viernes, 25 de marzo de 2011

El esnobismo de las golondrinas (II), de Mauricio Wiesenthal.












Esta segunda parte del comentario sobre este libro de Wiesenthal lo comenzaré indicando de qué va cada capítulo -obviando los poéticos y ostentosos títulos y subtítulos de cada uno-. Así, los diferentes capítulos de este inmenso libro de viajes tratan sobre: Viena, el Orient Express, Londres (carreras de Ascot), Marrakech, Estambul, Sevilla, el Queen Elizabeth, Brujas, Roma, Estocolmo, la Costa Azul, Versalles, Pierre Loti, vacaciones, París, Wimbledon, balnearios, Dublín, París, Venecia, cartujos y Barcelona, lugares visitados por personajes eternos y variopintos y presentes en la obra de Wiesenthal como Nietzsche, Joyce, Zweig, Coco Chanel, Beckford, Mozart, Goethe, Byron, Liszt, Wilde, Wagner, María Antonieta, Modigliani, etc...




CINE. p.682. "Menos voluntad de vivir tuvo la pobre Bella Darvi, última compañera sentimental del productor Darryll Zanuck. Probablemente vivió siempre marcada por el campo de concentración y las persecuciones nazis. Más tarde no consiguió triunfar en Holllywood -su mayor éxito fue el papel de Nefer en El Egipcio- y fue cambiando de pareja, entre hombres y mujeres, borracheras y juego, porque a veces los seres humanos pierden el rumbo en las crueldades de su memoria. Cuando llegué a Montecarlo todo el mundo hablaba de la desaparición de aquella mujer que había sido víctima de los miserables diablos que amontonan basura sobre la belleza. Luego se supo que se había quitado la vida, después de arruinarse en el casino." Ciertamente Bella Darvi hacía honor a su nombre, verla en Sinuhé el egipcio es todo un espectáculo, y eso que rivlizaba en belleza con nada menos que Jean Simmons y Gene Tierney, ahí es nada, pero cada aparición de la joven Nefer resulta perturbadora, se trata sin duda de una de las egipcias más guapas de la historia del cine, junto a la Joan Collins de Tierra de Faraones o la Anne Baxter de Los diez mandamientos. Fue una pena que esta chica no aprovechara mejor su carrera, sobre todo una pena para todos nosotros. En cuanto al productor Zanuck me resisto a no contar una anécdota que he leído recientemente en la monografía sobre William Wyler de Ángel Comas. Tras rodar Cómo robar un millón y..., una peli que trataba sobre ladrones de obras de arte y para lo cual se elaboraron múltiples obras falsas supuestas de autores como Picasso o Cezánne así como reproducciones de obras originales, a Zanuck se le ocurrió hacer una exposición con todo este material primero en París y luego en Nueva York, resultando todo un éxito.

p726. "Jeanne Moreau se había enamorado del Trianon Palace mientras rodaba Ascensor para el patíbulo, aquella maravillosa película en la que camina sobre tacones con tanta sensualidad como ninguna mujer lo ha hecho ni lo hará jamás." Buñuel trabajó con la protagonista de La noche, de Antonioni (con la inolvidable escena del vestido mojado en el trampolín de la piscina), y dijo refiriéndose a ella: "Hay que darle las gracias a Malle por habernos revelado la forma de andar de Jeanne Moreau en Ascensor para el patíbulo. Siempre he sido sensible al andar de las mujeres, así como a su mirada. En El diario de una camarera, durante la escena de los botines, tuve un verdadero placer en hacerla caminar y filmarla. Cuando anda, su pie tiembla ligeramente sobre el tacón del zapato. Inquietante inestabilidad. Actriz maravillosa yo me limitaba a seguirla, corrigiéndola apenas. Ella me enseñó sobre el personaje cosas que yo no sospechaba ." Ahora que estoy viendo la filmografía de Truffaut me doy cuenta cómo al francés le gustaba de intercalar escenas con unas pantorrillas anónimas caminando, caso de Claude Jade en el comienzo de Domicilio conyugal, y sobre todo, y con obsesión casi paroxística, en El amante del amor. Me pregunto si Wiesenthal no ha escrito ese párrafo copiando a Buñuel, me resulta al menos una casualidad. ARTE. p729. "Bajita, pálida y rubia -como la pintó Velázquez en una serie de dudosos retratos que nunca me parecieron de su pincel-, María Teresa no era una mujer especialmente favorecida." Ahora Wiesenthal se hace crítico de arte, de esos que descatalogan obras ancestrales de los grandes maestros, ¿estará acaso detrás de El coloso de Goya, del alumno de Goya que diga? p731. "Luis XIV impuso su norma clásica a todas las audacias del barroco. Y ni el mismo Bernini se libró de sus desprecios, porque el rey no vaciló a la hora de relegar los bustos que no le agradaban a los rincones más apartados de los jardines. Ordenó a Girardon que retocase una estatua ecuestre que le había hecho el Bernini. No le gustaba verse representado como "el éxtasis de Luis XIV arrebatado al cielo con su caballo". Y se sintió más favorecido con la apostura de un general romano". Vamos a ver, esto es demencial, Luis "no sé cuántos" hizo que Girardon retocara ¡un Bernini! me va a dar un soponcio...


p753. "El pintor Lemoyne, que decoró el techo del Salón de Hércules, cometió ya la primera flaqueza romántica del siglo XVIII y, pensando que había alcanzado la perfección, se suicidó al acabar su trabajo". Se lució el colega, la verdad es que pensándolo bien hizo algo totalmente contrario al romanticismo, es decir, algo absolutamente contrario al romanticismo, alcanzar la perfección, ¿no se suicidaban los románticos por su terror al fracaso, por su anhelo de perfección? Sea como fuere ha empezado a interesarme este Lemoyne, porque si algo tiene este libro de Wiesenthal -a pesar de sus carencias- es que estimula el interés por múltiples personajes del arte y la literatura, que no es poco.



p.763. El fantasma de María Antonieta: "Cuando las dos inglesas intentaban explicar a sus amigos la experiencia de aquella tarde, uno de ellos les invitó a ojear un libro sobre el Petit Trianon. Y allí vieron, atónitas, la mujer de la pamela blanca: era María Antonieta tal como la retrató Wertmüller."

Más arte descubierto, Wertmüller, me lo apunto. María Antonieta está muy presente en el capítulo de Versalles, yo cada vez que leo su nombre me imagino a Kirsten Dunst, qué le voy a hacer, no lo puedo evitar.



p.776. "La reina había reunido en su palacio una colección de buenas pinturas, incluyendo una Pietá de Delacroix. Es un Delacroix distinto y dramático, más cercano a los crepúsculos de Baudelaire que a las fantasías orientales y románticas. Pierre Loti le dedicó un artículo y Van Gogh, al leer este comentario, decidió hacerle una copia." Creo que haré un artículo de esto en mi blog de pintura. p842. "Por estos rincones anduvo también el pintor Rousseau, maldiciendo a los cubistas que se mofaban de sus paisajes ingenuos y que hicieron correr la voz de que pintaba los árboles antes que el cielo(...) Pero él se vengó de todos en el mismo momento de su muerte..: Me preguntó por qué el idiota de Delaunay ha roto en mil pedazos la torre Eiffel." Alguien tenía que hacerlo, sr. Rousseau. Pamuk, ahora sí. p.776. "Durante más de 35 años Loti recorrió todos los mares en 38 navíos diferentes (...) Siempre estaba acompañado por su gatita Balkis -un marinero la tiró un día al agua- y, más tarde, por Pamouk, que era un gato de angora." Extraordinario el capítulo dedicado a este escritor de cuentos y viajes orientales, Pierre Loti. Me hizo gracia el nombre que le puso a su gato persa, ¡al fin aparece el bueno de Pamuk en este libro!


MÚSICA. p.777. "Isaac Albéniz compuso dos canciones sobre textos en prosa de Loti (Crépuscule y Tristesse) que me parecen magistrales en su romántica intimidad y que casi nunca he oído interpretar en el repertorio de los cantantes españoles. Tristesse, sobre todo, tiene un cromatismo nebuloso y enigmáticas atonalidades wagnerianas que son, probablemente, lo más audaz que compuso Albéniz." Lógicamente me puse a buscar en el youtube estas canciones, encontré Tristesse. Demonios, ¿cóm opudo escribir Wiesenthal "cromatismo nebuloso" y "atonalidades ¡wagnerianas!"? Una canción muy hermosa, pero el cromatismo lo acerca a Debussy más que a Wagner, las atonalidades están, por supuesto, ausentes, ni Albéniz compuso nada atonal -que yo sepa- ¡ni Wagner tampoco! Tristesse



Psicoanálisis de las golondrinas. Elogio de la vida inútil. A veces el Wiesenthal nos sorprende con reflexiones metafísicas muy oportunas: "Un hombre soltero está incompleto -decía Zsa Zsa Gabor-. Y casado está acabado." p 799. "La valía de un hombre se demuestra por su capacidad de pensar y acometer obras desinteresadas. Y los seres nobles dejan en el mundo huellas románticas, quijotescas y barrocas." Me gusta eso de las obras desinteresadas, suena a trabajos intelectuales tipo Bernhard. Me acuerdo que en una temporada que estuve parado -cuando terminé la carrera de CTA-, me dediqué a escribir un ensayo irónico sobre el café y su importancia en las relaciones sociales (El último café, 2000). En esa época también le daba algunas clases de guitarra eléctrica al vecino que estaba montando un grupo de música punk. Un día, cuando vió todos aquellos papeles y los estuvo hojeando me preguntó: ¿Para qué escribes eso? Yo le dije: no lo sé. Él me miró extrañado, metió su guitarra en la funda y se marchó. No volvió nunca más (¡y no había hecho los ejercicios de escalas de Joe Satriani que le mandé! -si bien poca falta le hacían para tocar Anarchy in U.K.-). VACACIONES. p801. "Definir las vacaciones es tarea difícil. Y, para partir de un consenso cordial, podríamos describirlas como época del año en que los responsables de Obras Públicas cierran las buenas carreteras y abren las desviaciones." Se me ocurren otras definiciones de vacaciones: "Es la época del año en que el individuo tiene la última oportunidad para ser feliz". O también: "Es la época del año en la que los billetes de tren suben, las reservas de hotel suben, la gasolina sube y el arte, de repente, cobra una gran dimensión en nuestras vidas". p803. "A veces me encontraba en Saint Tropez a Francoise Sagan o a Brigitte Bardot, siempre con un acompañante distinto." No se marque trolas, sr. Wiesenthal, en esa época que relata Bardot aparecía por Saint tropez perseguida por decenas de paparazzis, así que si usted hubiera conseguido verla alguna vez sería entre una multitud de flashes y de lugareños que la jaleaban. p.814. "Pero no todo el mundo se desplaza por razones climáticas. A veces uno se mueve sólo para cambiar de vista. Maupassant, por ejemplo, no viajaba en busca del sol, sino por una motivación más sencilla: la necesidad incontenible de dejar de ver la torre Eiffel. Y Dumas se trasladaba a Bruselas sólo por estar a 300 km del imbécil de Buloz, su editor que vivía en París." Pero eso es normal, no es un desmerecimiento para la torre Eiffel, los berlineses estarán hartos del Pérgamo, los ingleses del British, los suizos del lago Leman, ... ejem, algo falla en mi razonamiento, en fin, dejémoslo estar ¡nadie puede querer dejar de ver la torre Eiffel! Lo de Buloz es más sencillo de resolver, con desconectar el móvil ya le valía a Dumas para librarse de su editor. p822. "Mark Twain no cuidaba tanto la apariencia. En cierta ocasión, al ver que en el libro de registros del hotel figuraba El barón von Blanck y su ayuda de cámara, escribió debajo: Mark Twain y su maleta." Twain, ese gran cómico. Humildad. p840. "No me iba entonces muy bien económicamente, porque dos editoriales con las que trabajaba cerraron las puertas. Y, para ser humilde, debo decir que fueron los editores quienes hundieron mis libros. Aunque, a veces, se me ocurre el fantástico delirio de decir que con mis libros conseguí hundir dos editoriales." Para resultar irónica hay que estar dotado para la ironía, y Wiesenthal no lo está. Me llama la atención una vez más (ya lo comentaba en Libro de Réquiems con Mozart y Thomas Linley jr.) cómo Wiesenthal es despiadado con el error ajeno y poco exigente con el propio. En un capítulo se queja de la confusión de unos visitantes en un cementerio de París que confunden la tumba de un Chevalier con la del cantante Maurice Chevalier. Habría que decir que Wiesenthal se pasa medio libro llamando Virginia Wolf (sic, p.844, p.884) a Virginia Woolf. p848. "Flaubert describió en La educación sentimental un entierro en Pére Lachaise. Cuatro caballos negros conducían la carroza fúnebre." Ya tengo apuntado desde hace unas semanas este libro de Flaubert junto al del joven Wilhelm Meister de Goethe, dos clásicos que no se me pueden escapar. Y es que La educación sentimental es uno de los libros que el Wilhelm de Falso movimiento se lleva al tren a Bonn y el libro preferido de Flaubert de Aldous Huxley.



"Enfrente de la tumba de Balzac y junto al triste monumento de piedra negra de Delacroix, se levanta el museo de Gérard Nerval, donde nunca he visto flores." Sobre Nerval: p 849. "se pasó la vida escribiendo una fantasía genial de La reina de Saba que nadie quiso editar ni llevar a la ópera.(...) Sólo Goethe le había escrito una carta, felicitándole por su traducción del Fausto." Me es simpática la figura de Nerval. Recuerdo que en mi primer viaje a París quise llevarle a mi hermano pirlosky un bonito souvenir. Encontré en los puestos de libros viejos de la orilla del Sena un libro bilingüe de Nerval con transcripciones de poetas alemanes como Goethe y Schiller. Cuando lo vio se quedó muy estático, demonios, me dijo, no sé francés ni alemán, qué hago. No sé, Goethe le felicitó, le dije. p.873. "Modigliani siempre buscaba para emborracharse la esquina del boulevard Montparnasse y el boulevard Raspail, decía Picasso. Seguramente no hay nada como emborracharse junto a las tapias de un cementerio, porque debe verse el mundo en gris." Seguro que hay millones de cosas mejores que hacer, por favor, Wiesenthal, por ejemplo, ver un partido de fútbol o simplemente, mirar el techo del salón de casa. p.876. "Montparnasse era el mejor lugar para reclutar comandos de la Resistencia, porque los artistas proporcionaban los mejores falsificadores de documentos, los más entendidos en papeles y en el arte de grabar. A este grupo perteneció Samuel Beckett, que frecuentaba estos cafés con el pretexto de que le gustaba jugar al billar. Sin embargo estaba afiliado a la Red Gloria SMH y se vio envuelto en intrigas que pudieron costarle la vida." Beckett me cae simpático, y su relación con Joyce es un tema que me interesa mucho, mucho más que la literatura de ambos, claro está. ¿Qué es la verdad? p.886. "Van Gogh pintó la terraza de uno de los cafés de Montmartre en una noche estrellada. Y un músico poco reconocido que se llamaba Eric Satie tocaba el piano en un café de Montmartre que tenía un nombre predestinado: La Chat Noir. Y allí fue donde compuso algunas piezas frías,masónicas, cabalísticas, danzas góticas..., música para gatos." Tiene Satie algunas músicas para ballets, uno de los cuales, Parade, fue decorado por Picasso y coreografiado por Diaghilev. Es una música muy stravinskiana y creo que superan en modernidad a las célebres piezas para piano de Satie. Nunca vi un músico que pasara a la historia por menos minutos de música que Satie y sus Gymnopedies. Las aventuras de Mercurio: Satie Mercurio


p887. "Algunos días solitarios de agosto escuchábamos la Barcarola de los Cuentos de Hoffmann, contemplando desde la ventana aquellas avenidas con sus vecinos silenciosos cuyos nombres conocíamos de memoria: Jacques Offenbach, Héctor berlioz, Madame de Récamier, Paulina Viardot, Francois Truffaut, el cocinero Creme, el divino Sacha Guitry y el joven Dumas, que tiene un mausoleo grandioso, tan aburrido como La Dama de las camelias." Para mi el nombre de Madame Recamier significa un cuadro bellísimo que hay en el museo Carnavalet deParís, en la Plaza de los Vosgos , obra del barón Francois Pascal Simon Gerard -no el David del Louvre-. Triste Trieste.



p982. "No sé por qué Trieste, ciudad de viento y de templos clásicos, de gaviotas, de cafés ahumados y de faros en la niebla, me recordó siempre a Dublín. Debe ser la lectura de Italo Svevo, que me llevó por sus calles buscando al criminal del Asesinato de la via Belpoggio. Pero la belleza de Trieste -sentimiento de irrealidad, la llama Claudio Magris- está hecha de fragmento, de recuerdos de Europa, de antigüedades que forman parte de nuestra cultura." "Triste Trieste", dijo Joyce en un fácil juego de palabras." Y es que Joyce pasó parte de su vida -diez años- en esta ciudad de nadie. "Joyce visitaba a Italo Svevo en Villa Veneziani. Y por eso el autor de La conciencia de Zeno le sirvió de modelo para la figura de Bloom." Esto ha sido toda una revelación, ¡Bloom era Svevo! La conciencia de Zeno es uno de los grandes libros de la primera mitad del siglo XX. La cuestión era entonces: visitar Trieste, como si se tratara del Tynset de Hildesheimer, ir a Trieste, ser atacado por los excrementos de las ¡gaviotas no golondrinas! en Trieste. Así lo cuenta Magris -otro insigne triestino- en Microcosmos, uno de los mejores -e inclasificables- libros de la segunda mitad del siglo XX en este caso (1999). p. 999. "Escribir es como viajar: no dejar nunca que la frase principal te haga olvidar la importancia de las frases subordinadas." Bueno, coincido en la primera parte del razonamiento, escribir es como viajar, así que cuando escribes sobre tus viajes se forma una hecatombe reflexiva, y no digo nada cuando escribes mientras viajas, o cuando viajas según lo que has escrito antes de emprender el viaje. p.1000. "Los días más fríos me calentaba mejor con café que con vino, porque la bebida oscura de Arabia fue siempre un excitante de mi imaginación." El café tiene esas cosas, resulta una sustancia muy creativa. "Nunca estuve de acuerdo con la estética de Stendhal que se esforzaba por escribir con la sobriedad del Código Civil. Funciona sólo para escribir las magníficas páginas de la batalla de Waterloo en La Cartuja de Parma, porque el resto de la novela es aburrídísima. Siempre he preferido a Dostoievski. Los hermanos Karamazov no son del Código Civil, sino que pertenecen ya al Código Penal." Wiesenthal no mide sus palabras, la escritura de Dosto es cualquier cosa menos un código, quizás estemos hablando del escritor más visceral de la historia de la literatura. p1039. "Plinio tuvo una muerte digna de su genio curioso, valiente y confiado. Durante la erupción del Vesubio en Pompeya decidió aproximarse al volcán para poder estudiarlo mejor y cayó abrasado por las cenizas." El estudio intelectual al final acaba matando. Cartujos. p1101 "Los novicios que llegan a la Grande Chartreuse saben que, en cuanto traspasen la puerta, tendrán que olvidar su pasado. (...) Igual que Dionisos, el ditirambos (el hijo de la doble puerta), los cartujos nacen por segunda vez el día en que entran en la clausura del monasterio, como huérfanos adoptados." Cada vez que leo ditirambo me acuerdo de Lüpertz y sus variaciones ditirámbicas, ahora descubro que significa ¡hijo de la doble puerta! El diccionario de la RAE lo define como " Alabanza exagerada", también como poesía en honor de Dioniso. p.901. "La muerte se parece a los huertos, a los árboles, y a la melancolía de los versos de André Chénier. HIJO DE GRECIA Y FRANCIA, SIRVIÓ A LAS MUSAS, AMÓ LA SABIDURÍA Y MURIÓ POR LA VERDAD, dice la inscripción de su lápida. Nadie sabe lo que es la verdad. Y la misma inscripción podía haberse puesto en la tumba de Robespierre, el fanático que le decapitó." La verdad: interesante tema.



Lo mejor del libro de Wiesenthal está en su último capítulo dedicado a la ciudad de Barcelona "Roda el móm y torna al Born. BARCELONA EN EL CREPÚSCULO." Comienza el capítulo con una reflexión sobre el significado de la palabra "nostalgia", quizás el sentimiento más noble y hermoso del ser humano. "La nostalgia ya no es lo que era", escribió Simone Signoret en su autobiografía." Simone fue descubierta tras protagonizar Dedée de Amberes de Yves Allégret, en 1948. Amberes tiene la estación de tren más increíble y hermosa del mundo, además es el comienzo de esa obra infinita e inmortal de Sebald, Austerlitz. Pensar en Simone -una de las actrices que mejor pueden representar la melancolía y la nostalgia- paseando por la ciudad belga se me presenta como una utopía de difícil alcance.





Pero el capítulo está dedicado a Barcelona, a su lado más oriental, modernista y misterioso. Asistimos al deambular del Wiesenthal más autobiográfico. Nos cita en el bar donde suele escribir -este mismo libro-, sus itinerarios por las Ramblas ("Hay muchas Ramblas: una ochocentista que guarda recuerdos de la Fonda de las Cuatro Naciones, donde se hospedó Stendhal; otra de Picabia, dadaísta y rebelde; otra que parece un decorado de Picasso para los rusos de Diaghilev y otra surrealista que inventó Apollinaire" ) y por el Paseo de Gracia-pienso en ese relato de Vila-Matas en el que se sube al autobús y persigue al primer personaje que llama su atención-. Es el capítulo menos fantasioso, menos ilustrado, y sin embargo es en ese momento en el que encontramos al Wiesenthal más inspirado, al Wiesenthal más literario. Precisamente aquí Wiesenthal se enorgullece de su concepción de la literatura, sin saber que precisamente su mayor defecto como narrador es la falta de creatividad que invade sus perfectos e ilusorios párrafos. Su falta de "literatura" según su propia concepción. Como él mismo lo define en el último párrafo del libro, El esnobismo de las golondrinas es un largo "poema esnob". Yo lo veo como una inyección intelectual para afrontar y descubrir nuevas empresas literarias. Uno acaba el libro con la sensación de que ha leído poco a los clásicos, y se dispone a corregir esta deficiencia a base de Goethe, Byron, Wilde, Nietzsche, Loti, Nerval... Gracias, Wiesenthal.

viernes, 11 de marzo de 2011

Falso movimiento, de Wim Wenders (1975)


Allí me encontraba yo, frente al televisor, dispuesto a diseccionar esta peli de Wim Wenders, Falso movimiento, Falsche Bewegung, con guión de Peter Handke (basado en Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, obra de Goethe publicada en 1795), lo que no sabía es que la peli me iba a diseccionar a mi.
Lo primero: es una película excepcional (otra) del cineasta alemán.
Lo segundo: es una película muy literaria (los textos de Handke, la galería de personajes extravagantes, y la voz en off colaboran en esto).
Lo tercero: es una película que trata los temas eternos sin resolver del ser humano, es decir, la soledad, la creación (falta de inspiración), y las relaciones entre las personas (desconocidas).

Primera escena: plano aéreo que se acerca a una ciudad alemana industrial de tamaño medio con la música de Knieper de fondo (gotas de lluvia sobre la lente). Llegamos a una enorme plaza, coches de colores alemanes que circulan -vemos el helicóptero responsable de las imágenes anteriores alejándose-. Nos adentramos en una vivienda -suena música rock-, allí, Vogler -el actor fetiche de Wenders- que encarna a un escritor, Wilhelm, en plena crisis creativa. Se dirige hacia la ventana, mira a la plaza y destroza los cristales con sus propios puños.
Pienso: como no mejoren las cosas este tipo las va a pasar canutas, ¡aún quedan 90 minutos de peli!
Su madre -con rulos en la cabeza- le da un consejo: "No pierdas tu flaqueza ni tu mal humor. Te harán falta si quieres ser escritor", en lo que resulta una genial conjunción de recursos -mal humor y flaqueza-.
Wilhelm es presa de un conflicto personal y existencial de difícil resolución: "Quiero ser escritor pero ¿cómo, si a nadie le importa mi vida?". Este es el primer toque de atención a la génesis de la creatividad: lo autobiográfico.
Pero Wilhelm ha decidido marcharse en un viaje iniciático, ya se sabe, el típico viaje para conocerse a sí mismo -que no sirve para nada, añadamos. La madre le escoje el destino: Bonn. Wilhelm irá en tren y se llevará un par de libros. La educación sentimental de Flaubert y uno de Eichendorff. Una vez en el tren conocerá a dos extraños: una chica que no habla y que es acróbata (Nastassja Kinski) y un señor mayor que dice ser cantante y al que le sangra la nariz, a ambos tendrá que pagarles el billete.
A este peculiar trío se le unirá un cuarto "raro". Un joven poeta vienés llamado Bernhard Landau. Sí, sé lo qu piensan los lectores, que si el personaje está basado en Thomas Bernhard. Bueno, no creo que sea una casualidad el nombre de Bernhard (aquí como nombre de pila) ni que el poema que les recita en un parque a sus nuevo amigos -les ha seguido porque escuchó en el hotel unos versos de Wilhelm y quiere conocer su opinión sobre su obra- sea necrótico, desesperado y altamente pesimista y que culmina con un intranquilizador "¿Por qué debe haber entre yo y el mundo esta diferencia tan abismal?".
Antes Wilhelm ha conocido a una actriz, Therese Farmer (interpretada por la musa de Fassbinder, Hanna Schygulla), y hemos tenido ocasión de conocer algo mejor a este introspectivo escritor -duda a la hora de registrarse en el hotel a la hora de poner la profesión, ¿es realmente un escritor o sólo un fracasado?). En realidad son, pues, un quinteto.
Su objetivo vital parece claro (después del numerito de la ventana más aún, supongo): "Me gustaría escribir algo que fuera absolutamente necesario".
Su recién aparecido amor parece ir descubriendo cosas en el alma de Wilhelm: "Desconoces tantas cosas. Lo que no me gusta de ti es que te crees que eres el único desorientado."
Esta particular -y esperpéntica trupe- decide ir a la casa del tío de Landau, un industrial que seguramente les recibirá a todos con los brazos abiertos. Cuando entran en la casa un señor les recibe en medio de la escalera con una escopeta. Parecen haberse equivocado de vivienda, pero allí se quedan: "Estaba metiéndome el rifle en la boca", les confiesa su inesperado anfitrión. Lógicamente pensamos en El italiano de Bernhard, una referencia más al genio austríaco, y no será la última.
Este industrial les realiza profundas manifestaciones acerca de la soledad: "Ahora llevo ya mucho tiempo solo. Vuelvo a tener ganas de leer los periódicos". Igualito que le pasaba al protagonista de Sí de Thomas Bernhard. Al día siguiente vuelve a la carga: "Quisiera hablaros de la soledad". Este tío es monotemático, demonios. "La soledad no existe, es un sentimiento artificial... Me refugio en mi soledad entusiasta... Es un estado de ánimo teatral, nos sentimos actores de nosotros mismos... La soledad encierra una paradoja... jamás antes había sentido esa impresión de seguridad".
La verdad es que Wenders tenía complicado hacer una comedia con estos mimbres.
Wilhelm reflexiona: "La verdadera necesidad no es escribir, sino desear hacerlo". Theres le invita a su cuarto esa noche pero Wilhelm se extravía y termina yendo al dormitorio de lña adolescente Mignon, la acróbata. Por la mañana se cuentan sus sueños. Therese inventa el suyo, Landau no recuerda lo que soñó, y el viejo cantante -quien constantemente amenaza con contar su secreto- dice que Mignon "cree que los sueños son ridículos". Ya en Alicia en las ciudades la niña dice de la palabra Sueño que no es real. Salen a dar un paseo. El lugar es idílico, pero suenan disparos de caza -volvemos acordarnos de El italiano de Bernhard-. Landau le dice a Wilhelm que ha inventado un haiku, y Wilhelm le contesta que "escribir es observar, no inventar". Sin embargo le reconoce que ha inventado un cuento. El haiku de Landau es estúpido: "Con amor, con amor la madre mira a sus hijos mientras comen". En esta alusión a la cultura oriental el dúo Wenders-Handke especulan sobre lo ridículo que resulta oriente en occidente -o al menos el intento desesperado de afinidad o mimetismo-. Sorprendentemente apreciamos en la conducta de Wilhelm - su introspección, su carácter callado y meditabundo, reflexivo, insociable- un evidente eco de la filosofía zen, y de aquel concepto japonés de la comunicación sin palabras y que Miranda también explicaba en su monografía sobre Kitano. Es decir, lo que para un occidental puede parecer un gesto de incomunicación para un japonés puede significar un síntoma de máxima complicidad, es por eso que el silencio de los personajes de Takeshi Kitano está tan alejado del de Wilhelm - o Printer en Alicia en las ciudades- , pues Wilhelm realmente pretende estar "solo, sin que nadie perturbe mi apatía", tal y como confiesa al final de la película.

Entre Wilhelm y Therese se producen rocambolescos cambios emocionales. "Siempre te he admirado porque nunca te preocupas por nada", le dice Therese en una escena, para algo después confesarle: "Me repugna que nada te afecte". Wilhelm tampoco se queda atrás: "Me molestas. Debería haber escrito lo que decías". Y es que Wilhelm ha entrado en esa extraña e insoportable elipsis por la cual se ve obligado a narrar todo lo que a su alrededor acontece, a transcribir todo a causa de él y a consecuencia de él. Digamos que tanto Wilhelm ("Me pregunto cómo la gente soporta la vida, no sólo aquí, en este país") como Therese ("Repetir esa frase es una humillación", le refiere a Wilhelm acerca de una representación") están a un paso del pesimismo, qué digo, totalmente inmersos en el pesimismo.

El personaje del cantante -que anuncia el secreto de su vida una y otra vez- resulta ser un veterano de la guerra ("yo también salvé a muchos judíos, los que eran útiles") y su postura es tan incierta como indecorosa. Así, el fantasma del holocausto nazi sobrevuela esta figura y por concatenación toda la película. La inquietud -y falta de identificación- de Wilhelm con respecto a la política no hace más que confirmar este hecho.

Wilhelm revela a Therese su recientemente aparecido instinto asesino: "¿Alguna vez has pensado en matar a alguien?". El plan de Wilhelm es definitivo: "Me apetece dar un paseo en barca por el Main". Es en ese paseo donde Wilhelm dará rienda suelta a su incipiente estado de maldad (¿representada?). "¿Cómo vamos a separarnos?", le pregunta al final Therese. "Desde cualquier lugar entre la multitud", le responde Wilhelm.
Finalmente Wilhelm decide ir al Zugspitze en lo que significa un tremendo guiño a Stifter y sus paseos montañosos, y en cuya cima reflexiona sobre la naturaleza de un falso movimiento.

Ficha de la peli.
TÍtulo: Falsche Bewegung.
Duración: 103 minutos.
Año: 1975.
Guión: Peter Handke, sobre Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, de Johann Wolfgang Goethe.
Música: Jürgen Knieper. Habitual de las primeras pelis de Wenders.
Fotografía (color): Robby Müller. Estuvo con Wenders en Alicia en las ciudades, también ha trabajado con Lars von Trier y Jim Jarmusch.

Wilhelm: Rüdiger Vogler.
Therese Farmer: Hanna Schygulla.
Mignon: Nastassja Kinski. En lo que es su primera aparición cinematográfica. Más tarde volverá a colaborar con Wenders en París, Texas y Tan lejos, tan cerca.
El industrial: Ivan Desny.
Laertes, el cantante veterano de guerra: Hans Christian Blech.
Enlaces de video:
Primera parte (en alemán, subtitulada en inglés): falso movimiento 1
Segunda parte: falso movimiento 2
Tercera parte: falso movimiento 3
Cuarta parte: falso movimiento 4
Quinta parte: falso movimiento 5
Sexta parte: falso movimiento 6
Séptima parte y final: falso movimiento 7

miércoles, 9 de marzo de 2011

El esnobismo de las golondrinas (I), de Mauricio Wiesenthal



No es ésta una reseña al uso -signifique lo que signifique una reseña al uso-. Y es que la naturaleza de este libro no facilita esa conexión con el comentarista-lector. Digamos que planteo una especie de diálogo con algunos pasajes del libro que me interesaron. La mayoría de mis reflexiones sonarán huecas, artificiosas y desmesuradas en ocasiones -a veces ni existen y sólo aparece la cita del Wiesenthal-, pero si queremos comentar un libro sobre el esnobismo debemos hacerlo con cierta dosis de esnobismo. Espero que me perdonen mis lectores.
DESPUÉS DE LIBRO DE RÉQUIEMS.
"Cuando publiqué mi libro de Réquiems algunas personas se sorprendieron al saber que lo había ido soñando y ecribiendo durante cuarenta años. También este libro ha sido escrito durante medio siglo." Y digamos que de alguna forma se entrecruza a veces con el propio Libro de Réquiems, pues los frecuentan ambos en ocasiones los mismos personajes (de Coco Chanel a Nietzsche, de Sissi a Zweig, de Lou Salomé a Wilde). Si bien este Esnobismo podría encuadrarse en el género de libro de viajes y aquél era un libro de biografías, aunque muy al estilo Wiesenthal los dos. Es decir, muchas referencias literarias y artísticas, y anécdotas y vivencias biográficas del propio escritor. LO RIDÍCULO.
En el prólogo "Hola y Adiós" empezamos a leer ideas muy interesantes, como ésta sobre lo ridículo: "De joven uno se ríe de lo ridículo. Y, con los años, uno aprende que lo ridículo -cuando es humano- tiene la sublime nobleza de lo trágico." Yo creo que lo ridículo no posee nada de eso sino que es el sentido de lo ridículo lo que experimente cambios con la edad, y pasa de ser una fantasmal presencia que nos acecha a un simple mecanismo de defensa social bastante práctico -y creo que se pierde en el cambio-. Por otro lado le diría a Wiesenthal que lo ridículo no puede dejar de ser nunca humano. Y diría aún más, lo ridículo tiende a precipitarse, a agudizarse con la edad, es decir, todo lo contrario de lo que plantea el maestro Wiesenthal -no sé si irónicamente, incluso-. Lo que a los veinte joven nos parecía digno, a los cuarenta nos parece ridículo, lo que a los veinte nos parecía gracioso, original, a los cuarenta nos parece tremendamente ridículo. Y diría aún mucho más, a los cuarenta CUALQUIER COSA nos parece ridícula, incluso el asunto de la ridiculez deja de ser una apariencia, una apreciación, para convertirse en una certeza, la certeza de lo rídículo. De hecho, este pensamiento es igualmente ridículo.
BELLEZA.
"El buen viajero no busca la verdad sino la belleza". Es otra idea sobre la que reflexionar, ¿está la verdad exenta de belleza y la verdad de belleza, no es siempre hermosa la verdad, y no encierra la belleza siempre una verdad, aunque sea idealizada -y por tanto más verdadera-? P636. "Me pidieron que escribiese un libro sobre Mónaco y busqué ayuda en la Agence Nacional de Tourisme y en la princesa Grace. Era una mujer fascinante que, como las flores cortadas, tenía un encanto salvaje y reprimido. Casi se sentía dolor al mirar sus ojos de estrella, de un color que recordaba la inmensidad del cielo. No me atreví a decírselo, pero habría pintado a Narciso mirándola y ahogándose en aquellos ojos maravillosos. " Cayendo en poética propia de aficionados... Pero vamos a ver Wiesenthal, ¿eso es lo que se te ocurre escribir sobre Grace Kelly, esa cursilería de la "inmensidad del cielo"?
EL ESNOBISMO DE LAS GOLONDRINAS.
Bueno, vayamos al título. ¿Cómo definiría Wiesenthal el esnobismo? Alude al libro de Thackeray (el autor de Barry Lindon), Book of snobs, al origen etimológico del término (sine nobiliate, sin título de noblzea), menciona a históricos esnobs, como Sócrates, Empédocles, Cicerón, Valle-Inclá, Nietzsche, Wilde, Liszt,..., ataca con fiereza -a veces sobreactuada- al turista en shorts actual, para Wiesenthal "el esnobismo es una actitud distante, estética y filosófica, que provoca, naturalmente, el rechazo de todos aquellos que prefieren adaptarse a las convenciones para sacar provecho en cualquier situación." Yo entendía por esnob a aquel que se decanta por una afinidad, un gusto, por el simple hecho de estar alejado de lo común, de lo más normal, y la mayoría de las veces quiere aparentar algo de lo que no está seguro, o que no domina, para diferenciarse de los demás, por decirlo de alguna forma. Pero me iré al dicionario y así salimos de dudas: esnob: "Persona que imita con afectación las maneras, opiniones, etc., de aquellos a quienes considera distinguidos". Es decir, un farsante, un imitador, un teatrero, en definitiva, un falso distinguido. Entonces ya desde el comienzo apreciamos una desviación en el verdadero sentido del término esnob, simplemente para encajarlo con sus intenciones, pues Wiesenthal nos quiere presentar un esnobismo distinguido, es decir, una sublimación del propio esnobismo, de forma que este esnobismo estaría dejando de ser esnobismo para resultar distinción auténtica -con lo que deducimos que la distinción es de por sí esnobismo, es decir, la distinción no existe y todo es esnobismo-. Nos da la impresión de que Wiesenthal pretende convertir una carencia en virtud. Y en esta postura encontramos precisamente el esnobismo del propio autor. Un esnobismo que no es ni el académico, ni el que él intenta presentar, un esnobismo que nace a veces de un sutil exceso en las formas -excesos poéticos con dispares resultados-, excesos informativos -dificultando la propia intención de la literatura, ya que a veces el texto se convierte en un batiburrillo de nombres, citas y anécdotas (¡atlas!)-, y excesos relacionales, por decirlo de algún modo, en el que personajes ilustres encuentran ubicación en un mismo lugar -el autor pretende justificarlo en el mundo de las casualidades-. Todo esto reprecute en la sinceridad de la propuesta de Wiesenthal, que no deja de ser un extraordinario fresco polidíptico -con el gran inconveniente de la tensión narrativa dilatada, no veo posible la redacción de una obra durante cincuenta años sin que se desequilibren el tono ni el impulso creativo (a no ser que se llame uno Robert Musil), lo que redunda en la artificiosidad de la obra- y en el que se citan -nunca mejor dicho, aunque sin la exageración propia de un Vila-Matas- ciudades, lugares, menús -sin la obsesión artificial de Eco en la reciente y floja El cementerio de Praga-, personajes famosos -muchos ya presentes en Libro de Réquiems-, y para mayor gloria del autor ¡referencias a sus obras anteriores! -algunas ni siquiera publicadas o publicadas después de este Esnobsimo como Luz de vísperas-. ¿Y las golondrinas? el carácter errante y viajero de estas aves migratorias facilitan la metáfora perfecta que necesita Wiesenthal para definir su propio divagar -casi milagroso- por diversas ciudades, en su mayoría europeas, desde Viena a Estambul, pasando por Estocolmo -donde se hayan sus orígenes-, Sevilla, Brujas, Versalles, etc..., y también para narrar desde la perspectiva del viajero esencial -en los capítulos dedicados al Orient Express y al Queen Elizabeth- la pérdida de las referencias, es decir, la pérdida de nuestra propia identidad -y en una circense maniobra filosófica conducir a este viajero sin raíces en un crisol donde se dan cita todos los aspectos de la sabiduría humana-. También aparecen algunas embarcaciones con el nombre de Golondrina, como la barcaza que va hasta Versalles.
LA RONDA DE OPHÜLS.
P80 "Max Ophüls rodó una película –amarga, difícil, incomprendida- que se titulaba la Ronda y que es, en el fondo, el sueño de los..." Esta peli de Ophüls -basada en un libro de Arthur Schnitzler- forma parte de una tetralogía que concluiría con la peli Lola Montes -y en la que participaba Simone Signoret. Curiosamente hace unos días leí en un libro dedicado a las últimas películas de los grandes maestros un comentario de Lola Montes y eso llamó mi atención sobre Ophüls al que veo aquí y relacionado con Schnitzler. ¿Será una de esas casualidades que tanto gustan a Wiesenthal?
EL DODECAFONISMO.
P86. "Thomas Mann estaba convencido de que la música dodecafónica había surgido en la obsesión de Arnold Schonberg por el número 12." Y que llevó al músico austríaco al final de sus días justo a las doce de la noche del día de su cumpleaños -como cada año temía-. Perdió aquí Wiesenthal una clara ocasión de referirse al Doktor Faustus de la novela de Thomas Mann. NOVELA AUSTRÍACA.
p 88. "No hay ninguna novela verdaderamente austríaca que no pueda haberse escrito en el Café Central desde La impaciencia del corazón de Zweig, hasta El tardío verano de Stifter." Fue tremendamente revelador este pasaje ya que yo había leído recientemente ambas novelas -y descubierto a sus autores- y de repente pensé que tendría que ir al Café Central de Viena para escribir mi gran obra maestra, luego concluí que escribir en un café -aunque sea el del Atabal- era de un gran esnobismo y deseché tal idea, me tomé el café y me fui a casa. Por otro lado me sentí muy defraudado con Wiesenthal ya que si hablaba de cafés y de Viena a la fuerza tenía que citar, mencionar al menos, a Thomas Bernhard y su Maestros Antiguos y el café del hotel Ambassador. A no ser que Thomas Bernhard no esté considerado como un esnob por Wiesenthal -llegado a este punto no sé si esto es bueno o malo, para Bernhard me refiero, bueno, y también para Wiesenthal-, y en ese caso, ¿es que todos los personajes del libro son esnobs?
LA NOVELA DEFINITIVA.
P96 "Una historia en que se mezclen los tiempos, los personajes vivos y muertos, la cultura y el desorden, la religión y la magia.... " Ésta era la novela que estaba pensando -repensando, según Bernhard, todo está repensado, y es caótico, y "todo se repite", según Hildesheimer- Wiesenthal. No hay que decir que el proyecto sobrepasaba cualquier límite que se le imponga al esnob. Y es que el mayor esnobs de todos los que confluyen en la novela de Wiesenthal no es otro sino Wiesenthal.
GEOLENGUAJE.
P102 "El profesor de Geografía fue la primera persona a la que oí hablar de Geopolítica, porque estaba tan identificado con su ciencia que le añadía el prefijo Geo a tods las palabras: geomántico, geomorfia, geocéntrico, geognósico..." Es uno de los párrafos más divertidos del libro. Wiesenthal no es que tenga un sentido del humor prodigioso pero a veces deja caer -con cuenta gotas- algunas anécdotas o situaciones o comentarios cómicos. Sin embargo su estilo es tan académico -¿quizás por el largo recorrido temporal de la redacción del libro?- que pocas veces te hace esbozar sino una sonrisa de valoración del intento, más que por la gracia de lo relatado. Aquí Wiesenthal podría haber propuesto otro término, resulta evidente, el "geoesnobismo". Pero este libro no se mira a sí mismo, simplemente avanza en la historia de los personajes que recorren esas ciudades por él elegidas.
LAS REFERENCIAS.
P164 "Cuando el paisaje cambia fugazmente en las ventanillas del tren, cambian también nuestras ideas, se desenfocan nuestras referencias y renacen nuestros pensamientos." El viajero siempre tiene la obsesiva idea del cambio. En realidad viaja para huir, o para encontrarse a uno mismo. Es curioso como los conceptos de huída y descubrimiento quedan enlazados en una extraña simbiosis. Estamos tan anclados en nuestro paisaje cotidiano que cualquier salida extraordinaria nos descoloca y desenfoca nuestra visión -no sólo sensorialmente sino también intelectualmente-. Nos preguntamos si esto es propio de los esnobs, como en casi cualquier momento del libro nos estamos preguntando continuamente si esto o aquello es propio del esnob, y también nos preguntamos muchas veces si somos realmente esnobs por leer este libro. Todo cobra una dimensión mayor -casi opresora- cuando a este dilatar el tiempo y el espacio que supone el viaje en tren sumamos la lectura de una obra maestra como Pasenov o el romanticismo de Hermann Broch -en mi viaje a Zurich-, poca gente es inmune al cambio definitivo que esta experiencia supone finalmente para su existencia. Me estoy yendo del tema, este comentario no es sobre Kovalski sino sobre el Wiesenthal.
BORGES IGNORADO.
P208. "La pipa de la sobremesa podía compartirse con un maharajá indio, un vendedor de pieles, un espía rumano al servicio de los alemanes o un arqueólogo inglés que iba a comenzar su temporada de excavaciones en Ur." Esto te lo podías encontrar en un trayecto del Orient Express. Al leer Ur me viene a la cabeza cierto relato de Borges. ¿Era Borges un esnob? Wiesenthal no lo menciona, pero hay tantos que Wiesenthal no menciona.
PAMUK IGNORADO.
P227. "Y recuerdo haber visto en la habitación que ocupaba Mustafa Kemal Atatürk –entre tapices chinos, sedas bordadas,muebles de madera noble y delicadas cristalerías- una alfombra de oracions en las que aparce bordado un reloj que marca las nueve y cinco. El maharajá que, en 1929, le hizo este regalo no podía saber que Kemal ataturk moriría nueve años más tarde , justo a esa misma hora." Resulta evidente que el libro de Wiesenthal no es un libro de adulaciones literarias. Permanecer un buen trozo de libro en Estambul y no mencionar a Orhan Pamuk -incluso imitando su estilo descriptivo fabuloso, consciente o inconscientemente, no lo sé, la verdad es que Wiesenthal es un gran escritor, técnicamente, al menos- es, más que un descuido, una falta de ¿esnobismo? En la página 243 leemos la crónica de la carrera en Ascot que hizo Wiesenthal desde el bar de la esquina. Un episodio "ditirámbico", de lo mejor del libro. Entonces uno se plantea ¿por qué se empeña Wiesenthal en querer resultar tan culto, tan erudito, tan informativo, cuando lo literario no tiene nada que ver con eso? Aún así, ¿qué es lo literario? ¿Alguien lo sabe?
LO SORPRENDENTE.
P252. "Nada hay para un niño como vivir en un mundo admirable y novelesco, inexplorado y fantástico, porque la sorpresa es la vía más pura del conocimiento." Estuve pensando un buen rato sobre esta idea. Creo que es un pensamiento absolutamente tópico que no obedece a la realidad. Yo creo que los niños llega un momento en que pierden el interés por la sorpresa, simplemente porque la mayoría de las cosas son nuevas para ellos y el efecto sorpresa se adhiere sobre todo a su propiedad de no común. En ese sentido creo que la sopresa es para el adulto lo realmente fantástico, y es de adultos cuando valoramos -y racionalmente- ese factor sorpresa del conocimiento. P305. "Los sentidos encuentran siempre la veda porque alcanzan el hastío. El ascetismo, por el contrario, sólo lleva a la insatisfacción." Pero es que de la insatisfacción nace el conocimiento, de la inquietud nace el movimiento, emocional, intelectual, del Hastío no nace nada, tan sólo la estupidez y el acomodamiento.
PINTURA BARROCA.
P376. "Esa leyenda fue pintada por Valdés Leal en las pinturas terribles –un carnaval de Hamlet-, que se conservan en la iglesia de la caridad, donde está enterrado el burlador arrepentido (Miguel de Maraña fue el truhán que inspiró la leyenda de Don Juan y dejó fama maldita en a Sevilla del siglo XVII.)" P378. "Me detenía siempre en el Hospital de la Caridad, porque –entre todos los delirios barrocos- conservaba una imagen de Santa Isabel de Hungría, pintada por Murillo, que me fascinaba como todos los recuerdos de esta muchacha a la que se le convertían los panes en rosas. " P381 (sobre Cervantes) "Tampoco debía de tener mucha fama literaria , porque no aparece en el Libro de descripción de verdaderos retratos de Francisco Pacheco, donde figuran todos los escritores, copleros y guitarristas de aquel tiempo." p 526. "Villa Medici es un lugar donde se morirá de aburrimiento cualquier hombre de acción", escribió Zola. Pero aquí pintó Diego Velázquez, español genial, unos cuadritos quietistas que, a mi juicio, representan el invento del romanticismo, dos siglos antes que los ingleses descubrieran el pintoresquismo." P 585. "En esta iglesia de los Capuchinos hay también un retrato de Incocencio X –el papa que pintó Velázquez- representado como un diablo. Es obra de Guido Reni. Pero mis amigos me llevaban a este lugar santo con ánimos menos trascendentes, porque tenían la idea de que daba buena suerte para jugar a la lotería."
LA MUERTE.
p 465. "Creo que los americanos son un pueblo desconocido, porque ellos mismos han sido maestros en vender su peor imagen, como suele hacer la publicidad moderna cuando diseña un anuncio agresivo y estúpido para un best seller. You die, we do the rest... Usted se muere y nosotros nos ocupamos del resto, que decía una agencia de pompas fúnebres en Nueva York." Oiga, que morirse tiene lo suyo, no es fácil.
LUGARES CON ENCANTO.
p 466. "También conozco un lugar sagrado en un parque, en el cruce de la calle Ciento Sesenta y Uno con la avenida Mott. Descubrí aquí un monumento al poeta Heine y anduve investigando, resultó ser curiosa." Lo encargó Sissi en Düsseldorf, pero los antisemitas impidieron su realización así que los emigrantes alemanes terminaron llevándose la estatua a Nueva York." Vaya historia más fascinante, adónde fue a parar el bueno de Heine... Me gusta la idea de los lugares sagrados, me refiero a sitios como el parquecillo Egmont en Bruselas, la plaza de Schwelinckplein en La Haya o el jardín del rectorado de la Universidad en Zurich, lugares poco frecuentados por los turistas y casi relegados a una esquinilla en las guías de turismo.
BRUJAS.
p.474. "Lo primero que hice cuando llegué a Brujas fue comprarme un álbum de papel dÁrches para mis acurelas. Era una carpeta negra que se cerraba con una goma." Esta frase me recuerda mucho mis intentos por progresar en el mundo del arte a través de mis percepciones viajeras. En cuanto llegué a París lo primero que hice fue meterme en una papelería -camino del Museo Picasso- para comprar unas ceras de colores. Ahora bien, ¿cómo se piden unas ceras de colores en francés? Después de varios minutos expresándome en los más diversos medios de comuinicación humanos tuve la suerte de advertir en un lugar de las estanterías unas perfectas ceras de colores. Sólo tuve que señalarlas y comprarlas. A Zurich llegué bien avituallado -gracias a mis sobris- con un moleskine y unas acurelas. Tras varios intentos en el puerto deportivo junto a Zurich Horn Park desistí de cualquier intento creativo en el futuro. No he vuelto a coger un pincel desde entonces... Me he vuelto a ir por las ramas kovalskianas, y es que una de las facultades de un buen libro es que enlaza de alguna forma con nuestra propia existencia, despierta recuerdos olvidados, frustraciones no asimiladas, pensamiento ocultos, etc... Es el Wiesenthal un buen libro, digámoslo sin ambajes -aunque no es obra maestra, digámoslo también sin miedo, el Wiesenthal no es una obra maestra-. Por otro lado, y después de haber visitado algunas ciudades europeas, uno se pregunta ¿es Brujas la ciudad más hermosa del mundo? Sinceramente, creo que me gusta más Lucerna. p. 490 "Ahora que cuento mis recuerdos de Brujas tengo miedo de que todo, metido en literatura, parezca un engañoso sueño, como una existencia indolente y despreocupada que nunca fue la mía." Ahora que lo dices, yo estuve en Brujas, me tomé un café bien caliente y un gofre de chocolate en un banco, cerca del ayuntamiento. ¿Fue una irrealidad? Tengo fotos. Aunque ese tipo larguirucho que aparece sonriente, alzando la mano y haciendo la señal de la victoria bien podría ser otro, un doble dostoievskiano. Nunca puede uno fiarse de la percepción. "Me habría gustado encontrarme entonces a Marguerite Yourcenar, pero nunca conseguí atraparla en su vuelo de mariposa." (sic) p. 493. "Viéndole hablar se me ocurría pensar que José Cohen era el viejo Zenón de L´ouvre au noir. Tenía algo de aquel sabio iniciado que había conocido el olor de azufre de los conventos d Brujas." Wiesenthal menciona en varias ocasiones este libro de Yourcenar, yo me decía, ¡pero qué demonios de libro es ése! Cuando leí lo de Zenón descubrí que se refería a Opus Nigrum, ¿por qué Wiesenthal afrancesó el título original en latín? porque es un esnob, está claro. p492. "En aquel lugar me citaba con el erudito que me explicaba la historia de los cuadros de Van Eyck. Debía de ser pariente del Doctor Fausto, porque lo sabía todo y, en su memoria, podía retroceder hasta tiempos remotos y anochecidos." Es todo un personaje propicio para una obra de ficción, un erudito que conoce al dedillo la historia del cuadro de El matrimonio Arnolfini y de cómo llegó a parar a la National Gallery de Londres. Aunque el concepto de culto en Wiesenthal tiene un peculiar sentido, ya lo veremos.
PLAZA DE ESPAÑA.
p 510. "Lord Byron se hospedó en la Piazza di Spagna, 66. Paseba por estas calles, buscando las huellas de Lucrecia Borgia, bellísima como la había retratado el Pinturicchio: loca, mala y peligrosa como él mismo." Dos cosas: no olvidaré cuando pasé por la plaza de España en Roma y frente a la casa de Mary Shelley, tampoco olvidaré cuando vi por primera vez un cuadro de Pinturicchio en la Biblioteca Ambrossiana de Milano.
UN PAPA ENTRE INDIOS.
p. 519. "Me habría gustado ver la audiencia que el papa concedió a Buffalo Bill y sus cmpañeros. Me figuro a León XIII, con sus galas pontificiales, rodeado por los siux con sus plumas, puñales y hachas." Sí, debió ser entrañable.
AMIGOS, ¿QUIÉN LOS NECESITA?
p. 554. "No tengo amigos, ni quiero tenerlos", decía el maestro, entregado a las visiones solitarias de su corazón. (Miguel Ángel). Sigue así, que te vas a tirar media vida subido en un andamio cayéndote goterones de pintura en los ojos, y luego para qué, ¿para ser inmortal? ¿para ser el mejor pintor de la historia, y el mejor escultor de la historia y uno de los peores poetas de la historia?
TURISMO CULTURAL.
p. 563 "No sé por qué hay ahora en el mundo tanta gente que viaja para ver pinturas. Si fuesen verdaderamente personas cultas visitarían también las bibliotecas, buscando incunables, o comprarían libros para hacérselos dedicar en los cafés que todavía frecuentan los escritores malditos. Ver museos no me parece más importante que escuchar música o leer, pero se ve que a los turistas les ha dado por las artes plásticas." Ver museos está bien -y soy capaz de pasear por las galerías leyendo a Bernhard y escuchando en los auriculares a un tal Andriessen-. P 590. "Joseph María Sert (pintor catalán) era, sobre todo, un hombre de una cultura extraordinaria: capaz de hablar durante horas de Antonello Messina, de los verdes de Veronese y los carmines de granza de Tiziano, de la técnica mejor para salvar un fresco románico o limpiar una vieja litografía de Durero. " Entonces Sert era muy culto porque podía hablar durante horas de Antonello Messina, pero ¿habría visitado los museos para conocer su técnica y sus carmines granza y sus verdes Veronese o sabría esto tras visitar a los escritores malditos en las cafeterías de turno como decía en el párrafo anterior? A lo mejor es que este párrafo lo escribió veinte años después -o antes- que el anterior, así no hay manera de escribir un libro... p 575. "Benvenuto Cellini trabajaba y exponía sus obras en la calle, como los artesanos del zoco. Sus obras apenas si eran cotizadas más que por su valor en oro. Por eso Carlos IX de Francia ordenó fundir, junto con algunas joyas antiguas y baratijas, el famoso salero que es hoy gloria del Museo de Viena. La pieza se salvó porque, en aquel momento, hacía falta un salero para la mesa real." Perdón, pero no me lo creo. P634. "Debe de ser la estética del turismo internacional, la cultura de las vacaciones, la globalización de la gorra, la estampida del éxito. Prefiero a los esnobs de toda la vida, nada modestos pero, al menos, conscientes de su amanerada frivolidad. " Qué manía, el turismo cultural es guai, entérese de una vez. P 625 "No sé por qué mi tía ponía al mismo nivel huérfanos y vagabundos, por ese sentimiento de solidaridad con los errantes quedó tan arraigado en mi vida como la desconfianza que siento por la gente demasiado aposentada y establecida. " ¡Pero si tú no dabas ni golpe!
UN LAPSUS DE SINCERIDAD.
P 628. "Sólo he escrito tonterías, poemas, memorias, ensayos, cientos de artículos, guías de viaje, diccionarios aburridísimos y novelas. Pero en un libro esnob cabe también un pequeño juego literario que parezca un cuento. " Omito comentar el susodicho cuento. ATLAS. P 638. "No creo que haya libros ilustrados más bellos, más poéticos, más fantásticos que los atlas." Estoy de acuerdo, pero esto no es un atlas.
LA CASUALIDAD DE LA VIDA.
P690 sobre la Fontana Rosa de Blasco Ibáñez en Menton: “Pero el nombre de esta hacienda me fascinaba por otro motivo más misterioso, porque era el apellido de la madre de Cristóbal Colón, la judía genovesa Susana Fontanarosa. Lo más bello de la vida son, para mí, las “casualidades”.” Las casualidades están bien pero sobre todo si son buscadas, en contra de lo que pudiera parecer, las más casuales no tienen gracia. Me gustan las casualidades, me obsesionan las casualidades, estoy todo el día investigando casualidades.

-Fin de la primera parte del comentario