domingo, 24 de enero de 2010

El malogrado, de Thomas Bernhard.


Der Untergeher. Traducción de Miguel Sáenz.

El proceso de relectura es una experiencia realmente estimulante y sorprendente. En este caso mi reencuentro con El malogrado de Thomas Bernhard no ha podido ser más afortunado e inspirador. La historia de 3 alumnos de Horowitz en el Mozarteum de Salzburgo, el narrador, Wertheimer (el malogrado) y el mismísimo Glenn Gould. Hay que decir que Bernhard parte de un Glenn Gould medio imaginario, pues Gould no recibió lecciones de Horowitz. Tampoco Bernhard utiliza algunos efectos biográficos de Gould que hubieran sido muy literarios, como bien apunta en el prólogo el traductor "oficial" al español de Bernhard, Miguel Sáenz ("la absurda silla de cocina que Gould utilizaba, su auténtico horror al contacto físico"). A través de su estilo convergente, repetitivo, prismático, reflexivo, Bernhard traza una auténtica radiografía de la relación entre los tres pianistas y sus al menos dos dramáticos finales (la muerte por extraña enfermedad de Gould, el suicidio de Wertheimer). Si bien el narrador pudo sobrevivir a las clases compartidas con Gould no fue así para Wertheimer quien sucumbió ante la gran genialidad de Gould, suicidándose finalmente frente a la casa de su hermana en una población suiza. A Wertheimer se le fueron torciendo las cosas, por un lado recibió una gran herencia multimillonaria, lo mismo para el narrador, quienes nunca necesitaron el dinero y poseyeron grandes propiedades en Suiza y en Viena, tanto el narrador como Wertheimer, luego Wertheimer fue abandonado por su hermana y finalmente Gould moría antes que él. Así, mientras el narrador regalaba su carísimo piano Steinway a la hija de un maestro, Wertheimer apenas pudo vender su Bösendorfer, en un momento en el que su arte pianístico ya no existía como pudo el narrador constatar en una visita a su casa en el campo en Traich, pues para entonces Wertheimer ya sólo aporreaba el piano, así fue desde que Gould murió pues la muerte de Gould absolutamente repentina (mientras interpretaba a Bach sobre el piano) dejó totalmente huérfano a Wertheimer quien ya no veía a Gould a pesar de que invitara a Traich al norteamericanocanadiense como así le llamaban. Y al poco de morir Gould Wertheimer tuvo que suicidarse, y tuvo que hacerlo frente a la casa de su hermana quien se había casado -inesperadamente con más de cuarenta años- con un empresario suizo multimillonario dejando absolutamente solo a Wertheimer quien no tuvo ya a su hermana para poder agarrarse a la vida. El narrador asiste al funeral de Wertheimer en Chur y después pasará por el mesón cuya patrona mantenía alguna relación con Wertheimer, Wertheimer que odiaba a todos y que siempre se había creído más cercano del distrito obrero que del distrito de los ricos en Viena, y así se paseaba por el distrito de los pobres en Viena disfrazado de pobre, por así decirlo, para regresar luego tras largas caminatas a su casa sin tener contacto en absoluto con nadie, así era Wetheimer quien no pudo superar la primera vez en que vio a Gould tocar en las clases con Horowitz. Ya desde el primer momento Wertheimer se dio cuenta de que Gould era un genio, y de que era el que mejor tocaba de todos los alumnos, incluso Wertheimer, y el propio narrador llegaron a pensar en aquellos primeros tiempos que nadie podía tocar las variaciones Goldberg como Gould, incluso llegaron a pensar que Gould tocaba mejor que el propio Horowitz, y que fue Gould quien determinó la genialidad de Horowitz así como Horowitz fue quien determinó la genialidad de Gould. Pero Wertheimer se colgó de un árbol, y cuando el narrador recibió la noticia de la muerte de Wertheimer en ningún momento pensó que Wertheimer se habría suicidado cuando era lo más lógico pensar, sin duda, que Wertheimer se habría suicidado. Y el narrador vivía tranquilamente en Madrid, la ciudad más maravillosa de todas, según sus palabras, y por fin había escapado de Viena, y de Austria, ese horrible país, presa del socialismo más corrupto, y había podido huir de los mesones austríacos, tan asquerosos en su inmundicia, más o menos así se expresa el narrador en El malogrado, de Thomas Bernhard. Y no es la historia de Glenn Gould, es un Glenn Gould casi sólo esbozado, con tintes realistas y tintes ficticios, sino que es la historia de la genialidad como destructora del ser humano, porque el propio Gould dejó de ser un ser humano para pasar a ser un pianista o un artista del piano como les gustaba a ellos denominarse, ciertamente detestaban el término pianista. Cuando Miguel Sáenz escribió a Thomas Bernhard para preguntarle por la traducción del título de El malogrado (Der Untergher, más o menos "el que se hunde") simplemente Thomas Bernhard no le contestó, y a lo mejor Bernhard vivía en Madrid en esos instantes, la única ciudad posible ya para él, lejos en cualquier caso de Austria, y por supuesto de Viena y Salzburgo, dos ciudades que ya nada tenían que ver con su pasado como dice el narrador en Der Untergeher. Thomas Bernhard cursó estudios de música, cantó en un coro hasta que le cambió la voz, y de alguna manera el narrador y el propio Bernhard le adjudican a Gould una enfermedad pulmonar que en ningún caso padeció Gould, aunque Glenn Gould murió de una extraña enfermedad y más tarde le fue diagnosticado el síndrome de Asperger. Y es que tanto el narrador como Wertheimer eran grandes virtuosos y podrían haber sido grandes concertistas de piano en el mundo entero pero eso no les interesaba porque a ellos sólo les interesaba ser el mejor y el mejor era simplemente Glenn Gould, con lo cual sus vidas digamos artísticas ya no tenían ningún sentido, así como el resto de su existencia consecuentemente. Y la idea de Gould de aislarse en una casa de campo y dejar de dar conciertos pudo provenir del propio Wertheimer que se había aislado en su casa de campo de Traich, de modo que Wertheimer influía sin saberlo en Gould mientras que Gould exterminaba a Wertheimer sin saberlo también como una vez le reconoció al narrador quien le dijo que él, Gould, había exterminado a Wertheimer con su arte mientras que Gould le respondió que no creía que eso fuera así, cuando ambos quizás estaban seguros de que era totalmente así, es decir, que el arte de Gould había exterminado a Wertheimer por completo y aún sin reconocerlo abiertamente había exterminado también el arte del narrador que tuvo que regalar su piano Steinway a la hija de un maestro que rápidamente destruyó el Steinway, cosa que el narrador consideró era la mejor forma de acabar con el Steinway. Cuando el narrador habla de su libro Sobre Glenn Gould todos pensamos que el narrador es Thomas Bernhard pero a veces pensamos que Bernhard es Wertheimer por toda esa historia de la residencia de caza y de la educación con su abuelo, y es el escrito que prepara el narrador Sobre Glenn Gould quien nos convence o al menos nos da la pista de la autenticidad de lo que estamos leyendo porque podría ser en algún momento que El malogrado fuera esa obra sobre Glenn Gould que el narrador dice estar escribiendo durante 14 años dice, pero que no pudo empezar a escribir realmente hasta que no vendió el Steinway, cuando se dio cuenta, por así decirlo de que su arte se había evaporado para siempre. Y el porqué el narrador decide ir a Traich después del funeral de Wertheimer, un funeral que sólo duró veinte minutos y al que sólo asistieron él mismo y su hermana con su marido, además del cura, y que fue a las cinco de la mañana para que pasara totalmente desapercibido, eso no lo sabía con exactitud el narrador, el porqué ir a Traich en lugar de seguir directamente hasta Viena y luego hasta Madrid, es decir, sin pasar por Traich, donde hablaría con la posadera y más tarde incluso en el pabellón de caza con Franz el guarda que le contó algunas cosas de Wertheimer, de su relación con su hermana, y de sus últimos días pasados allí en los cuales Wertheimer invitó a unos amigos músicos y que le destrozaron la casa, y también le contó más cosas, sobre todo acerca del nuevo piano que había comprado Wertheimer, que era de muy mala calidad y estaba totalmente desafinado, y finalmente allí mismo el narrador podría conjeturar qué fue lo último que decidió a Wertheimer a suicidarse, porque el camino emprendido en las ciencias espirtuales por Wertheimer así como el camino emprendido por el narrador en las ciencias filosóficas no les había salvado en absoluto al menos a Wertheimer que había terminado suicidándose a pesar de que fuera Wertheimer quien advirtiera al narrador de su debilidad, y cómo ninguno de los dos sabía que eran esas ciencias espirituales y esas ciencias filosóficas, es decir, el narrador desconocía qué eran esas ciencias filosóficas a las cuales se iba a dedicar después de fracasar totalmente como artista del piano, sobre todo después de escuchar a Glenn Gould en el Mozarteum y tampoco Wertheimer sabía bien qué eran esas ciencias espirituales a las cuales se dedicaría después de ser tachado por el propio Gould de Malogrado, un término que él desconocía en el momento de oírlo pero que pronto admitió ser el término más exacto para definirle, y por eso puede que Wertheimer destruyera todos los papeles escritos en el pabellón de caza de Traich y así el narrador no pudo nunca encontrar esos escritos sobre ciencias espirituales a los que Wertheimer había dedicado finalmente toda su vida. El malogrado es una de las últimas novelas de Bernhard, escrita en 1983, tras Hormigón y el sobrino de Wittgenstein de 1982, y antes de sus obras maestras Tala (1984), Maestros antiguos (1985) y la última e increíblemente perfecta Extinción (1986).

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