Wertheimer (el malogrado) y el mismísimo Glenn Gould. Hay que decir que Bernhard parte de un Glenn Gould medio imaginario, pues Gould no recibió lecciones de Horowitz. Tampoco Bernhard utiliza algunos efectos biográficos de Gould que hubieran sido muy literarios, como bien apunta en el prólogo el traductor "oficial" al español de Bernhard, Miguel Sáenz ("la absurda silla de cocina que Gould utilizaba, su auténtico horror al contacto físico"). A través de su estilo convergente, repetitivo, prismático, reflexivo, Bernhard traza una auténtica radiografía de la relación entre los tres pianistas y sus al menos dos dramáticos finales (la muerte por extraña enfermedad de Gould, el suicidio de Wertheimer). Si bien el narrador pudo sobrevivir a las clases compartidas con Gould no fue así para Wertheimer quien sucumbió ante la gran genialidad de Gould, suicidándose finalmente frente a la casa de su hermana en una población suiza. A Wertheimer se le fueron torciendo las cosas, por un lado recibió una gran herencia multimillonaria, lo mismo para el narrador, quienes nunca necesitaron el dinero y poseyeron grandes propiedades en Suiza y en Viena, tanto el narrador como Wertheimer, luego Wertheimer fue abandonado por su hermana y finalmente Gould moría antes que él. Así, mientras el narrador regalaba su carísimo piano Steinway a la hija de un maestro, Wertheimer apenas pudo vender su Bösendorfer, en un momento en el que su arte pianístico ya no existía como pudo el narrador constatar en una visita a su casa en el campo en Traich, pues para entonces Wertheimer ya sólo aporreaba el piano, así fue desde que Gould murió pues la muerte de Gould absolutamente repentina (mientras interpretaba a Bach sobre el piano) dejó totalmente huérfano a Wertheimer quien ya no veía a Gould a pesar de que invitara a Traich al norteamericanocanadiense como así le llamaban. Y al poco de morir Gould Wertheimer tuvo que suicidarse, y tuvo que hacerlo frente a la casa de su hermana quien se había casado -inesperadamente con más de cuarenta años- con un empresario suizo multimillonario dejando absolutamente solo a Wertheimer quien no tuvo ya a su hermana para poder agarrarse a la vida. El narrador asiste al funeral de Wertheimer en Chur y después pasará por el mesón cuya patrona mantenía alguna relación con Wertheimer, Wertheimer que odiaba a todos y que siempre se había creído más cercano del distrito obrero que del distrito de los ricos en Viena, y así se paseaba por el distrito de los pobres en Viena disfrazado de pobre, por así decirlo, para regresar luego tras largas caminatas a su casa sin tener contacto en absoluto con nadie, así era Wetheimer quien no pudo superar la primera vez en que vio a Gould tocar en las clases con Horowitz. Ya desde el primer momento Wertheimer se dio cuenta de que Gould era un genio, y de que era el que mejor tocaba de todos los alumnos, incluso Wertheimer, y el propio narrador llegaron a pensar en aquellos primeros tiempos que nadie podía tocar las variaciones Goldberg como Gould, incluso llegaron a pensar que Gould tocaba mejor que el propio Horowitz, y que fue Gould quien determinó la genialidad de Horowitz así como Horowitz fue quien determinó la genialidad de Gould. Pero Wertheimer se colgó de un árbol, y cuando el narrador recibió la noticia de la muerte de Wertheimer en ningún momento pensó que Wertheimer se habría suicidado cuando era lo más lógico pensar, sin duda, que Wertheimer se habría suicidado. Y el narrador vivía tranquilamente en Madrid, la ciudad más maravillosa de todas, según sus palabras, y por fin había escapado de Viena, y de Austria, ese horrible país, presa del socialismo más corrupto, y había podido huir de los mesones austríacos, tan asquerosos en su inmundicia, más o menos así se expresa el narrador en El malogrado, de Thomas Bernhard. Y no es la historia de Glenn Gould, es un Glenn Gould casi sólo esbozado, con tintes realistas y tintes ficticios, sino que es la historia de la genialidad como destructora del ser humano, porque el propio Gould dejó de ser un ser humano para pasar a ser un pianista o un artista del piano como les gustaba a ellos denominarse, ciertamente detestaban el término pianista. Cuando Miguel Sáenz escribió a Thomas Bernhard para preguntarle por la traducción del título de El malogrado (Der Untergher, más o menos "el que se hunde") simplemente Thomas Bernhard no le contestó, y a lo mejor Bernhard vivía en Madrid en esos instantes, la única ciudad posible ya para él, lejos en cualquier caso de Austria, y por supuesto de Viena y Salzburgo, dos ciudades que ya nada tenían que ver con su pasado como dice el narrador en Der Untergeher. Thomas Bernhard cursó estudios de música, cantó en un coro hasta que le cambió la voz, y de alguna manera el narrador y el propio Bernhard le adjudican a Gould una enfermedad pulmonar que en ningún caso padeció Gould, aunque Glenn Gould murió de una extraña enfermedad y más tarde le fue diagnosticado el síndrome de Asperger. Y es que tanto el narrador como Wertheimer eran grandes virtuosos y podrían haber sido grandes concertistas de piano en el mundo entero pero eso no les interesaba porque a ellos sólo les interesaba ser el mejor y el mejor era simplemente Glenn Gould, con lo cual sus vidas digamos artísticas ya no tenían ningún sentido, así como el resto de su existencia consecuentemente. Y la idea de Gould de aislarse en una casa de campo y dejar de dar conciertos pudo provenir del propio Wertheimer que se había aislado en su casa de campo de Traich, de modo que Wertheimer influía sin saberlo en Gould mientras que Gould exterminaba a Wertheimer sin saberlo también como una vez le reconoció al narrador quien le dijo que él, Gould, había exterminado a Wertheimer con su arte mientras que Gould le respondió que no creía que eso fuera así, cuando ambos quizás estaban seguros de que era totalmente así, es decir, que el arte de Gould había exterminado a Wertheimer por completo y aún sin reconocerlo abiertamente había exterminado también el arte del narrador que tuvo que regalar su piano Steinway a la hija de un maestro que rápidamente destruyó el Steinway, cosa que el narrador consideró era la mejor forma de acabar con el Steinway. Cuando el narrador habla de su libro Sobre Glenn Gould todos pensamos que el narrador es Thomas Bernhard pero a veces pensamos que Bernhard es Wertheimer por toda esa historia de la residencia de caza y de la educación con su abuelo, y es el escrito que prepara el narrador Sobre Glenn Gould quien nos convence o al menos nos da la pista de la autenticidad de lo que estamos leyendo porque podría ser en algún momento que El malogrado fuera esa obra sobre Glenn Gould que el narrador dice estar escribiendo durante 14 años dice, pero que no pudo empezar a escribir realmente hasta que no vendió el Steinway, cuando se dio cuenta, por así decirlo de que su arte se había evaporado para siempre. Y el porqué el narrador decide ir a Traich después del funeral de Wertheimer, un funeral que sólo duró veinte minutos y al que sólo asistieron él mismo y su hermana con su marido, además del cura, y que fue a las cinco de la mañana para que pasara totalmente desapercibido, eso no lo sabía con exactitud el narrador, el porqué ir a Traich en lugar de seguir directamente hasta Viena y luego hasta Madrid, es decir, sin pasar por Traich, donde hablaría con la posadera y más tarde incluso en el pabellón de caza con Franz el guarda que le contó algunas cosas de Wertheimer, de su relación con su hermana, y de sus últimos días pasados allí en los cuales Wertheimer invitó a unos amigos músicos y que le destrozaron la casa, y también le contó más cosas, sobre todo acerca del nuevo piano que había comprado Wertheimer, que era de muy mala calidad y estaba totalmente desafinado, y finalmente allí mismo el narrador podría conjeturar qué fue lo último que decidió a Wertheimer a suicidarse, porque el camino emprendido en las ciencias espirtuales por Wertheimer así como el camino emprendido por el narrador en las ciencias filosóficas no les había salvado en absoluto al menos a Wertheimer que había terminado suicidándose a pesar de que fuera Wertheimer quien advirtiera al narrador de su debilidad, y cómo ninguno de los dos sabía que eran esas ciencias espirituales y esas ciencias filosóficas, es decir, el narrador desconocía qué eran esas ciencias filosóficas a las cuales se iba a dedicar después de fracasar totalmente como artista del piano, sobre todo después de escuchar a Glenn Gould en el Mozarteum y tampoco Wertheimer sabía bien qué eran esas ciencias espirituales a las cuales se dedicaría después de ser tachado por el propio Gould de Malogrado, un término que él desconocía en el momento de oírlo pero que pronto admitió ser el término más exacto para definirle, y por eso puede que Wertheimer destruyera todos los papeles escritos en el pabellón de caza de Traich y así el narrador no pudo nunca encontrar esos escritos sobre ciencias espirituales a los que Wertheimer había dedicado finalmente toda su vida. El malogrado es una de las últimas novelas de Bernhard, escrita en 1983, tras Hormigón y el sobrino de Wittgenstein de 1982, y antes de sus obras maestras Tala (1984), Maestros antiguos (1985) y la última e increíblemente perfecta Extinción (1986).

domingo, 3 de enero de 2010

PREMIOS KOVALSKI. RESULTADOS 1ª Edición. 2009.

GRAN KOVALSKI DE ORO:
MICROCOSMOS, de CLAUDIO MAGRIS

Kovalski de plata:
Cementerio de las naranjas amargas, de Josef Winkler
Kovalski de bronce:
El enigma de la luz, de Cees Nooteboom




Resto de categorías:

Mejor libro de arte:

El Bosco y la tradición pictórica de los fantástico. VVAA

Mejor título: ex-aequo
Cementerio de las naranjas amargas, de Josef Winkler
La vida y la muerte me están desgastando, de Mo Yan

Mejor relato autobiográfico:

Dos ciudades, de Adam Zagajewski

Mejor libro de relatos:

60 relatos, de Dino Buzzati

Mejor relato corto:

Watten, de Thomas Bernhard

Mejor libro de ensayo:

En defensa del fervor, de Adam Zagajewski

Mejor trama liosa:

La calle de las tiendas oscuras, de Patrick Modiano

Mejor traducción:

Miguel Sáenz, por Cementerio de las naranjas amargas

Mejor libro de cine:

Víctor Erice. El poeta pictórico, de Rafael de Cerrato.

Mejor novela histórica:

El hospital de la transfiguración, de Stanislaw Lem

Mejor novela de ciencia ficción:

Solaris, de Stanislaw Lem

Mejor Relectura:

Austerlitz, de Sebald

Kovalski en castellano:

Exploradores del abismo, de Vila Matas

Mejor novela corta:

Metafísica de los tubos, de Amelie Nothomb

Autor revelación:

Adam Zagajewski

Mejor narrador:

Josef Winkler, por Cementerio de las naranjas amargas

Premios especiales:

Premio Mago de las palabras:

Ray Bradbury por El vino del estío

Premio especial a la mejor frase:
"Lo consigno pues en mi diario con letra de imprenta: EL SAPO HA DESAPARECIDO",
de Javier Tomeo en El canto de las tortugas

Premio Especial "Estoy como una regadera":

Cementerio de las naranjas amargas, de Josef Winkler
Con Menciones especiales a: El diluvio, de Le Clézio y El canto de las tortugas, de Javier Tomeo

sábado, 2 de enero de 2010

Premios Kovalski de Literatura. 1ª edición. 2009

Estimados lectores, bienvenidos a la presentación de la primera edición de los Premios Kovalski de Literatura.
Espero que esta iniciativa sea del agrado de alguien.

Bases del concurso:
1. concurren a estos premios todos aquellos títulos leídos por este humilde blogger en el año recién finalizado, en este caso 2009.
2. los premios están asignados según diferentes categorías que van desde las más típicas (mejor libro, mejor autor, mejor traducción,...) hasta las más variopintas que se le ocurran al organizador del concurso (mejor trama liosa, mejor novela psicótica,...).
3. los premios no podrán ser rechazados y éstos consistirán simplemente en la mención que de ellos se hacen en el blog.
4. como quiera que los libros que consursan no obedecen necesariamente al año de publicación de los mismos no es de extrañar que entre ellos se encuentren libros de hace veinte, treinta o quinientos años, es más, habrá mayoría de títulos no publicados en el año del concurso, si a alguien no le gusta esta circunstancia tendrá que aguantarse.
5. si bien estos premios aún no gozan del prestigio de un Nobel o un Pullitzer no es descabellado pensar que en un futuro no muy lejano se erijan como una referencia importantísima entre los autores que aspiran a pasar a ser inmortales en el olimpo de la literatura, por lo que este primer año tiene una gran significación y es lógico que el fallo se espere con la mayor de las expectativas.
6. en principio los géneros que compiten son los de novela, biografía, arte y ensayo, no renunciando en ningún caso a la apertura en sucesivas ediciones de otros géneros aún no cultivados por este ignorante lector como puedan ser la poesía o el teatro.

Nota: los marcados con R corresponden a títulos sometidos a relectura, estos libros pueden optar a los premios generales, únicamente al premio Mejor Relectura.

Nominaciones 2009 (por orden de lectura, más o menos).

1. La insoportable levedad del ser. Milan Kundera. (R)
2. Suicidios ejemplares. Enrique Vila Matas.
3. Mi siglo. Günter Grass.
4. El Bosco y la tradición pictórica de los fantástico. VVAA.
5. Hopper. Ivo Kranzfelder.
6. Nieve. Orhan Pamuk.
7. En una noche oscura salí de m casa sosegada. Peter Handke.
8. Una semana de lluvia. Francisco García Pavón. (R)
9. Baile y sueño. Javier Marías.
10. Pequeñas memorias. José Saramago.
11. Goya. Robert Hughes.
12. Ardiente secreto. Stefan Zweig.
13. Una noche sin luna. Dai Sijie.
14. La impaciencia del corazón. Stefan Zweig.
15. Carta de una desconocida. Stefan Zweig.
16. Desgracia. Coetzee.
17. Onitsha. JMG Le Clézio.
18. Desierto. JMG Le Clézio.
19. Suite francesa. Irene Nemirovsky.
20. El maestro de almas. Irene Nemirovsky.
21. Quieres ser millonario. Vikas Swarup.
22. Frente al espejo de una mujer. Ismail Kadaré.
23. Cortejo nupcial en la nieve. Ismail Kadaré.
24. La música del hambre. JMG Le CLézio.
25. Vida, representación y muerte de Lul Mazreku. Ismail Kadaré.
26. El lector. Bernhard Schlink.
27. El hospital de la transfiguración. Stanislaw Lem.
28. El castillo de arena. Iris Murdoch.
29. Solaris. Stanislaw Lem.
30. Amras. Thomas Bernhard.
31. Relatos. Thomas Bernhard.
32. 60 relatos. Dino Buzzati.
33. Tierras lejanas. Coetzee.
34. Austerlitz. Sebald. (R)
35. La soledad de los números primos. Paolo Giordano.
36. Borges. Caneiro.
37. Seda. Baricco.
38. Un hombre en la oscuridad. Paul Auster.
39. Microcosmos. Claudio Magris.
40. Morandi. K. Wilkin.
41. La corrupción de un ángel. Yukio Mishima.
42. Las benévolas. Jonathan Littell.
43. La metafísica de los tubos. Amelie Nothomb.
44. Sabotaje amoroso. Amelie Nothomb.
45. Primera nieve. Kawabata.
46. Lo bello y lo triste. Kawabata.
47. Un encuentro. Milan Kundera.
48. Lo seco y lo húmedo. Jonathan Littell.
49. El color prohibido. Yukio Mishima.
50. La náusea. JP Sartre.(R)
51. Está usted de broma, señor Feynmann. Feynmann.
52. En el café de la juventud perdida. Patrick Modiano.
53. Dora Bruder. Patrick Modiano.
54. Exploradores del abismo. Enrique Vila Matas.
55. Historia del cine europeo: de Lumiere a Lars Von Trier. Caparrós Lera.
56. Los rebeldes. Sandor Márai.
57. La calle de las tiendas oscuras. Patrick Modiano.
58. Nouvelle vague. Entrevistas.
59. Cementerio de las naranjas amargas. Josef Winkler.
60. Un pedigrí. Patrick Modiano.
61. Víctor Erice. El poeta pictórico. Rafael de Cerrato.
62. Reducción de condena. Patrick Modiano.
63. La historia comienza. Amos Oz.
64. El mal de Montano. Enrique Vila Matas.
65. El diluvio. Vila Matas.
66. Dos ciudades. Adam Zagajewski.
67. En defensa del fervor. Adam Zagajewski.
68. La embriaguez de la metamorfosis. Stefan Zweig.
69. Hitchcock. JL Castro.
70. Doméstica del enemigo. Amelie Nothomb.
71. Mujer silenciosa. Monica Zgustova.
72. Noche fantástica. Stefan Zweig.
73. Picasso. D´ors.
74. Batterbly el escribiente. Hermann Melville.
75. Historia del cine español. Roman Gubern.
76. Estupor y temblores. Amelie Nothomb.
77. Metafísica del amor. Arthur Schopenhauer.
78. La conciencia de Zeno. Italo Svevo.
79. La mosca. Slawomir Mrozek.
80. El hombre es un gran faisán en el mundo. Hertha Muller.
81. El canto de las tortugas. Javier Tomeo.
82. El enigma de la luz. Cees Nooteboom.
83. Akira Kurosawa. Vidal Estévez.
84. Wong Kar-wai: Grietas en el espacio tiempo. Gómez Tarín.
85. El sendero en el bosque. Adalbert Stifter.
86. Otoño en Madrid hacia 1950. Juan Benet.
87. La vida difícil. Slawomir Mrozek.
88. El vino del estío/El verano del adiós. Ray Bradbury.
89. La vida y la muerte me están desgastando. Mo Yan.

Próximamente se hará público el fallo.
Nota importante:
Resultaría inútil que algún autor o editorial intentara ponerse en contacto con este blogger para "inclinar" alguna decisión en un sentido u otro ya que este pequeño lector no atenderá a ninguna petición que no provenga exclusivamente de su absurdo criterio -para bien o para mal.