miércoles, 9 de marzo de 2011

El esnobismo de las golondrinas (I), de Mauricio Wiesenthal



No es ésta una reseña al uso -signifique lo que signifique una reseña al uso-. Y es que la naturaleza de este libro no facilita esa conexión con el comentarista-lector. Digamos que planteo una especie de diálogo con algunos pasajes del libro que me interesaron. La mayoría de mis reflexiones sonarán huecas, artificiosas y desmesuradas en ocasiones -a veces ni existen y sólo aparece la cita del Wiesenthal-, pero si queremos comentar un libro sobre el esnobismo debemos hacerlo con cierta dosis de esnobismo. Espero que me perdonen mis lectores.
DESPUÉS DE LIBRO DE RÉQUIEMS.
"Cuando publiqué mi libro de Réquiems algunas personas se sorprendieron al saber que lo había ido soñando y ecribiendo durante cuarenta años. También este libro ha sido escrito durante medio siglo." Y digamos que de alguna forma se entrecruza a veces con el propio Libro de Réquiems, pues los frecuentan ambos en ocasiones los mismos personajes (de Coco Chanel a Nietzsche, de Sissi a Zweig, de Lou Salomé a Wilde). Si bien este Esnobismo podría encuadrarse en el género de libro de viajes y aquél era un libro de biografías, aunque muy al estilo Wiesenthal los dos. Es decir, muchas referencias literarias y artísticas, y anécdotas y vivencias biográficas del propio escritor. LO RIDÍCULO.
En el prólogo "Hola y Adiós" empezamos a leer ideas muy interesantes, como ésta sobre lo ridículo: "De joven uno se ríe de lo ridículo. Y, con los años, uno aprende que lo ridículo -cuando es humano- tiene la sublime nobleza de lo trágico." Yo creo que lo ridículo no posee nada de eso sino que es el sentido de lo ridículo lo que experimente cambios con la edad, y pasa de ser una fantasmal presencia que nos acecha a un simple mecanismo de defensa social bastante práctico -y creo que se pierde en el cambio-. Por otro lado le diría a Wiesenthal que lo ridículo no puede dejar de ser nunca humano. Y diría aún más, lo ridículo tiende a precipitarse, a agudizarse con la edad, es decir, todo lo contrario de lo que plantea el maestro Wiesenthal -no sé si irónicamente, incluso-. Lo que a los veinte joven nos parecía digno, a los cuarenta nos parece ridículo, lo que a los veinte nos parecía gracioso, original, a los cuarenta nos parece tremendamente ridículo. Y diría aún mucho más, a los cuarenta CUALQUIER COSA nos parece ridícula, incluso el asunto de la ridiculez deja de ser una apariencia, una apreciación, para convertirse en una certeza, la certeza de lo rídículo. De hecho, este pensamiento es igualmente ridículo.
BELLEZA.
"El buen viajero no busca la verdad sino la belleza". Es otra idea sobre la que reflexionar, ¿está la verdad exenta de belleza y la verdad de belleza, no es siempre hermosa la verdad, y no encierra la belleza siempre una verdad, aunque sea idealizada -y por tanto más verdadera-? P636. "Me pidieron que escribiese un libro sobre Mónaco y busqué ayuda en la Agence Nacional de Tourisme y en la princesa Grace. Era una mujer fascinante que, como las flores cortadas, tenía un encanto salvaje y reprimido. Casi se sentía dolor al mirar sus ojos de estrella, de un color que recordaba la inmensidad del cielo. No me atreví a decírselo, pero habría pintado a Narciso mirándola y ahogándose en aquellos ojos maravillosos. " Cayendo en poética propia de aficionados... Pero vamos a ver Wiesenthal, ¿eso es lo que se te ocurre escribir sobre Grace Kelly, esa cursilería de la "inmensidad del cielo"?
EL ESNOBISMO DE LAS GOLONDRINAS.
Bueno, vayamos al título. ¿Cómo definiría Wiesenthal el esnobismo? Alude al libro de Thackeray (el autor de Barry Lindon), Book of snobs, al origen etimológico del término (sine nobiliate, sin título de noblzea), menciona a históricos esnobs, como Sócrates, Empédocles, Cicerón, Valle-Inclá, Nietzsche, Wilde, Liszt,..., ataca con fiereza -a veces sobreactuada- al turista en shorts actual, para Wiesenthal "el esnobismo es una actitud distante, estética y filosófica, que provoca, naturalmente, el rechazo de todos aquellos que prefieren adaptarse a las convenciones para sacar provecho en cualquier situación." Yo entendía por esnob a aquel que se decanta por una afinidad, un gusto, por el simple hecho de estar alejado de lo común, de lo más normal, y la mayoría de las veces quiere aparentar algo de lo que no está seguro, o que no domina, para diferenciarse de los demás, por decirlo de alguna forma. Pero me iré al dicionario y así salimos de dudas: esnob: "Persona que imita con afectación las maneras, opiniones, etc., de aquellos a quienes considera distinguidos". Es decir, un farsante, un imitador, un teatrero, en definitiva, un falso distinguido. Entonces ya desde el comienzo apreciamos una desviación en el verdadero sentido del término esnob, simplemente para encajarlo con sus intenciones, pues Wiesenthal nos quiere presentar un esnobismo distinguido, es decir, una sublimación del propio esnobismo, de forma que este esnobismo estaría dejando de ser esnobismo para resultar distinción auténtica -con lo que deducimos que la distinción es de por sí esnobismo, es decir, la distinción no existe y todo es esnobismo-. Nos da la impresión de que Wiesenthal pretende convertir una carencia en virtud. Y en esta postura encontramos precisamente el esnobismo del propio autor. Un esnobismo que no es ni el académico, ni el que él intenta presentar, un esnobismo que nace a veces de un sutil exceso en las formas -excesos poéticos con dispares resultados-, excesos informativos -dificultando la propia intención de la literatura, ya que a veces el texto se convierte en un batiburrillo de nombres, citas y anécdotas (¡atlas!)-, y excesos relacionales, por decirlo de algún modo, en el que personajes ilustres encuentran ubicación en un mismo lugar -el autor pretende justificarlo en el mundo de las casualidades-. Todo esto reprecute en la sinceridad de la propuesta de Wiesenthal, que no deja de ser un extraordinario fresco polidíptico -con el gran inconveniente de la tensión narrativa dilatada, no veo posible la redacción de una obra durante cincuenta años sin que se desequilibren el tono ni el impulso creativo (a no ser que se llame uno Robert Musil), lo que redunda en la artificiosidad de la obra- y en el que se citan -nunca mejor dicho, aunque sin la exageración propia de un Vila-Matas- ciudades, lugares, menús -sin la obsesión artificial de Eco en la reciente y floja El cementerio de Praga-, personajes famosos -muchos ya presentes en Libro de Réquiems-, y para mayor gloria del autor ¡referencias a sus obras anteriores! -algunas ni siquiera publicadas o publicadas después de este Esnobsimo como Luz de vísperas-. ¿Y las golondrinas? el carácter errante y viajero de estas aves migratorias facilitan la metáfora perfecta que necesita Wiesenthal para definir su propio divagar -casi milagroso- por diversas ciudades, en su mayoría europeas, desde Viena a Estambul, pasando por Estocolmo -donde se hayan sus orígenes-, Sevilla, Brujas, Versalles, etc..., y también para narrar desde la perspectiva del viajero esencial -en los capítulos dedicados al Orient Express y al Queen Elizabeth- la pérdida de las referencias, es decir, la pérdida de nuestra propia identidad -y en una circense maniobra filosófica conducir a este viajero sin raíces en un crisol donde se dan cita todos los aspectos de la sabiduría humana-. También aparecen algunas embarcaciones con el nombre de Golondrina, como la barcaza que va hasta Versalles.
LA RONDA DE OPHÜLS.
P80 "Max Ophüls rodó una película –amarga, difícil, incomprendida- que se titulaba la Ronda y que es, en el fondo, el sueño de los..." Esta peli de Ophüls -basada en un libro de Arthur Schnitzler- forma parte de una tetralogía que concluiría con la peli Lola Montes -y en la que participaba Simone Signoret. Curiosamente hace unos días leí en un libro dedicado a las últimas películas de los grandes maestros un comentario de Lola Montes y eso llamó mi atención sobre Ophüls al que veo aquí y relacionado con Schnitzler. ¿Será una de esas casualidades que tanto gustan a Wiesenthal?
EL DODECAFONISMO.
P86. "Thomas Mann estaba convencido de que la música dodecafónica había surgido en la obsesión de Arnold Schonberg por el número 12." Y que llevó al músico austríaco al final de sus días justo a las doce de la noche del día de su cumpleaños -como cada año temía-. Perdió aquí Wiesenthal una clara ocasión de referirse al Doktor Faustus de la novela de Thomas Mann. NOVELA AUSTRÍACA.
p 88. "No hay ninguna novela verdaderamente austríaca que no pueda haberse escrito en el Café Central desde La impaciencia del corazón de Zweig, hasta El tardío verano de Stifter." Fue tremendamente revelador este pasaje ya que yo había leído recientemente ambas novelas -y descubierto a sus autores- y de repente pensé que tendría que ir al Café Central de Viena para escribir mi gran obra maestra, luego concluí que escribir en un café -aunque sea el del Atabal- era de un gran esnobismo y deseché tal idea, me tomé el café y me fui a casa. Por otro lado me sentí muy defraudado con Wiesenthal ya que si hablaba de cafés y de Viena a la fuerza tenía que citar, mencionar al menos, a Thomas Bernhard y su Maestros Antiguos y el café del hotel Ambassador. A no ser que Thomas Bernhard no esté considerado como un esnob por Wiesenthal -llegado a este punto no sé si esto es bueno o malo, para Bernhard me refiero, bueno, y también para Wiesenthal-, y en ese caso, ¿es que todos los personajes del libro son esnobs?
LA NOVELA DEFINITIVA.
P96 "Una historia en que se mezclen los tiempos, los personajes vivos y muertos, la cultura y el desorden, la religión y la magia.... " Ésta era la novela que estaba pensando -repensando, según Bernhard, todo está repensado, y es caótico, y "todo se repite", según Hildesheimer- Wiesenthal. No hay que decir que el proyecto sobrepasaba cualquier límite que se le imponga al esnob. Y es que el mayor esnobs de todos los que confluyen en la novela de Wiesenthal no es otro sino Wiesenthal.
GEOLENGUAJE.
P102 "El profesor de Geografía fue la primera persona a la que oí hablar de Geopolítica, porque estaba tan identificado con su ciencia que le añadía el prefijo Geo a tods las palabras: geomántico, geomorfia, geocéntrico, geognósico..." Es uno de los párrafos más divertidos del libro. Wiesenthal no es que tenga un sentido del humor prodigioso pero a veces deja caer -con cuenta gotas- algunas anécdotas o situaciones o comentarios cómicos. Sin embargo su estilo es tan académico -¿quizás por el largo recorrido temporal de la redacción del libro?- que pocas veces te hace esbozar sino una sonrisa de valoración del intento, más que por la gracia de lo relatado. Aquí Wiesenthal podría haber propuesto otro término, resulta evidente, el "geoesnobismo". Pero este libro no se mira a sí mismo, simplemente avanza en la historia de los personajes que recorren esas ciudades por él elegidas.
LAS REFERENCIAS.
P164 "Cuando el paisaje cambia fugazmente en las ventanillas del tren, cambian también nuestras ideas, se desenfocan nuestras referencias y renacen nuestros pensamientos." El viajero siempre tiene la obsesiva idea del cambio. En realidad viaja para huir, o para encontrarse a uno mismo. Es curioso como los conceptos de huída y descubrimiento quedan enlazados en una extraña simbiosis. Estamos tan anclados en nuestro paisaje cotidiano que cualquier salida extraordinaria nos descoloca y desenfoca nuestra visión -no sólo sensorialmente sino también intelectualmente-. Nos preguntamos si esto es propio de los esnobs, como en casi cualquier momento del libro nos estamos preguntando continuamente si esto o aquello es propio del esnob, y también nos preguntamos muchas veces si somos realmente esnobs por leer este libro. Todo cobra una dimensión mayor -casi opresora- cuando a este dilatar el tiempo y el espacio que supone el viaje en tren sumamos la lectura de una obra maestra como Pasenov o el romanticismo de Hermann Broch -en mi viaje a Zurich-, poca gente es inmune al cambio definitivo que esta experiencia supone finalmente para su existencia. Me estoy yendo del tema, este comentario no es sobre Kovalski sino sobre el Wiesenthal.
BORGES IGNORADO.
P208. "La pipa de la sobremesa podía compartirse con un maharajá indio, un vendedor de pieles, un espía rumano al servicio de los alemanes o un arqueólogo inglés que iba a comenzar su temporada de excavaciones en Ur." Esto te lo podías encontrar en un trayecto del Orient Express. Al leer Ur me viene a la cabeza cierto relato de Borges. ¿Era Borges un esnob? Wiesenthal no lo menciona, pero hay tantos que Wiesenthal no menciona.
PAMUK IGNORADO.
P227. "Y recuerdo haber visto en la habitación que ocupaba Mustafa Kemal Atatürk –entre tapices chinos, sedas bordadas,muebles de madera noble y delicadas cristalerías- una alfombra de oracions en las que aparce bordado un reloj que marca las nueve y cinco. El maharajá que, en 1929, le hizo este regalo no podía saber que Kemal ataturk moriría nueve años más tarde , justo a esa misma hora." Resulta evidente que el libro de Wiesenthal no es un libro de adulaciones literarias. Permanecer un buen trozo de libro en Estambul y no mencionar a Orhan Pamuk -incluso imitando su estilo descriptivo fabuloso, consciente o inconscientemente, no lo sé, la verdad es que Wiesenthal es un gran escritor, técnicamente, al menos- es, más que un descuido, una falta de ¿esnobismo? En la página 243 leemos la crónica de la carrera en Ascot que hizo Wiesenthal desde el bar de la esquina. Un episodio "ditirámbico", de lo mejor del libro. Entonces uno se plantea ¿por qué se empeña Wiesenthal en querer resultar tan culto, tan erudito, tan informativo, cuando lo literario no tiene nada que ver con eso? Aún así, ¿qué es lo literario? ¿Alguien lo sabe?
LO SORPRENDENTE.
P252. "Nada hay para un niño como vivir en un mundo admirable y novelesco, inexplorado y fantástico, porque la sorpresa es la vía más pura del conocimiento." Estuve pensando un buen rato sobre esta idea. Creo que es un pensamiento absolutamente tópico que no obedece a la realidad. Yo creo que los niños llega un momento en que pierden el interés por la sorpresa, simplemente porque la mayoría de las cosas son nuevas para ellos y el efecto sorpresa se adhiere sobre todo a su propiedad de no común. En ese sentido creo que la sopresa es para el adulto lo realmente fantástico, y es de adultos cuando valoramos -y racionalmente- ese factor sorpresa del conocimiento. P305. "Los sentidos encuentran siempre la veda porque alcanzan el hastío. El ascetismo, por el contrario, sólo lleva a la insatisfacción." Pero es que de la insatisfacción nace el conocimiento, de la inquietud nace el movimiento, emocional, intelectual, del Hastío no nace nada, tan sólo la estupidez y el acomodamiento.
PINTURA BARROCA.
P376. "Esa leyenda fue pintada por Valdés Leal en las pinturas terribles –un carnaval de Hamlet-, que se conservan en la iglesia de la caridad, donde está enterrado el burlador arrepentido (Miguel de Maraña fue el truhán que inspiró la leyenda de Don Juan y dejó fama maldita en a Sevilla del siglo XVII.)" P378. "Me detenía siempre en el Hospital de la Caridad, porque –entre todos los delirios barrocos- conservaba una imagen de Santa Isabel de Hungría, pintada por Murillo, que me fascinaba como todos los recuerdos de esta muchacha a la que se le convertían los panes en rosas. " P381 (sobre Cervantes) "Tampoco debía de tener mucha fama literaria , porque no aparece en el Libro de descripción de verdaderos retratos de Francisco Pacheco, donde figuran todos los escritores, copleros y guitarristas de aquel tiempo." p 526. "Villa Medici es un lugar donde se morirá de aburrimiento cualquier hombre de acción", escribió Zola. Pero aquí pintó Diego Velázquez, español genial, unos cuadritos quietistas que, a mi juicio, representan el invento del romanticismo, dos siglos antes que los ingleses descubrieran el pintoresquismo." P 585. "En esta iglesia de los Capuchinos hay también un retrato de Incocencio X –el papa que pintó Velázquez- representado como un diablo. Es obra de Guido Reni. Pero mis amigos me llevaban a este lugar santo con ánimos menos trascendentes, porque tenían la idea de que daba buena suerte para jugar a la lotería."
LA MUERTE.
p 465. "Creo que los americanos son un pueblo desconocido, porque ellos mismos han sido maestros en vender su peor imagen, como suele hacer la publicidad moderna cuando diseña un anuncio agresivo y estúpido para un best seller. You die, we do the rest... Usted se muere y nosotros nos ocupamos del resto, que decía una agencia de pompas fúnebres en Nueva York." Oiga, que morirse tiene lo suyo, no es fácil.
LUGARES CON ENCANTO.
p 466. "También conozco un lugar sagrado en un parque, en el cruce de la calle Ciento Sesenta y Uno con la avenida Mott. Descubrí aquí un monumento al poeta Heine y anduve investigando, resultó ser curiosa." Lo encargó Sissi en Düsseldorf, pero los antisemitas impidieron su realización así que los emigrantes alemanes terminaron llevándose la estatua a Nueva York." Vaya historia más fascinante, adónde fue a parar el bueno de Heine... Me gusta la idea de los lugares sagrados, me refiero a sitios como el parquecillo Egmont en Bruselas, la plaza de Schwelinckplein en La Haya o el jardín del rectorado de la Universidad en Zurich, lugares poco frecuentados por los turistas y casi relegados a una esquinilla en las guías de turismo.
BRUJAS.
p.474. "Lo primero que hice cuando llegué a Brujas fue comprarme un álbum de papel dÁrches para mis acurelas. Era una carpeta negra que se cerraba con una goma." Esta frase me recuerda mucho mis intentos por progresar en el mundo del arte a través de mis percepciones viajeras. En cuanto llegué a París lo primero que hice fue meterme en una papelería -camino del Museo Picasso- para comprar unas ceras de colores. Ahora bien, ¿cómo se piden unas ceras de colores en francés? Después de varios minutos expresándome en los más diversos medios de comuinicación humanos tuve la suerte de advertir en un lugar de las estanterías unas perfectas ceras de colores. Sólo tuve que señalarlas y comprarlas. A Zurich llegué bien avituallado -gracias a mis sobris- con un moleskine y unas acurelas. Tras varios intentos en el puerto deportivo junto a Zurich Horn Park desistí de cualquier intento creativo en el futuro. No he vuelto a coger un pincel desde entonces... Me he vuelto a ir por las ramas kovalskianas, y es que una de las facultades de un buen libro es que enlaza de alguna forma con nuestra propia existencia, despierta recuerdos olvidados, frustraciones no asimiladas, pensamiento ocultos, etc... Es el Wiesenthal un buen libro, digámoslo sin ambajes -aunque no es obra maestra, digámoslo también sin miedo, el Wiesenthal no es una obra maestra-. Por otro lado, y después de haber visitado algunas ciudades europeas, uno se pregunta ¿es Brujas la ciudad más hermosa del mundo? Sinceramente, creo que me gusta más Lucerna. p. 490 "Ahora que cuento mis recuerdos de Brujas tengo miedo de que todo, metido en literatura, parezca un engañoso sueño, como una existencia indolente y despreocupada que nunca fue la mía." Ahora que lo dices, yo estuve en Brujas, me tomé un café bien caliente y un gofre de chocolate en un banco, cerca del ayuntamiento. ¿Fue una irrealidad? Tengo fotos. Aunque ese tipo larguirucho que aparece sonriente, alzando la mano y haciendo la señal de la victoria bien podría ser otro, un doble dostoievskiano. Nunca puede uno fiarse de la percepción. "Me habría gustado encontrarme entonces a Marguerite Yourcenar, pero nunca conseguí atraparla en su vuelo de mariposa." (sic) p. 493. "Viéndole hablar se me ocurría pensar que José Cohen era el viejo Zenón de L´ouvre au noir. Tenía algo de aquel sabio iniciado que había conocido el olor de azufre de los conventos d Brujas." Wiesenthal menciona en varias ocasiones este libro de Yourcenar, yo me decía, ¡pero qué demonios de libro es ése! Cuando leí lo de Zenón descubrí que se refería a Opus Nigrum, ¿por qué Wiesenthal afrancesó el título original en latín? porque es un esnob, está claro. p492. "En aquel lugar me citaba con el erudito que me explicaba la historia de los cuadros de Van Eyck. Debía de ser pariente del Doctor Fausto, porque lo sabía todo y, en su memoria, podía retroceder hasta tiempos remotos y anochecidos." Es todo un personaje propicio para una obra de ficción, un erudito que conoce al dedillo la historia del cuadro de El matrimonio Arnolfini y de cómo llegó a parar a la National Gallery de Londres. Aunque el concepto de culto en Wiesenthal tiene un peculiar sentido, ya lo veremos.
PLAZA DE ESPAÑA.
p 510. "Lord Byron se hospedó en la Piazza di Spagna, 66. Paseba por estas calles, buscando las huellas de Lucrecia Borgia, bellísima como la había retratado el Pinturicchio: loca, mala y peligrosa como él mismo." Dos cosas: no olvidaré cuando pasé por la plaza de España en Roma y frente a la casa de Mary Shelley, tampoco olvidaré cuando vi por primera vez un cuadro de Pinturicchio en la Biblioteca Ambrossiana de Milano.
UN PAPA ENTRE INDIOS.
p. 519. "Me habría gustado ver la audiencia que el papa concedió a Buffalo Bill y sus cmpañeros. Me figuro a León XIII, con sus galas pontificiales, rodeado por los siux con sus plumas, puñales y hachas." Sí, debió ser entrañable.
AMIGOS, ¿QUIÉN LOS NECESITA?
p. 554. "No tengo amigos, ni quiero tenerlos", decía el maestro, entregado a las visiones solitarias de su corazón. (Miguel Ángel). Sigue así, que te vas a tirar media vida subido en un andamio cayéndote goterones de pintura en los ojos, y luego para qué, ¿para ser inmortal? ¿para ser el mejor pintor de la historia, y el mejor escultor de la historia y uno de los peores poetas de la historia?
TURISMO CULTURAL.
p. 563 "No sé por qué hay ahora en el mundo tanta gente que viaja para ver pinturas. Si fuesen verdaderamente personas cultas visitarían también las bibliotecas, buscando incunables, o comprarían libros para hacérselos dedicar en los cafés que todavía frecuentan los escritores malditos. Ver museos no me parece más importante que escuchar música o leer, pero se ve que a los turistas les ha dado por las artes plásticas." Ver museos está bien -y soy capaz de pasear por las galerías leyendo a Bernhard y escuchando en los auriculares a un tal Andriessen-. P 590. "Joseph María Sert (pintor catalán) era, sobre todo, un hombre de una cultura extraordinaria: capaz de hablar durante horas de Antonello Messina, de los verdes de Veronese y los carmines de granza de Tiziano, de la técnica mejor para salvar un fresco románico o limpiar una vieja litografía de Durero. " Entonces Sert era muy culto porque podía hablar durante horas de Antonello Messina, pero ¿habría visitado los museos para conocer su técnica y sus carmines granza y sus verdes Veronese o sabría esto tras visitar a los escritores malditos en las cafeterías de turno como decía en el párrafo anterior? A lo mejor es que este párrafo lo escribió veinte años después -o antes- que el anterior, así no hay manera de escribir un libro... p 575. "Benvenuto Cellini trabajaba y exponía sus obras en la calle, como los artesanos del zoco. Sus obras apenas si eran cotizadas más que por su valor en oro. Por eso Carlos IX de Francia ordenó fundir, junto con algunas joyas antiguas y baratijas, el famoso salero que es hoy gloria del Museo de Viena. La pieza se salvó porque, en aquel momento, hacía falta un salero para la mesa real." Perdón, pero no me lo creo. P634. "Debe de ser la estética del turismo internacional, la cultura de las vacaciones, la globalización de la gorra, la estampida del éxito. Prefiero a los esnobs de toda la vida, nada modestos pero, al menos, conscientes de su amanerada frivolidad. " Qué manía, el turismo cultural es guai, entérese de una vez. P 625 "No sé por qué mi tía ponía al mismo nivel huérfanos y vagabundos, por ese sentimiento de solidaridad con los errantes quedó tan arraigado en mi vida como la desconfianza que siento por la gente demasiado aposentada y establecida. " ¡Pero si tú no dabas ni golpe!
UN LAPSUS DE SINCERIDAD.
P 628. "Sólo he escrito tonterías, poemas, memorias, ensayos, cientos de artículos, guías de viaje, diccionarios aburridísimos y novelas. Pero en un libro esnob cabe también un pequeño juego literario que parezca un cuento. " Omito comentar el susodicho cuento. ATLAS. P 638. "No creo que haya libros ilustrados más bellos, más poéticos, más fantásticos que los atlas." Estoy de acuerdo, pero esto no es un atlas.
LA CASUALIDAD DE LA VIDA.
P690 sobre la Fontana Rosa de Blasco Ibáñez en Menton: “Pero el nombre de esta hacienda me fascinaba por otro motivo más misterioso, porque era el apellido de la madre de Cristóbal Colón, la judía genovesa Susana Fontanarosa. Lo más bello de la vida son, para mí, las “casualidades”.” Las casualidades están bien pero sobre todo si son buscadas, en contra de lo que pudiera parecer, las más casuales no tienen gracia. Me gustan las casualidades, me obsesionan las casualidades, estoy todo el día investigando casualidades.

-Fin de la primera parte del comentario

No hay comentarios: