viernes, 31 de diciembre de 2010

Premios Kovalski 2010










Kovalski de oro:

CORAZONES CICATRIZADOS, de Max Blecher.

















Kovalski de plata: SOY UN GATO, de Natsume Soseki.
















Kovalski de bronce. NADA QUE TEMER, de Julian Barnes.















Kovalski relatos: Mis premios, de Thomas Bernhard.

Kovalski de arte: El rosa Tiepolo, de Roberto Calasso.

Kovalski de cine: Sergio Leone. Algo que ver con la muerte, de Cristopher Frayling.

Kovalski "al mayor disparate": El tercer policía, de Flann O´Brien.

Kovalski "clásico": El hombre sin atributos, de Robert Musil.

Kovalski "mejor relectura": La calera, de Thomas Bernhard.

Kovalski en castellano: Dublinesca, de Vila-Matas.

domingo, 19 de diciembre de 2010

La calera, de Thomas Bernhard


Llegó la hora de comentar La Calera de Thomas Bernhard (“Das kalkwerk” 1973. Editorial Alianza, 2003, 243 pág. Traducción de Miguel Sáenz). Tenía la mesa repleta de papeles con notas, comentarios y citas textuales de la novela. Mi padre miró alrededor y dijo: hijo, esas notas son demenciales. Era tal la cantidad de anotaciones, comentarios y citas sobre la novela que el volumen de éstos superaba con creces el de la novela original. Me dije: te estás excediendo con las citas, te estás excediendo con los comentarios, me dije, te estás excediendo con las notas, en definitiva, te estás excediendo en absoluto con La Calera. Intenté ordenarlos -sin conseguirlo-, intenté establecer una estructura parlamentaria -absurdamente-, intenté concretar una jerarquía del discurso bernhardiano -sin éxito-, intenté que el comentario sobre La Calera de Bernhard no fracasara desde el principio -consiguiendo un fracaso absoluto y total en realidad desde el principio-.

Me pregunté qué sentido tendrían mis notas, hacia dónde se dirigirían mis notas, qué pretendía yo incluyendo en mis notas todos y cada uno de los pasajes de la novela de Bernhard. Todo está aquí, me dije, todo está en la novela de Bernhard, todo está en la Calera, me dije, no sé si feliz por esta circunstancia o tremendamente desgraciado por ello. Pero si yo anotaba todos y cada uno de los pasajes de la Calera, y en definitiva anotaba todas y cada una de las ideas de la Calera éstas dejaban en realidad de ser notas para pasar a ser la propia La Calera en sí. Me planteé esta posibilidad, me acordé de Funes el memorioso de Borges, el hombre cuya memoria extraordinaria le facultaba para recordar cada instante de cada día de su vida, lo que le conducía a una incapacidad mortal, en definitiva, para recordar nada, ya que para recordar un día empleaba otro día entero en ese proceso de recuerdo, y lo mismo me pasaba a mi con la Calera, que simplemente anotaba todo lo que leía en la Calera, y yo me decía, te estás excediendo en las notas, así como te estás excediendo en todo lo relativo a la Calera, y quizás incluso te estés excediendo en hacer el comentario sobre la Calera, un comentario que nunca podrás finalizar y que únicamente podrá permanecer en tu cabeza, por así decirlo, esperando quizás el momento idóneo, digamos ideal, para plasmarlo en el papel.

Un narrador anónimo -un vendedor de seguros- nos relata la historia de Konrad -recluído en una celda del distrito de Wells a la espera de juicio por asesinato- a través de declaraciones de personas de su entorno que transcriben los comentarios y reflexiones del propio Konrad así como la naturaleza de los hechos acaecidos en la propiedad denominada La Calera, en Sicking, donde Konrad buscaba el "aislamiento absoluto" (p. 19).

También se incluyen los comentarios y cotilleos referentes al suceso que se dan en diferentes poblaciones -o mesones o lugares o publicaciones, hoteles..., aún no me he enterado- como Gmachl, Laska, Lanner y Stiegler. Los declarantes consultados son Wieser -admnistrador de terrenos de Nussler-, Fro -administrador de terrenos de Trattner-, Höller -mozo de La Calera-, y el inspector de construcción.
Los hechos: Konrad le pega dos o tres tiros o hasta cuatro, al parecer, según las diferentes versiones, en la sien -derecha o izquierda- o en la nuca a su mujer inválida ("la señora Konrad, de la que se dice que era sin duda inválida, pero de gran belleza", p.20). La traslada al primer piso para arrojarla por la ventana al agua pero se arrepiente y la devuelve a la silla con ruedas de su habitación del segundo piso. Así pudieron reconstruirse más o menos, los hechos. Actualmente Konrad está encerrado en una celda del distrito de Wells.

Trasladarse a la Calera siempre había sido un sueño de juventud de Konrad. Pero la Calera (con mayúscula) que había sido heredada por su sobrino Hörhager no fue puesta en venta hasta que la calera (con minúscula) dejó de ser rentable, como le comunicó su administrador, y así Hörhager negó la venta a Konrad durante dos decenios hasta que al final accedió a vendérsela por una suma extremadamente desorbitada. De nuevo el protagonista compra una propiedad lúgubre y mortal -y a la que sólo se puede acceder por el Este, y en invierno ni siquiera por ahí- por un importe estrambótico, tal y como sucedía en Sí, y tal y como sucede en uno de los relatos autobiográficos de Mis premios.

"Y cuanto más me esforzaba por adquirir la posesión de la calera, le dijo Konrad al parecer a Wieser, tanto más me rechazaba Hörhager, no me la vendía pero tampoco se la vendía a otro, para no poner fin a los esfuerzos por mi parte por adquirir la Calera, necesitaba esos esfuerzos míos desesperados, observaba con placer esos esfuerzos míos desesperados por adquirir la Calera, le dijo al parecer Konrad a Wieser." Cuando Konrad necesita urgentemente la Calera para poder llevar a cabo el estudio intelectual que intenta llevar a cabo en los últimos 20 años.

¿Qué sabemos del estudio del oído de Konrad?
Sabemos que es un estudio filosófico y matemático y médico y anatómico, es todo de eso y nada de eso, es, en definitiva, el auténtico -y definitivo- estudio del oído, porque del cerebro y sobre el cerebro se ha escrito mucho pero sobre el oído no se ha escrito nada nuevo en siglos.
El estudio de Konrad -sobre el que lleva trabajando los últimos 20 años y el cual tiene completo y desarrollado en su cabeza: "Un estudio que uno tiene sólo en la cabeza, pero no sobre el papel, no existe al fin y al cabo en absoluto, le dijo Konrad al parecer al inspector de construcción, dice Wieser", con el riesgo de que en cualquier momento pueda desmoronarse- comprende 9 capítulos. El capítulo 1 se ocupa de introducir el resto de capítulos. En el capítulo 9 se explica los capítulos anteriores. En realizar el capítulo 1 tardó Konrad dos años, mientras que en escribir -más bien imaginar- el resto de capítulos tardó 18 años. El cápítulo 6º versa sobre el suboído y el capítulo 7º se llama Oír y ver. El capítulo 5º es el más difícil y aún no tiene título.

¿Cómo crees que se refiere en definitiva Konrad al estudio, al trabajo intelectual?
a. es una hermosa tarea;
b. en la Calera existen las posibilidades más altas en relación al estudio ("sólo pensó siempre, como era natural, en su estudio, para el que la Calera le pareció siempre ideal"); y al final en la Calera se hace imposible absolutamente el desarrollo de dicho trabajo;
c. el estudio para Konrad es más importante que la locura ("Naturalmente nada sería más fácil, dijo al parecer Konrad, que volverse sencillamente loco de verdad");
d. si tuviera que escoger entre su mujer y su estudio Konrad elegiría su estudio sin dudarlo;
e. todas son ciertas.
Digamos que Konrad utiliza un método con su mujer para recuperar o reforzar o educar o tratar su oído, la verdad es que no tengo ni idea de qué va el método Urbantschitsch pero Konrad lo usa hasta el agotamiento -de su mujer. Este método consiste en:

a. repetirle o hacerle repetir una frase con una vocal o una consonante muy repetida como "mi íntimo amigo el maniquí" -¿cuál será la frase en el alemán original?-hasta 200 veces durante 6 o 7 horas todos los días de la semana, durante meses, años.
b. no tengo ni idea.
c. las dos son ciertas.

Avanzaba yo en la lectura de La Calera de Thomas Bernhard cuando me dio por ir apuntando -en lugar de anotar citas textuales, un proceso que me duró un par depáginas- ideas, conceptos, referencias,situaciones, con una intención desdibujada y poco clara:
tenido por chiflado, interminable proceso de burlas, distracciones permanentes, ningún amigo verdadero, todo es una comedia (en el mundo y en la Calera, página 84), Konrad tiene un excelente oído (oye los pinos y el agua aunque no los ve), cuadernos con observaciones de ruidos desde las profundidades del agua.

Konrad tiene dos posibilidades de futuro, ¿cuál de estas dos te parece la más justa o idónea o definitiva?
a. establecimiento penitenciario de Gapsten, por asesinato.
b. establecimiento psiquiátrico de Niedernhoudt, en caso de enajenación mental.

¿Qué dirán finalmente los tribunales? "Pero los tribunales son imprevisibles, dice Wieser, dependía totalmente de la disposición de ánimo del tribunal en ese instante, del jurado, el que Konrad fuera condenado a la pena máxima o bien a la pena mínima o bien fuera declarado loco".
Nunca lo sabremos, el libro acaba antes.
¿Dónde está la Calera? En Sicking ("aislamiento absoluto en Sicking", página 19). No sé dónde está Sicking, en algún lugar de Austria. He buscado Sicking por todos lados de Austria. No he encontrado Sicking.
¿De dónde viene el matrimonio Konrad? de Toblach. Toblach está en la provincia de Bolzano, al sur del Tirol, en la frontera con Austria, más del 80% de la población habla alemán: "volver a Toblach sólo hubiera significado para él renunciar definitivamente a su estudio y, por consiguiente, también a la finalidad de su existencia". Si la señora Konrad quería volver a Toblach continuamente, Konrad no podía contemplar siquiera la mínima posibilidad de volver a Toblach, nunca a Toblach, para lo resto en Sicking (Konrad).

¿Por qué se trasladaron a la Calera?
"sólo pensó siempre, como era natural, en su estudio, para el que la Calera le pareció siempre ideal" (Konrad). Le pareció "siempre ideal" hasta que empezara a parecerle MORTAL, daba vueltas por la habitación, arriba y abajo, esperando el momento para ponerse a escribir su estudio, cuando definitivamente optaba por tumbarse a mirar al techo, y esperar el paso del tiempo, durante horas.
Dos barcazas de muebles llevaron todo el mobiliario a través del lago hasta la Calera (pág. 38). Luego hubieron de venderse todos esos muebles -a espaldas de la señora Konrad, quien creía que todos esos muebles aún permanecían en la Calera cuando la realidad era que Konrad los había vendido a un americano por un módico precio el cual que en su momento le pareció de lo más rentable a Konrad-. Y cuando ya había vendido todo lo vendible de la Calera y su situación económica era demencial tan sólo le quedaba vendible en la Calera el cuadro de Francis Bacon pero Konrad "una y otra vez, sentado en su sillón y observando a su mujer que dormitaba frente a él en su silla de ruedas, había pensado, dice Fro, el Francis Bacon no lo vendo, el Francis Bacon no lo vendo, el Francis Bacon no lo vendo."

No había teléfono en la Calera. La venta de muebles estaba repleta de mentiras. "El diletantismo de los expertos era el más penoso de todos los dilentantismos", Konrad en la página 76. Repetí en mis notas la frase sobre el diletantismo, pensé en el diletantismo, en los diletantes, en el diletantismo de los diletantes, y en la penosidad de todos ellos, cientos de veces, miles de veces incluso.

La sinfonía Haffner, una y otra vez, la señora Konrad pedía a Konrad que pusiera la sinfonía Haffner, y llegó el momento en que ambos odiaban la sinfonía Haffner de tanto escuchar la sinfonía Haffner.La Calera había podido incluso aniquilar a Mozart, la Calera había conseguido en su maldad intrínseca aniquilar al gran genio de Mozart.

Antes venían muchos amiguitos a la Calera "pero ahora todas esas gentes no venían ya, la Calera se había visto libre poco a poco a de aquella basura parental." Primero dejaron de venir los amigos de Konrad, y luego los familiares de la señora Konrad, y finalmente nadie vino ya a la Calera, ni siquiera Konrad tocaba ya el piano en la Calera, "no había vendido el piano por sus buenas razones, porque podría ser muy bien que él, Konrad, empezase un día a tocar el instrumento, etcétera."
Todos tenemos -casi todos- buenos recuerdos -o casi buenos, o casi recuerdos- de la infancia pero Konrad "No podía decir, pero sí pensar, que tenía que contemplar su infancia como algo siniestro, como si contemplase un infierno." ¿Por qué tenemos que sobrevalorar la infancia? ¿Simplemente porque no nos acordamos de nada de ella? ¿Simplemente porque somos incapaces de conocer nuestras propias sensaciones durante la infancia, nuestras propias inquietudes, miedos y aversiones? Que Konrad odiara su infancia no era patético, no era más que la asimilación de una realidad que intentaba fustigarle pero para la que él está ya a salvo, conformando una realidad aún más infernal que su propia infancia, poniendo, en definitiva, a su infancia, a salvo del recuerdo.

¿Por qué todos molestan e interrumpen a Konrad en la elaboración de su estudio sobre el oído?
"Ayer fue el inspector de construcción, hoy Höller, miles y miles de pequeñeces que impiden escribir mi estudio". Lo peor es que el inspector volverá a por su cinta métrica. Lo más ridículo molestaba a Konrad en la confección de su estudio. Si sólo iba a pensar y no a escribir no había ningún ruido en el exterior, si se disponía a escribir entonces Höller cortaba leña. Konrad bajaba para pedir a Höller que dejara de cortar leña y le pedía que hiciera una tarea silenciosa en la casa adyacente, pero a la vuelta ya no podía, lógicamente, concentrarse en el trabajo, y la relación entre la tranquilidad exterior e interior no era inequívoca, podía haber una tranquilidad exterior excelente y convivir ésta con una tranquilidad interior demencial, y viceversa, a veces se planteaba Konrad la posibilidad de ir a cortar leña con Höller, cosa que nunca hacía, volviéndose a medio camino para recorrer arriba y abajo todas las habitaciones de la Calera, de dimensiones perfectas -es decir, grandes dimensiones, 30 ó 40 pasos en cada dirección- para poder recorrerlas arriba y abajo en condiciones óptimas.

El sueño de Konrad (p.178). Este sueño -el primero, en el segundo soñará que pinta de negro todas las paredes y todos los techos de la Calera- contado por Konrad puede ser definitivo en el impulso asesino que padeció Konrad. En él Konrad terminaba por fin su estudio del oído de una sentada. Luego su mujer lo echaba al fuego.

La naturaleza de ese acto -el asesinato de su esposa- es explicado de diferentes formas:
- En Gmachl: "premeditación".
- En Stiegler: "arrebato".
- En Lanner: "asesinato deliberado y vil".
- En Laska: "acto de locura".

Las muertes de los vecinos: del carnicero, del estanquero quemado a lo bonzo y de su mujer estrangulada por el estanquero, del aserrador, de un ataque al corazón sobre el tractor, va creando un ambiente de fatalidad y tragedia ideal para la resolución del suceso en la Calera.

Es La Calera una novela muy divertida. Hay dos escenas desternillantes -no daré más datos de estas escenas, me dije, no incluiré citas de estas escenas, me repetí triunfal, sabedor de mi derrota, de mi fracaso absoluto, de mi ridiculez como comentarista literario-, a saber estas escenas son:
1. cuando el inspector de construcción regresa por segunda vez a la Calera porque ha extraviado su cinta métrica y cree haberla olvidado allí.
2. cuando Konrad va por última vez al banco a por 10.000 y el director del banco empieza a sacar papeles de sus movimientos y préstamos y a llamar a todos los departamentos y oficinas pidiendo datos sobre Konrad.
En cualquier momento Konrad puede transcribir su estudio desde su cerebro al papel: "...había pensado lo mismo unas cien, unas mil veces, le dijo Konrad al parecer a Wieser, que sólo tenía que escribir unas frases para, de repente, poder escribirlo poco a poco todo, mil veces lo había pensado, mil veces".
¿En qué lugar terminará Konrad su estudio? "Ya en los tiempos de Augsburgo había creído poder escribir el estudio de una sola sentada, después de unas frases". Esta sensación de inmediata finalización del estudio la tuvo Konrad en alguna de estas ciudades: Augsburgo; Innsbruck; París; Aschaffenburgo; Schweinfurt; Bolzano; Merano; Roma; Londres; Viena; Florencia; Copenhague; Hamburgo; Francfort; Colonia; Bruselas; Ravensburgo; Rattenberg; Toblach;Neulengbach; Kornnburgo; Gänsendorf; Calais; Kufstein; Munich; Prien; Mürzzuschlag; Thalgau; Pforzheim; Mannheim.
Aunque parezca absurdo, la respuesta es: en todas ellas: "Todos esos comienzos e ideas siempre y para siempre perdidos, le dijo Konrad al parecer a Wieser".
Son Wieser y Fro los más intensos confidentes de Konrad. El porqué la novela se ha elaborado a costa de testimonios de personas en el entorno de Konrad, y recopilados por un narrador anónimo, y sin la participación directa de Konrad es simplemente porque: Konrad está en las dependencias de la comisaría de Wells y se niega a contestar a ninguna pregunta. Es decir, Konrad no contesta preguntas. En página 155: "Tanto Wieser como Fro describen cada uno la última tarde que pasaron con Konrad, cada uno a su modo, confirmando cada uno al otro con sus manifestaciones, contradiciendo unas veces Wieser a Fro, otras Fro a Wieser, y al mismo tiempo, como queda claro, confirmando Wieser a Fro y Fro a Wieser." Y en la página 180: "La exposición de Wieser de ese sueño coincide totalmente con la exposición de Fro".
¿Escribe Konrad alguna otra cosa aparte de su estudio?
a- No, Konrad no escribe nada aparte de su estudio.
b- No, Konrad ni siquiera escribe su estudio, lo tiene en la cabeza pero no escribe ni una frase.
c- Konrad escribe, además de notas para su estudio, las cuales son pretendidas por Fro después del suceso, unas notas sobre los ruidos desde las profundidades del agua. "Fro, creía, dice, que esas notas, esos papeles, eran efectivamente en gran parte demenciales, pero sin embargo de gran interés", página 176.
Llegué a un punto en que no podía tomar más notas de La Calera, definitivamente no más notas, sólo leer La Calera, y luego hacer el comentario. No más notas, sólo lo que me acuerde del texto, nada textual. A ver, tenemos un estudio intelectual sobre el oído humano (Konrad), un método extraño para el funcionamiento del oído (señores Konrad), un asesinato (señores Konrad), una propiedad denominada la Calera, una calera abandonada, una serie de inspectores y de administradores de fincas, unos testimonios.
Konrad empieza a tener algunas ideas paranoides cuando Höller, el mozo de la casa adyacente de la Calera, recibe la visita de su sobrino, el sobrino de Höller realmente sólo puede estar huyendo de la justicia y es por eso que de alguna manera le cae bien a Konrad, porque a Konrad le cae bien todo aquel perseguido por la justicia, porque la justicia sólo persigue a los inocentes, como piensa Konrad. Por eso Konrad a medianoche se desliza furtivamente en su propia propiedad hasta la casa adyacente, se postra bajo la ventana y escucha las risas y la conspiración en definitiva de Höller y su sobrino contra ellos, el matrimonio Konrad, a quienes pretenden aniquilar.
Si bien la Calera en principio fue el lugar ideal para elaborar el trabajo intelectual de Konrad al final se convirtió en un lugar absolutamente imposible para llevar a cabo dicho trabajo intelectual. Al igual que cualquier ruido o visita impedía a Konrad terminar su trabajo el propio Konrad impedía la concentración en su estudio ¡Morfología! al profesor del hospital donde estuvo ingresada la señora Konrad. Konrad golpeó una y otra vez cada noche la puerta del profesor, y la última noche hasta exageradamente, con golpes cada vez más fuertes.
Que Konrad tuviera penas anteriores por insultos e incluso por pegarle un tiro en el brazo a Höller desde su ventana - "la señora Konrad le reprochaba al parecer, a su marido, ininterrumpidamente, sus condenas anteriores"- no impidió a Konrad asesinar a su mujer con una escopeta de caza, una escopeta que guardaba la señora Konrad tras la silla de ruedas -Konrad había comprado un gran número de armas para defenderse de los peligros que podían acechar la Calera-. Existe una hipótesis en la cual a Konrad se le dispara el arma accidentalmente mientras la limpiaba, pero no era lógico que entonces la víctima presentara heridas de 3 o 4 disparos en la cabeza, un solo disparo hubiera sido lo lógico por un accidente, 3 o 4 disparos en la sien o en la nuca no era lo lógico por un accidente.
Konrad quizás decidió acabar con la vida de su mujer cuyos dolores e incapacidades habían avanzado terriblemente en los últimos tiempos. Si bien la señora Konrad al principio se trasladó a la Calera para que Konrad pudiera terminar su elaborado trabajo intelectual luego pudo ver claro que tanto la Calera como el trabajo de Konrad acabarían con sus vidas, con las de los dos.
En una escena memorable Konrad asiste al entierro del estanquero, o del carnicero, o más bien del aserrador, los 3 muertos, cuando fue al entierro del aserrador hacía frío y Konrad pensó que debía abrigarse bien y ponerse un gorro aunque fuera por ello objeto de burlas y comentarios por parte del vecindario porque bien podría suponer que uno fuera al entierro de alguien y que ese entierro terminara siendo el entierro de uno mismo. Ir a enterrar a alguien y terminar asistiendo al entierro propio, grotesco, desastroso, una calamidad.
Hay dos libros, el Kropotkin, el libro preferido de Konrad y que Konrad le lee a la señora -como castigo o como salvoconducto, nunca como premio-, y el Ofterdingen, el libro preferido de la señora Konrad, si la señora Konrad pedía que Konrad le leyera el Ofterdingen entonces Konrad a cambio le leía también el Kropotkin, el libro odiado en realidad por la señora Konrad, las Memorias de Piotr Alexeievich Kropotkin, y si le leía dos horas del Ofterdingen luego Konrad le leía dos horas y media del Kropotkin. Y quizás este Ofterdingen sea -y ya con total seguridad aunque no se mencione en el libro- el Enrique de Ofterdingen de Novalis
Esperaban cada día la llegada de Höller con la comida desde el mesón, y los Konrad fantaseaban con el contenido de ese almuerzo, cada día, y Konrad esperaba que trajera igualmente noticias sobre el pueblo y sus vecinos. Fro -con quien el narrador ya ha contratado un seguro, al parecer, según el narrador- espera recuperar las notas de Konrad, en definitiva las notas del estudio, ya perdido -el estudio- irremisiblemente. Me cuestioné el valor de mis notas, la tremenda y fatal analogía entre el trabajo de Konrad y el mío sobre La Calera, la infernal coincidencia de fracasos absolutos, porque si la Calera aniquiló y acabó definitivamente con Konrad y con su estudio, así como con la señora Konrad, mi comentario sobre la Calera aniquiló y destruyó desde el comienzo mi confesión intelectual, así como mis expectativas de triunfo en relación a la consecución de un trabajo intelectual que sirviera para algo a la humanidad. Me dije, este trabajo intelectual salvará a la humanidad, cuando en realidad quería decir, este trabajo intelectual me salvará únicamente a mi, y no a la humanidad en realidad, a la que mi trabajo intelectual sobre La Calera le trae sin cuidado.
Entonces miré el significado de la calera en el diccionario y me quedé con las dos últimas acepciones: 5. f. Cantera que da la piedra para hacer cal. 6. f. Horno donde se calcina la piedra caliza.
Konrad decidió un tiempo atrás cortar cualquier hilo de comunicación con el exterior (con el interior ya está cortado, p.166: "el intercambio verbal entre Konrad y su mujer se había limitado a lo más ridículo"), para ello dejó de contestar las cartas de sus conocidos, unas cartas que en determinados momentos pensaba retomar -en sus respuestas-, y para ello amontonaba las cartas en la mesa de trabajo , y luego las sustituía con el material para elaborar el estudio, porque si gastaba las fuerzas que tenía en escribir las cartas luego no podría escribir el trabajo, y así, sucesivamente, no terminaba de escribir ni las cartas ni el trabajo. En la página 174: "él tenía en la cabeza un estudio capital". El gran problema de Konrad fue pensar que en algún momento y en algún lugar llegaría el momento perfecto para redactar ese trabajo, y darlo por acabado, y cuando esto sucediera dejaría de tener problemas económicos y de cualquier tipo, desconocemos el por qué de esta utópica salvación, ya que el fin ulterior de ese trabajo es un completo enigma, pues ¿quién necesita un trabajo filosófico matemático médico literario metafísico sobre el oído humano?
a excepción de Konrad, claro.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Soy un gato, de Natsume Soseki.


Título original: Wagahai wa neko de aru (publicado en Japón en 1905).
Traducción del japonés: Yoko Ogihara y Fernando Cordobés.

Impedimenta 2009.


Natsume Kinnosuke nació en 1867 cerca de Tokyo. En 1905 publicó ésta su primera novela, con la que alcanzó gran fama. Soseki murió en 1916 a causa de un cáncer de estómago. "Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre", así comienza este fascinante, erudito, maravilloso, desternillante, y asombroso libro de Soseki. Un gato es recogido en la casa de un maestro quien vive con su esposa, tres hijas y la criada Osan. El maestro Kushami es el vivo reflejo o alter ego de Soseki. Padece dispepsia, es funcionario, y en su tiempo libro se dedica a escribir. Por las tardes, cuando vuelve de impartir clase, se encierra en su estudio a trabajar en algo indefinido. El gato lo sigue y observa la conducta de su amo en su estudio. En realidad no hace nada. Primer mito que se carga Soseki: el del intelectual que, siempre atento a su evolución intelectual, como decía el amigo del cura rural en la peli de Bresson sobre la obra de Bernanos, está orgulloso de su alto consumo de libros. En realidad el maestro Kushami se lleva siempre algún libro a la mesita de noche, lee dos o tres páginas -a veces ninguna- y se echa a dormir. El anhelo de la intelectualidad, la rotación de las formas intelectuales, la obligada de la enseñanza -de la que no existe referencia alguna en la novela- y la evitación del intelectualismo casero, sin solución de continuidad en la segunda, enfrentada con apatía la primera. Ya leímos en El hombre sin atributos de Robert Musil cómo el intelectualismo no era más que la señal evidente de una vida que se marchita, que está seca. El intelectualismo más que un refugio es como un cementerio de elefantes. El maestro Mushami padece de dispepsia ("Kushami se ha convertido en un mártir de la dispepsia", en la página 210), una enfermedad que intenta aplacar a base de bicarbonato. Lamentablemente no existía entonces el omeprazol para paliar los síntomas, por lo que la vida de Soseki, digo de Kushami, debió ser infernal, no hay nada peor que un ardor de estómago, el mal silencioso que te devora las entrañas -literalmente. El maestro prueba todo tipo de remedios, cada cual más demencial, ¡hasta cree haber encontrado la panacea en dos copas de sake vespertinas! Por la casa del maestro circulan las más variopintas amistades de Kushami. Desde el embaucador de historias Meitei -quiere invitar a Kushami a unas lenguas de pavo estofadas-, hasta el científico ex-alumno de Kushami, Kagentsu -ensaya una conferencia sobre los aspectos físicos del ahorcamiento-, Ochi Toito con su extraña Sociedad de lectura, Suzuki, el tío anciano de Meitei y su abanico metálico...

Kushami, Meitei y Kagentsu se cuentan unas curiosas historias en una especie de desafío narrativo, del que saldrá perdedor el maestro -ridiculizado por la naturaleza y el final de su propio relato. Meitei narra su aventura alrededor del pino de los ahorcados, el pino de Dotesanbancho, una imagen que despertó en él tal pulsión estética que le dieron ganas de ahorcarse en él: "Me sentí muy feliz imaginándome a mi mismo colgando de la rama, y pensé que al menos debía intentarlo". Kagentsu cuenta por su parte cómo acudió a una fiesta con su violín para interpretar unas piezas: "Me disponía a marcharme se me acercó la mujer de un doctor y me susurró que se había enterado de que una señorita a la que yo conocía había enfermado". El nombre de su amada quedará oculto, por el momento, pues más tarde servirá de piedra angular para algunas de las más divertidas y estrafalarias historias de libro. Porque Soy un gato no es más que una sucesión hilarante e incontenida de historias, relatos, todo aderezado con los chispeantes diálogos de los personajes protagonistas, intervalados con algunos episodios del gato en su deambular por el exterior, donde trabará amistad con algunos de sus congéneres como Kuro el gato del carnicero o la bella Mineko, la gata de la vecina intérprete de arpa: "Durante un momento me quedé embelesado mirándola". Kagentsu llegaría hasta el puente Azuma donde sentiría unas ganas irreprimibles de lanzarse al agua: "Estaba decidido a saltar si la voz me volvía llamar". La tercera historia, la del maestro despierta la irrisión de sus contertulios -en las dos anteriores la sombra del suicidio sobrevolaba cada episodio-. Como regalo de Año Nuevo planea llevar a su mujer al teatro para ver la obra Unaginadi. Horas antes de la representación parece enfermar. Se encuentra muy mal. La llegada del doctor consigue aliviar los síntomas pero ya es demasiado tarde para ir al teatro. Sin embargo el maestro cree haber actuado de manera envidiable para con su esposa, como si en realidad la hubiera llevado al teatro finalmente, es decir, con la intención es suficiente. El gato asiste extrañado a la narración de estas historias: "Escuché tranquilamente las historias sucesivas de estos tres individuos, pero éstas ni me divirtieron ni me entristecieron."

El maestro tiene inquietudes artísticas. Primeramente se dedica a la acuarela, tras escuchar el consejo que le da su amigo Meitei quien cita a Andrea del Sarto, se dedica a plasmar la naturaleza tal como es en realidad. Así, en la página 17 cuenta el gato: "El maestro me miraba con ojo escrutador, y luego se iba a su bloc y dibujaba algo. De pronto me di cuenta: estaba intentando emular a ese italiano, Andrea del Sarto." Más tarde le suelta un rollo parecido al propio Meitei: "Yo creo que en occidente se ha insistido mucho, incluso históricamente, en la necesidad de retratar la naturaleza tal como es, y de ahí su extraordinario desarrollo. Ya lo decía Andrea del Sarto... El esteta se rascó la cabeza y dijo entre risas: - Bueno, en realidad lo de Andrea del Sarto era una historia que inventé." Y es que Meitei no hace más que inventar historias, sobre Leonardo da Vinci, sobre Andrea del Sarto, sobre un plato occidental llamado albóndregas. Querrá usted decir albóndigas, señor. No, digo albóndregas.

El maestro también es un aficionado a escribir haikus -como Soseki en sus comienzos-. La idea de un trabajo intelectual le ronda la cabeza, a modo de ejemplar personaje del futuro Thomas Bernhard: "Escribió una frase completa: Ahora, después de un cierto tiempo, he estado pensando en escribir un artículo sobre Tennen Koji, el famoso Hombre Santo y Natural". Demonios, el maestro Kushami se encierra por las tardes a escribir un gran artículo sobre el Hombre Santo y Natural, aunque no tiene claro si será en prosa, si serán haikus, o qué será realmente. Tras varios intentos: "Tennen Koji, el Hombre Santo y Natural estudia el infinito, lee los Anales de Confucio, come batatas asadas y tiene una nariz moqueante." Después de muchos dimes y diretes y de algunas simplificaciones -obligadas-, dio la vuelta a las hojas y escribió algo sin sentido: "Nacido en el Infinito, estudió en el Infinito y murió en el Infinito. Tennen Koji, el Hombre Santo y Natural. Infinito.", en el que es quizás el pasaje más gracioso de toda la obra. Otro episodio de la novela absolutamente genial e instructivo es el dedicado al enfrentamiento entre el maestro y los alumnos de la Escuela de la Nube Caída. Estos "salvajes" se dedican cada día a invadir la propiedad del maestro -anexa al colegio- provocando disturbios y molestias por doquier, hasta que el maestro explota y les persigue con un bastón: "Los efectos de la educación de aquellos mozabetes nefastos se hacían cada día más patentes, y llegó un momento en que el maestro se vió incapaz de dominar aquella especie de invasión mongola". A partir de este incidente el maestro busca ayuda en la mentalidad Zen -tanta irritabilidad debe tener su origen en un problema patológico-. Un filósofo amigo le abre las puertas a la reconciliación con el entorno a través de la reeducación de su mente. Pero las enseñanzas de este filósofo caerán en saco roto cuando descubra que éste cayó presa del histerismo cuando años atrás compartía residencia con Meitei y daba alaridos ante la simple mordedura de un ratón o se precipitaba al vacío desde un segundo piso al proclamarse un incendio en la vivienda. Un relato dentro del relato lo conforma el lío del cortejo de Kagentsu y la hija de los Kaneda. La nariz de la madre de la joven es motivo de burla y de ocurrentes gracias por parte del maestro y sus amigos, quienes rememoran al Tristram Shandy de Lawrence Sterne.

El maestro menciona una historia relativa a Balzac que me gustó especialmente, si bien en mi cerebro se instaló el nombre de Víctor Hugo en lugar del de Balzac, hasta que pude deshacer el entuerto al crear estas notas. Balzac buscaba un personaje para su novela y como no se le ocurría ninguna dejó de escribir en el acto. No recomenzaría su novela hasta no dar con el nombre adecuado: "Una vez en la calle, lo único que hizo Balzac fue dar vueltas de acá para allá mirando letreros para ver si al fin daba con el tan ansiado nombre". Finalmente "Balzac se topó con el cartel de un sastre que se llamaba Marcus." Y aquí me planteé esta cuestión que a pesar de parecer baladí se revela como absolutamente primordial. Me refiero al nombre de los personajes de una novela, ¿qué sería de Dostoyevski sin sus Goliadkin, Raskolnikov o Razuminski?, ¿y de Sartre sin sus Roquetin y Rollebon? ¿Y Bernhard sin sus Koller, Rudolf, o Wertheimer? Definitivamente Soseki ha estado profundamente acertado con el nombre de los suyos, y eso que la nomenclatura oriental es de difícil retención para la mente occidental, aún así terminamos congeniando con los nombres de los personajes de forma memorable. Ellos se instalan en nuestros corazones y formarán parte de nuestras obsesiones e inquietudes para lo resto -si no se me olvidan dentro de tres días, que será lo más normal-. Y de repente me asaltó una duda, ¿y el gato? sí, el gato no tiene nombre, el gato, el narrador, cuyo fin se terciará dramáticamente, es el único elemento de la novela sin nombre. ¿Qué es nadie sin un nombre? Pobre gato.

El dilema existencial del funcionario es uno de los asuntos primordiales del libro -pensamos en Kafka, Mrozek, y ¿por qué no? en El doble de Dostoyevski-. El maestro Kushami llega a su casa a las tres de la tarde, nada sabemos de sus clases como profesor. Es como un mundo aparte, él llega a casa y se encierra en su estudio. Incluso un día, cuando tiene que ir a la Comisaría Nihon-zutsumi para recuperar los objetos robados por un ladrón que entró a la casa ( "- Objetos robados... Pues, una cesta de ñames...") bajo la atenta mirada de nuestro narrador gatuno, llama a la escuela para avisar que ese día no irá a trabajar, ¡sin reparar en que es día festivo!, tal es el automatismo integrado del maestro en el sistema funcionarial, es simplemente una pieza decorativa y obligada de su cotidianeidad. Para él la vida comienza realmente al llegar a casa cuando puede pintar sus acuarelas a lo Andrea del Sarto, escribir sus haiku del Espíritu japonés ("El Espíritu japonés, grita el hombre japonés"), o redactar su artículo para el Hombre Santo y Natural.

Todo el libro es una maravilla y un deleite inigualable pero si debiera quedarme con un solo pasaje sin duda elegiría la historia de Kangetsu y su violín, uno de los capítulos más hilarantes, divertidos e inteligentes que yo haya leído nunca. Ante su público impaciente Kagentsu se recrea en la narración de la historia de su violín y su compra en una población en la que tener interés por la música era poco menos que un pecado o una locura. "El hombre que vendía los violines se llamaba Kaneko zembei y su tienda se llamaba Kane-zen pero para llegar hasta allí todavía me faltaba un trecho...

- Olvida la distancia. A ver si llegas ya de una vez y compras el maldito violín. Y hazlo rápido."

El gato se permite en ocasiones realizar juicios de valor. Así cuando le observa mirándose al espejo durante horas: "Seamos generosos. El maestro era un hombre de costumbres estrafalarias, pero al menos daba la sensación de que, mientras se examinaba de este modo, se le ocurían ideas e incluso actos originales", leemos en la página 447.

Otra escena divertida es la llegada del tío de Meitei de 77 años a la casa del maestro: "Siempre que sale, lleva encima su famoso abanico metálico.

- ¿Para qué? -preguntó el maestro.

- No tengo la menor idea. Simplemente lo lleva."

Me resulta muy difícil escoger las partes más inspiradas de la novela, así como hacer un comentario más o menos estructurado, lo único que puedo es recomendar fervientemente la lectura de este libro a todo el mundo. Disfrutarán enormemente con él. Para finalizar cito una reflexión del gato en la página 608: "La convivencia de uno mismo, la necesidad de vigilarnos constantemente no nos abandona ni un momento, ni siquiera mientras dormimos."

Definitivamente todo lo externo da igual, porque finalmente no somos más que nuestro propio reflejo, el cual observamos atentamente para intentar conocernos algo mejor, la mayoría de las veces con escaso éxito.

domingo, 5 de diciembre de 2010

El doble, de Fedor Dostoyevski

EL DOBLE.

Autor: F.M. Dostoyevski.
Título: El doble. Poema de Petersburgo (Dvoinik)
Año de publicación: 1846.
Traducción e Introducción: Juan López Morillas.
Editorial: Alianza Bolsillo. Primera Edición 1985.
Número de páginas: 192 incluyendo presentación e Introducción (179 de novela).



PERSONAJES.

- Yakov Petrovich Goliadkin: funcionario, consejero titular.
- Yakov Petrovich Goliadkin II: el doble.
- Petrushka: el criado de Goliadkin.
- Krestyan Ivanovich Rutenspitz: el doctor de Goliadkin.
- 2 escribientes (anónimos): con ellos se cruza Goliadkin en el capítulo I y luego en el restaurante en el capítulo III.
- Andrei Filippovich: jefe de departamento en la oficina.
- Vladimir Semionovich: sobrino de Filippovich, recién ascendido a Asesor en la oficina y prometido de Klara Olsufievna.
- Olsufi Ivanovich: Consejero Civil Berendeyev y antaño benefactor de Goliadkin.
- Klara Olsufievna: hija única del anterior, reina de la fiesta del capítulo IV, prometida de Vladimir Semionovich y amada de Goliadkin.
- Karolina Ivanovna: cocinera pobre, antigua casera de Goladikin. Se cree que Golaidkin se prometió con ella y también se cree que es el origen del complot que persigue a GOliadkin para destruirle, definitivamente.
- Pisarenko y Ostafiev: escribientes, mensajeros ocasionales de Goliadkin.
- Anton Antonovich Setochkin: oficial mayor.

- Ivan Semionovich: funcionario que sustituirá en funciones a Goliadkin al final de la novela.
- Vahrameyer: secretario de guardia
- Mehyev: vigilante.
- Pelageya Semionovna: hipotética tía de Goliadkin II.

ESCENARIOS.
Es reducido el número de escenarios en los que se desarrolla la novela, de modo que cada espacio funciona como un habitáculo casi teatral. Son los siguientes:

- Casa de Goliadkin en la calle Shestilavochnaya.
- Oficina. Hay escenas en la oficina los días 2,3 y 4 de la acción. El primer día (día 2 de la novela) Goliadkin va a trabajar, se entretiene con unos papeles pero está pendiente del qué dirán sus compañeros de trabajo, pues les tiene al corriente del desastre acontecido la noche anterior en la fiesta de Klara, donde Goliadkin hizo el ridículo y fue expulsado de mala manera. La verdad es que Goliadkin se ausenta cuando le parece (el primer día entero sin ir más lejos) y cuando va no da ni golpe. Para colmo el día 2 es cuando el doble le engaña y presenta su trabajo en su nombre. Finalmente será sustituido por un Semionovich que no es el hijo de Filippovich sino Ivan Semionovich.
- Casa de Olsufi Ivanovich (baile y escena final). El baile en el capítulo IV y la escena final en el capítulo XIII. En ambos capítulos Goliadkin es expulsado, digamos que es el centro neurálgico de sus obsesiones, sus complejos sociales y sentimentales y en definitiva, el lugar a partir del cual crece toda la historia.
- Puente Izmailovski, muelle Fontanka -cruciales encuentros con su doble-, Puente Anichkov, calle Italianskaya, calle Liteinaya y, en general, los exteriores por donde circula Goliadkin bien en coche bien a pie.

- Otros: Grandes Galerías, Casa de su Excelencia, restaurante, Casa de Filippovich.

LA TRAMA.

Capítulo I.

Nombre: Yakov Petrovich Goliadkin.
Ocupación: funcionario, consejero titular.
Lugar: su pequeña habitación con paredes verdosas por el moho.
Día: otoñal, gris, opaco y sucio.
Ciudad: Petersburgo.
Dirección: 4º piso de una vasta casa de vecindad en la calle Shestilavochnaya.
Tras despertar de unos sueños alborotados Goliadkin se observa en un espejo "Tendría gracia que no estuviese hoy como Dios manda, por ejemplo, que me hubiera salido un grano o algo por el estilo". Guiño a La nariz de Gogol. Goliadkin rebusca una cartera en el más recóndito de los compartimentos de uno de los cajones de la mesa y cuenta hasta 750 rublos. "Notable suma! ¡Agradable suma!". ¿De dónde procede el dinero? ¿Qué destino le tiene reservado Goliadkin? Su criado Petrushka no se encuentra en el cuchitril que habita, tras el tabique. Finalmente lo descubre en la salida del vestíbulo junto a otros lacayos, mozos y chusma servil. Goliadkin teme una conspiración "Seguro que me ha vendido. Me ha vendido por un miserable ochavo...". Petrushka anuncia que ha llegado la librea. ¿Y el coche? el coche también. Goliadkin se viste como para una ceremonia, pantalones casi flamantes, pechera con botoncitos de bronce...
Dirección de Goliadkin en su coche azul de alquiler: Nevski Prospekt.
Goliadkin sufre un acceso de hilaridad, el cual alterna con expresión de extraña inquietud. Cruce entre calle Liteinaya y el Nevski: encuentro con dos empleados de su propio departamento que lo miran asombrados. Segundo encuentro: el jefe de departamento Andrei Filippovich en un droshki elegante tirado por dos fogosos caballos de Kazan. Goliadkin finge ser otro, no soy yo, no soy yo, FIlippovich lo observa asombrado. "He hecho una tontería en no responderle", piensa Goliadkin. Descubrimos que va así ataviado para acudir a un banquete. Antes de llegar a su destino Goliadkin, nuestro héroe, cambia de opinión: "el señor Goliadkin había sentido la necesidad insoslayable, seguramente para su tranquilidad de ánimo, de decir algo de suma importancia a su médico, el doctor Krestyan Ivanovich Rutenspitz". No sabemos qué se trae entre manos Goliadkin, él mismo parece dudar "¿Será correcto y oportuno hacerlo?".

Capítulo II.

Visita al doctor. Éste le recomienda que tenga vida social: "Quedarse en casa no es de ningún provecho. De ningún modo debe hacerlo." Goliadkin defiende su gusto por la tranquilidad, dice seguir un camino distinto, "No soy de los que hablan mucho. Pero en cambio, soy hombre de acción." Hum... ¿Qué dice? ¿Qué es hombre de acción?", pregunta el doctor. Goliadkin se hace un lío. No ha ido a hablar de eso sino para confesar sus temores al doctor Ivanovich: "Tengo enemigos, Krestyan Ivanovich , tengo enemigos. Tengo enemigos mortales que han jurado destruirme." "¡Basta, basta! ¡Qué enemigos ni niño muerto! ¡No hay por qué pensar en enemigos!", se muestra poco comprensivo el doctor. Finalmente Goliadkin le cuenta la historia de un amigo íntimo suyo al doctor. Por lo visto este amigo felicitó a otro amigo íntimo de Goliadkin también con motivo de su reciente ascenso a Asesor, concretamente a Vladimir Semionovich, quien además, contraería matrimonio próximamente. Sigue Goliadkin sin darse cuenta de que revela la identidad de su amigo íntimo: "después de alentar a ese joven con lo de la eliminación del nepotismo, me dirigí a Klara Olsufievna", y le advierte subliminalmente de que su prometido quizás no sea limpio de corazón. Goliadkin le cuenta al doctor también el cotilleo que tanto Semionovich como su tío Filippovich han hecho circular con respecto a su amigo íntimo y según el cual éste va a casarse con una cocinera, a pesar de estar ya casado. El capítulo finaliza con Goliadkin abandonando la consulta del doctor Krestyan Ivanovich, girándose para comprobar que lo mira desde la ventana y diciéndose para sí "Este médico es tonto, tonto redomado."

Capítulo III.

Goliadkin pasa una mañana de trajín alucinante concretando compras milenarias en tiendas de las Grandes Galerías. En todas le piden un depósito pero en ninguna lo deja, postergando siempre ese paso para más adelante. Al final compra unos guantes y una fragancia, todo por un rublo y medio. Hace tiempo tomando un refrigerio. Vuelve a encontrarse con los escribientes de antes. Se ríen de él.
Ida al puente Izmailkovski. Cuando va a entrar en casa de Ivanovich el mayordomo le impide la entrada: "Se me ha ordenado que no le admita...". Llegan Filippovich y su sobrino Semionovich. "Digo que es mi vida privada, Andrei Filippovich, y que, según entiendo, nada hay aquí censurable en cuanto a mis funciones oficiales". Añade como el que no quiere la cosa "una mozuela insolente, nada más."


Capítulo IV.

Cumpleaños de Klara Olsufievna. "Huelga decir que mi pluma es demasiado torpe, roma e imprecisa para describir como Dios manda el baile improvisado con inusitada amabilidad por nuestro venerable anfitrión", se justifica el narrador tras describir brillantemente el ambiente que se vive en casa del Consejero General. Pero Goliadkin no se había marchado a su casa, se quedó en el capítulo anterior comiendo algo en una tasca y luego volvió a casa de los Ivanovich, de modo que se encontraba también allí "casi en el baile", en el descansillo de la escalera de servicio "¿Entrar o no entrar?". Finalmente entra en el salón de baile y se acerca a Klara para darle felicitaciones y parabienes -torpemente-: "todos estaban de pie, todos callaban, todos aguardaban". "No tengo por qué avergonzarme. Esto es cuestión de mis circunstancias personales", se defiende, inútilmente. "Hubiera dado cualquier cosa por hallrse ahora en el descansillo", dice el narrador. Pero eso ya es imposible. Se le acerca el mayordomo Gerasimych. "Hay alguien ahí fuera que pregunta por usted", le dice. "No amigo. Nadie me llama. Te equivocas", responde Goliadkin, que adivina una treta para quitárselo de encima. Se reanuda el baile. Todo parece haberse quedado en agua de borrajas. Goliadkin se aproxima a Klara aprovechando que ésta ha sufrido una especie de desmayo y la toma de la mano para sacarla a bailar una polka. "Nuestro héroe se vio empujado". Es entonces cuando, digamos, Goliadkin es invitado a abandonar el baile.

Capítulo V.

De camino a casa sucede el encuentro en el muelle Fontanka con un extraño. "¡Quién sabe lo que será este rezagado! -cruzó por su mente-. Bien puede ser lo más importante de este asunto". Por dos veces. La segunda llega a pararlo pero luego lo deja marchar. Hay algo familiar en su cara. La tercera vez se lo encuentra en su misma dirección ("él mismo deseaba ese encuentro, lo juzgaba inevitable"). Lo sigue. El extraño va en dirección a casa de Goliadkin. Sube las escaleras. Se para en su puerta. Llama. Petrushka le abre y le deja entrar. Goliadkin le sigue, entra en su propio cuarto y allí está el extraño, sentado en su cama. El extraño es ¡él mismo! (el doble).

Capítulo VI.

A la mañana siguiente Petrushka guarda silencio: "Dios sabe qué pensará el bribón de este asunto". Luego Goliadkin acude a la oficina, después de pensárselo mucho y tras haberse convencido de que está realmente enfermo. En la oficina espera las burlas de todos los compañeros. Debe haberse corrido la voz del desastre de la velada anterior. "Incluso decidió prescindir de las cortesías habituales entre compañeros." Llega uno nuevo. Es el extraño de ayer. Goliadkin conversa con Anton Antoniovich sobre el nuevo. El parecido entre ambos es asombroso ("Es un parecido prodigioso, fantástico, como se dice a veces... Él es igual a usted... ¿lo ha notado, Yakov Petrovich?"), además se llama también Goliadkin. Filippovich se rió cuando se lo contó a Antoniovich. Al salir de la oficina y en el trayecto a casa se topa con el extraño, terminan hablando, Goliadkin le invita a su casa para seguir la conversación ("No daba crédito a sus sentidos. Todavía no había salido de su asombro").

Capítulo VII.

En el que los dos Goliadkin se hacen amiguitos. Goliadkin I ve en Goliadkin II un aliado y se las promete muy felices. "Les ganaremos por la mano, Yasha. Les armaremos nuestra propia trampa y veremos quién es el último que se ríe." A última hora de la noche, achispado, Goliadkin vuelve a tener dudas sobre su posible exceso de afabilidad "¿No habrá sido demasiado? ¿No habré ido demasiado lejos?". No sólo es asombroso el parecido físico entre ambos sino que lso dos se llaman exactamente igual. "Vamos Yasha, reconócelo. Tú eres el que ha tomado mi nombre." Se instala entre los dos un entrañable aire de cordialidad.

Capítulo VIII.

"A la mañana siguiente el señor Goliadkin se despertó, como de costumbre, a las ocho." Se arrepiente de su actuación de anoche, cuando percibe que su tocayo ha desaparecido se extraña: "¿Qué es esto? ¿Qué significa este nuevo incidente?". Petrushka hace caso omiso a las preguntas de su amo sobre el nuevo inquilino. "Bueno, ya veremos. Ya veremos, y a su debido tiempo entraremos en el fondo del asunto." Luego sucede la escena de la oficina en la que Goliadkin se encuentra con el impostor. Éste parece llevar un "encargo especial" a Su Excelencia. "Confieso, Yakov Petrovich, que me asombra su comportamiento, comportamiento que de ningún modo esperaba de usted." Filippovich apremia a Goliadkin para que entregue el informe que tenía pendiente para Su Excelencia. Con una argucia -pretextando un borrón en una hoja- Goliadkin II le arrebata el informe en la misma puerta de su Excelencia y lo presenta como suyo llevándose todos los honores. Goliadkin le pide explicaciones pero Goliadkin II le trata de forma humillante pellizcándole en la mejilla ¡Eres un pillín, Yakov Petrovich,! ¡Eres un pillín, muchacho! ¡Entre tú y yo les haremos la pascua!", le dice Goliadkin II, asumiendo el papel de Goliadkin la noche anterior. Piensa en decirle seriamente: "Con la impostura y el descaro, señor mío, no se va hoy día a ninguna parte. La impostura y el descaro no conducen a nada bueno, más bien a todo lo contrario. El Falso Demetrio fue el único, señor mío, que sacó algún provecho de la impostura, explotando la ceguera del pueblo, pero tampoco por mucho tiempo." Al final de la jornada Goliadkin II vuelve a reírse de Goliadkin I ante la insistencia de éste para que recuerde el pacto realizado la velada pasada. "¡Ah, sí! Pues bien, ¿pasó usted una buena noche". Goliadkin I le espeta "el juego de usted es enrevesado en demasía". Goliadkin II, adoptando definitivamente la actitud rocambolesca de Goliadkin I: "¿Quién dice tal? ¡Mis enemigos!".

Capítulo IX.

Comienza el capítulo con una serie de reflexiones: "En su fuero interno se daba por invicto": "¿Por qué no dejar las cosas tal y como están? ¿Qué vas a hacer ahora?". Goliadkin decide ir a casa de Filippovich aunque tiene dudas. "¿No será mejor dejarlo para mañana?. Además, ¿tengo algo especial que decirle?". Pero Andrei Filippovich no ha vuelto aún de la oficina. A continuación surgen en la mente de Goliadkin algunas ideas conciliadoras con el impostor, mediadas por la compasión hacia un hombre desafortunado en la vida. "Hicieron bien y les agradezco el haber ayudado a ese pobre diablo", piensa refiriéndose a la Administración que lo ha contratado. De alguna manera la intromisión de Goliadkin II refuerza la idea de un Goliadkin I verdadero y honesto, frente a un Goliadkin impostor y granuja. Tan sólo una cosa: "¿Y si nos confunden?". Entonces entra en el mismo restaurante que ya estuvo antes de ir a la fiesta de cumpleaños de Klara y se pide un pastel de pescado. Cuando va a pagarlo el camarero le reclama el importe de once pasteles de pescado. "El señor Goliadkin quedó estupefacto ¿Qué es esto? ¿Arte de birlibirloque?". Después de cierta confusión y de pagar ve al otro lado del mostrador a su doble. "El granuja se ha hecho pasar por mi". Al llegar a casa escribe una carta para Goliadkin II en la que le manifiesta su descontento con los diversos asuntos que les han mezclado a ambos en los últimos tiempos, y envía a Petrushka a la oficina para que se la entregue al secretario Vahrameyer que está de guardia. También le pide que averigüe la dirección del falso Goliadkin. A continuación sale tras Petrushka "Puedo investigar el caso por mi propia cuenta". Aunque finalmente desiste y da media vuelta. Petrushka vuelve borracho y sin carta de respuesta, le dice a Goliadkin que el domicilio de Goliadkin II es el propio. Cuando Petrushka se duerme Goliadkin encuentra una carta de Vahrameyer. Una carta que parece haber olvidado Petrushka entregársela. En ella el secretario es tajante: "Su criado está borracho y lo que dice no tiene ni pies de cabeza. Tengo intención de cortar con esta fecha toda relación con usted." Enseguida Goliadkin se pone a escribir una contestación al secretario intentando sacarle de su error.

Capítulo X.

En el que Goliadkin sufre una pesadilla y en la cual se le aparecen muchos Goliadkin y donde "el cochero se negó en redondo a llevar al señor Goliadkin diciendo: No puedo llevar a dos personas exactamente iguales". Despierta a la una de la tarde y Petrushka no está, y Goliadkin piensa que le han comprado: "¡Con que es en la madriguera de esa detestable alemana donde se esconde toda esa fuerza maligna!". Se refiere a su antigua casera, la alemana Karolina Ivanovna, con la que parece haber contraído alguna obligación y que no está dispuesto a cumplir. Escribe una nueva nota a Goliadkin II: "Ya no hay sitio para los dos... su extraño, ridículo e imposible deseo de parecer mi mellizo sólo servirá para provocar su descalabro y deshonra." Goliadkin va a la oficina, no para trabajar, no vayan a creerse, de hecho ni entra, e interroga al escribiente Ostafyev en la entrada. Éste le dice que Iván Semionovich se ha sentado en su puesto a instancias de Filippovich. Goliadkin realiza algunas divagaciones en torno al posible complot urdido por Karolina Ivanovna. Goliadkin ve salir a su doble con una carpeta verde bajo el brazo "otro encargo especial, pensó, enrojeciendo de humillación y agazapándose aún más en su escondite." En lugar de salir Ostafyev aparece otro escribiente, Pisarenko, para informarle de que no hay novedad en "el asunto de usted. Cuando haya algo se lo diremos.". Goliadkin le da la carta para Goliadkin II a Pisarenko. Mientras Goliadkin II ya vuelve en el carruaje de su Excelencia y le da la espalda a Goliadkin. Éste decide entrar en la oficina, para variar, "sus colegas contestaron a sus saludos de manera harto extraña (...) De pronto algo enteramente inesperado vino, como se dice, a dar la puntilla al señor Goliadkin, a destruirle definitivamente." Esto no era otra cosa sino Goliadkin II "gesticulando, haciendo piruetas y dando saltitos". Finalmente tiende la mano a Goliadkin I a quien saluda, para luego asestarle un nuevo golpe: "He aquí a nuestro Faublas", piensa Goliadkin al ver que Goliadkin II se sacude la mano después de estrecharla con la suya e incluso escupe al suelo. Goliadkin le pide a Filippovich entrevistarse con su Excelencia para hablarle de ese granuja, "¿Qué? ¡Claro que no!", es la respuesta del jefe de departamento. "Y dígame, ¿a quién llama usted así?". Sucede entonces una conversación de Goliadkin con Anton Antonovich "Todo quedará explicado a su debido tiempo. Hoy mismo se le informará a usted oficialmente. Nada tiene que ver con lo de ayer. Es otra cosa en usted lo que no está bien", termina diciéndole Antonovich. Es cuando le echa en cara sus conductas: improcedente con joven y noble dama, loable con pobre extranjera, y desleal y calumniosa con otro individuo. Goliadkin trata de defenderse, llega Pisarenko y le entrega una carta, Goliadkin la guarda en un bolsillo.

Capítulo XI.

Goliadkin persigue a su doble para hablar con él, definitivamente: "Alma mía, no tengo tiempo", le intenta esquivar el granuja, "¡Canalla!", le replica Goliadkin. Finalmente acuerdan tomar algo en un café cercano. "Eres un buen amiguito", apunta Goliadkin II. Allí el falso Goliadkin acusa al verdadero Goliadkin de dar falsas esperanzas a damas "en cuyas casas nos alojamos". Luego de algunos rodeos coloquiales que bordean el absurdo Goliadkin está a punto de despedazar al falso Goliadkin , pero éste es más rápido y desaparece. Goliadkin le sigue y se sube al coche donde va Goliadkin II hasta que "una sacudida imprudente" le hace caer del coche. "No importa. Todo esto quizá sea todavía para bien." Por fin llegó el momento de leer la carta que le había dado Pisarenko y cuya existencia había olvidado Goliadkin. Es una misiva de Klara Olsufievna: "espérame en tu coche a las nueve en punto de la noche junto a las ventanas." Leer para creer. "Después de leer la carta, nuestro héroe quedó estupefacto algunos minutos." Después de cierta confusión con el camarero y los platos sucios de su mesa Goliadkin encuentra el frasco de la farmacia "que cuatro días antes le había recetado Krestyan Ivanovich", el cual se le escapa y se hace añicos ¡Con que mi vida está en peligro!". Cuando llega a casa un ordenanza de la oficina, Miheyev, le entrega un sobre en el que se le indica que deje todos sus asuntos de la oficina en manos de Ivan Semionovich. Una vez en casa ve cómo Petrushka está ordenando sus bártulos para marcharse.

Capítulo XII.

En el que Goliadkin habla con Petrushka y éste termina recomendándole que le compre a una vecina una capa de piel de zorro con forro de satén, ya que Goliadkin le ha dicho -sin saber bien por qué- que él también se marchará, aunque no sabe adónde. "Compro la capa, ¡pero deprisa, por favor!". Por fin Goliadkin resuelve tomar la iniciativa y alquilar un coche. Mientras tanto sus sentimientos hacia Klara -de la que le creemos enamorado desde el principio, a juzgar por su rara conducta-, están experimentando una transformación estrafalaria debida a la carta recibida: "¡Vaya, vaya, respetable señorita! ¡Esta vez se ha sobrepasado usted que digamos! Todo ello es consecuencia de una educación inmoral." Las cavilaciones de nuestro héroe lo llevan de un lado a otro de la balanza del amor. "Las leyes prohíben sacar a una muchacha honrada e inocente de la casa paterna sin consentimiento de sus progenitores". El lado práctico de la vida parece anteponerse al espiritual del amor: "Yo soy empleado del Estado y podría perder mi destino por una cosa así." Goliadkin ve en la figura de la alemana (la bruja) el origen de todo el complot para destruirlo, movido a instancias de Filippovich. Pero esta idea le dura poco: "Usted es la causa de todo ello, señorita, y no la alemana, la muy bruja", derivando la responsabilidad en su ¿aún amada? Klara. Goliadkin planea ir a ver a su Excelencia: "Le diré: Pues tal y cual. Pongo mi suerte en sus manos, en manos de la superioridad." Alquila un coche por seis rublos la noche y se dirige finalmente al puente Izmailovski, pero a medio camino rectifica y pone rumbo a la casa de su Excelencia. Tras alguna objeción por parte del servicio termina siendo recibido, sin embargo no consigue hacerse entender y su Excelencia se vuelve de espalda a Goliadkin para atender a sus invitados, Andrei Filippovich y como descubre poco después ¡el propio Goliadkin II! "Es un villano y un pervertido, Excelencia", le aclara Goliadkin refiriéndose a su doble. El capítulo finaliza con Goliadkin I siendo ridiculizado una vez más por el impostor Goliadkin quien le echa el gabán por encima mientras lo despide: "¡El gabán de mi amigo!". Ahora Goliadkin monta en su coche hacia el puente Izmailovski.

Capítulo XIII.

En el que Goliadkin se oculta tras unos leños bajo la casa de Klara Olsufievna a la espera de una señal suya para huir. Al rato se le acerca el cochero extrañado por la conducta de su cliente: "¿Es que no va a irse pronto señor?", "No tardaré mucho, espero", le contesta nuestro héroe. Goliadkin reflexiona sobre las escasas posibilidades de éxito de su plan con Klara, de modo que abandona, pero rápidamente vuelve con otra mentalidad: "Vale más abordar la cosa desde otro ángulo". Así que regresa a los leños hasta que es descubierto desde la casa: "todos miraban y señalaban hacia donde estaba. Delatado, se enfrenta a la realidad y entra en la casa, así se presenta ante Olsufi Ivanovich y su hija Klara Olsufievna. Después de una esperpéntica -y a ratos incomprensible- escena aparece el doctor Krestyan Ivanovich: "Espero que no haya nada reprobable o que pueda provocar medidas severas o causar atención desmedida en lo tocante a mis funciones oficiales -dijo aturdido nuestro héroe." Goliadkin accede a irse con el doctor pero "¡Este no era Krestyan Ivanovich! ¿Quién será? ¿Y si de verdad es él? ¡No el Krestyan Ivanovich de antes, sino otro! ¡Un Krestyan Ivanovich terrible!".


LA INTRODUCCIÓN DE LÓPEZ MORILLAS.

López menciona la familiaridad que debió suponer esta obra para los lectores de la época ya que utiliza el tipo favorito de Gogol, el funcionario público, es decir, el chinovnik. Resalta la inevitable equivalencia entre persona y función que existe en la sociedad, es decir, el escalafón que uno ocupa en el entramado laboral determina su grado social, y Goliadkin es un funcionario de escalón bajo. En su día El doble se vio como una malograda y perversa imitación de Gogol: "El temor del doble, caro a los románticos, había sido tratado en particular por Gogol y Hoffmann. Pero fue Dostoyevski quien descubrió en él todos sus espeluznantes -trágicas a la par que grotescas- posibilidades." Incluso López tiene la siguiente teoría: "Cuando su ambición se ve frustrada al ser expulsado del baile, la mente desquiciada de Goliadkin "inventa" un doble que vendrá a encarnar paródicamente muchos de sus propios defectos y algunas de sus aspiraciones inconfesadas, y de paso a cosechar algunos de los triunfos que a él les son negados."

PARAMÉTRICA.

Dostoyevski utiliza algunos parámetros -o herramientas o recursos- con los cuales da forma a esta rocambolesca historia.

1. Cavilaciones (por reflexiones).
Producto todas ellas de la mente de Goliadkin verdadero. Un estilo narrativo, el del monólogo interior, y no sólo cuando está en soledad sino en compañía de otros, que anuncia al Raskolnikov de Crimen y Castigo.
2. Extrañas relaciones con los personajes del entorno (en forma de diálogos tan brillantes como desconcertantes).Con:
- el personal de la Oficina;
- el personal de distintos servicios (su criado Petrushka, cocheros, camareros,...)
- el entorno de su amada Klara (Casa de Olsufi Ivanovich);
- el funcionario Anton Antonovich. Es el único personaje con quien Goliadkin no se enfrenta. Algunas conversaciones con él nos darán bastante datos de lo que ocurre y vemos en su figura una mano que pretende ayudar a Goliadkin hasta en los peores momentos.
3. Cartas: de Goliadkin a Goliadkin II (dos), a Vahrameyer (una); de Vahrameyer a Goliadkin, de Klara a Goliadkin (ver apartado Las cartas).
4. Presunta situación alucinógena.
En un perfecto juego en el que no se evidencia la naturaleza de algunos sucesos y situaciones, y en los que la sombra del delirio aparece por momentos para alumbrar contextos y conversaciones de otro modo incomprensibles.
5. Asunción del papel de héroe -mencionado como tal por el narrador en varios momentos del texto- por parte del protagonista, en la que puede adivinarse cierto homenaje (¿o burla satírica?) a la popular novela de Mihail Lermontov Un héroe de nuestro tiempo, de 1840.

REFERENCIAS HISTÓRICAS y LITERARIAS.



A veces Goliadkin se descuelga con alguna cita o referencia a personajes históricos o literarios que enriquecen el texto. Algunos son:

- El falso Demetrio.O Dimitri III el Falso. Hijo menor de Iván el terrible quien reclamaría su trono al morir éste, y siendo nombrado zar en 1611. Mencionado por Goliadkin en la página 102 para referir la impostura de Goliadkin II.

- Faublas. Los amores del caballero de Faublas, de Jean Baptiste Louvet de Covray (trilogía que data de 1787-1791). "He aquí a nuestro Faublas ruso", dice Goliadkin II refiriéndose a Goliadkin I en la página 142.

- Jean-Baptiste Guillaume Joseph Marie Anne Séraphin, conde de Villèle (14 de abril de 1773 - 13 de marzo de 1854): estadista y Primer ministro francés en varias ocasiones. Goliadkin le cita en la página 48: "todo llega a su debido tiempo para quien sabe esperar".

- Iván Krylov. Moscú 1769, San Petersburgo 1844. Autor de nueve volúmenes de Fábulas de gran éxito en Rusia y que lo emparentan con Esopo. En la página 77 Goliadkin se refiere una fábula de Krylov y se cita textualmente: “Basta con levantar la tapa”.

NATURALEZA DEL DOBLE.

La clave de la novela está en el estado mental de Goliadkin. Es decir, ¿realmente sucede lo que se narra o sólo es producto de la imaginación del protagonista? Ya en la introducción de esta edición López Morillas adelanta el estado esquizofrénico de Goliadkin, el cual determina la existencia de su doble Goliadkin II. Realmente estoy en contra de estas apreciaciones, sobre todo, previas a la lectura de la novela, es por ello que pienso que los prólogos deberían estar al final.
Entonces ¿cómo maneja esta circunstancia Dostoyevski para que pueda convivir la situación real de los personajes y la propia trama frente a la realidad percibida anómalamente por Goliadkin? Esta incursión de lo "potencialmente falso" en la historia presuntamente real presenta algunas divergencias que la ponen de manifiesto. Estos detalles que descarrilan con respecto a la visión de Goliadkin son el único asidero que el lector tiene para cuestionar la existencia real del falso Goliadkin.

Ejemplos.

1 - La actitud de Petrushka, el criado:
En el capítulo VIII cuando al comienzo del tercer día Goliadkin repara en la ausencia de Goliadkin y observa extrañado el silencio de su criado respecto a la visita de la noche anterior: "Luego contestó rudo y destempladamente que el amo no estaba en casa. -¡Yo soy tu amo, Petrushka, mastuerzo!". Entonces Petrushka le explica que "el otro" había salido hacía hora y media sin haber querido esperar. En el capítulo IX Goliadkin advierte cierta sorna en la actitud de Petrushka cuando le envía a la oficina a que le lleve una carta a su doble: "-Si cuando llegues allí..., donde llevas la carta..., ese señor Goliadkin, aquien se la vas a dar... ¿De qué te ríes, zopenco? -¿Yo, reírme? ¿reírme de qué? No, señor, la gente como yo no se ríe." Y en la página 118 cuando Goliadkin a su regreso le interroga por el resultado de su misión: "¿Qué has hecho con la carta, ladrón? ¿A quién se la diste?", y contesta el criado: "No di a nadie ninguna carta. No tenía ninguna carta. ¡Con que ya lo sabe usted!".Y también: "¿Viste al oficial Vahrameyev, sí o no?". Y contesta Petrushka: "No, No hay tal oficial. ¡Que me quede en el sitio si...!". Y después: "Me voy con las buenas gentes (...), las que viven sin falsedad y no tienen dobles...

2 - Filippovich. En una conversación con Filippovich, Goliadkin le reclama la impostura del doble. En la página 143 Goliadkin se dirige a Andrei Filippovich, el jefe de su departamento: "me sorprende que nadie haya desenmascarado a ese granuja e impostor", y Filippovich contesta extrañado: "¿A quién?", "A ese granuja", reitera Goliadkin, "Y dígame, ¿a quién llama usted así?".

3- Anton Antonovich. Es el único personaje con quien no se enfrenta Goliadki. El único que intenta comprenderle e incluso ayudarle. Es el testimonio más lúcido y racional de la novela y el que definitivamente nos incita a pensar en una enfermedad mental de Goliadkin.
En un momento de sus conversaciones el oficial mayor le dice a Goliadkin: "supongo que el asunto de usted no tardará mucho en aclararse. Usted mismo verá a quién debe culpar y a quién acusar." También le dice clarmente: "¿Sabe lo que le aconsejo, Yakov Petrovich? Que consulte con un médico". En la página 144 Goliadkin le dice: "Espero que al menos usted, Anton Antonovich, consienta en escucharme y considerar mi caso". El propio Goliadkin estima que es un buen hombre, para a renglón seguido "ahora que lo pienso está demasiado choco y se cae casi de viejo".

4 - La sospecha del propio Goliadkin:
Entonces pensamos ¿existe Goliadkin II?, ¿existe esa persona en su totalidad o sólo como Goliadkin II?, es decir, puede que Goliadkin vea en otro funcionario a su doble o puede que vea a su doble donde no hay nada.Otra situación que nos hace sospechar de la realidad de Goliadkin II es su comportamiento clownesco en ocasiones, como dando saltitos y piruetas en la página 141. El propio Goliadkin tiene momentos de duda con respecto a la realidad de su doble. Momentos de lucidez, por decirlo de algún modo, aunque estos no llegan a concretarse, así en la página 71: "¿Quién ha admitido a este empleado? ¿Quién lo ha autorizado? ¿Estoy dormido? ¿Estoy soñando?". Esta cuestión se la plantea Goliadkin en el capítulo IV. Curiosamente en el capítulo X se describen unas pesadillas que atormentan a Golaidkin y que consisten en apariciones numerosas de su doble. Aquí vemos una correspondencia literaria entre sueño y psicopatía.El propio doctor, ya en el capítulo I, advierte en Goliadkin cierto temor maníaco-persecutorio. Por otro lado, la primera vez que Goliadkin ve a su doble es en el capítulo V. Se lo encuentra en el muelle Fontanka, cuando vuelve a casa. No es hasta la tercera vez que se lo cruza (va en su misma dirección cuando las dos veces anteriores se lo cruza de frente, ¿es el mismo? ¿cómo ha vuelto sobre sus pasos para poder encararse con Goliadkin, es simplemente otro viandante, no es nadie en realidad, una sombra?), y de ahí lo sigue hasta que lo ve entrar en su propia casa. Al final del capítulo se menciona por primera vez la palabra "doble", cuando le ve sentado en su cama "En una palabra, su doble...". En un diálogo con Anton Antonovich reconoce en la página 95: "me pongo una máscara, lo hago sólo cuando hay necesidad de ello":

Teorías.

Observamos entonces un discurso propenso a la contradicción y a la no resolución. Goliadkin ve a su doble, pero los demás ¿también le ven? En base a estos "encuentros" de la realidad con lo imaginado se pueden esbozar algunas posibles teorías::

1- Toda conversación o situación en la que interviene Goliadkin sucede únicamente en la mente de Goliadkin I. Esta teoría es de difícil lectura pues de ser así la novela no encuentra ningún punto neutral (objetivo) sobre el que la acción pueda discurrir con una mínima coherencia.
2- Toda conversación o situación que implica a Goliadkin II está referida a un tercer personaje desconocido al que Goliadkin ve como un Goliadkin II. De ser así, el impostor existe como tal salvo que no es un doble de Goliadkin. Tampoco es una teoría muy aceptable en el momento en que la base de la novela es precisamente la figura del doble, si éste no es tal doble la novela naufraga.
3- Goliadkin II es en realidad Goliadkin I, y éste visiona su propia evolución desde un punto exterior, como transportado mentalmente -por ejemplo cuando le sigue en el capítulo V hasta llegar a su propia casa-. Esto sucede cuando Goliadkin no se atreve actuar como le gustaría y es en el papel de Goliadkin II cuando actúa de tal forma -por ejemplo, cuando Goliadkin II le hace "la pelota" a sus jefes o cuando suplanta a un compañero con un trabajo que no es suyo-. Este punto es el más creíble salvo en las escenas en las que ambos interactúan con terceros personajes como en casa de su Excelencia o en la escena final. Esto es compatible con los diálogos entre ambos, en casa de Goliadkin –con la presencia silenciosa de Petrushka, quizás vea a su amo hablando solo-, e incluso con el asunto de la oficina cuando Goliadkin II le sustrae el informe para presentarlo como suyo.
4 - Las tres teorías anteriores conviven paralelamente y se van alternando según conveniencia a lo largo de toda la novela.
5 - Existe realmente un doble con el nombre de Goliadkin que le está amargando la vida al verdadero Goliadkin.

EL COMPLOT.

Desde el principio asistimos al "problema" que cree estar sufriendo Goliadkin y que quizás sea el germen que derive en su enfermedad esquizoide (y que estalla definitivamente por el fracaso en el baile de Klara Olsufievna según López Morillas). Ya en el capítulo II le confiesa al doctor la existencia de unos enemigos mortales que quieren destruirle ("definitivamente", como escribiría con maestría Bernhard un siglo después). Poco a poco nos va dejando caer Dostoyevski algunos apuntes de la naturaleza de este conflicto. En el capítulo VI: "el señor Goliadkin sabía desde hacía largo tiempo que se tramaba algo contra él y que en la conjura andaba otra persona". En el capítulo IX: "el peligro, un peligro evidente, le acechaba a la vuelta de la esquina". Este peligro no termina por concretarse. De hecho, no estamos seguros de que exista salvo en la mente de Goliadkin. De modo que Goliadkin convive con dos extrañas figuras amenazantes: la de su doble y la del complot, ¿acaso sean la misma cosa? Todo parece indicar que tras ese supuesto complot se encuentra la figura de la rusa, una "bruja", pobre pero honrada cocinera en cuya casa estuvo pensionado Goliadkin y a quien parece prometió el casamiento, saliendo por patas en algún momento para alojarse en su residencia actual de la calle Shestilavochnaya. A través de la última conversación con Anton Antonovich en la oficina éste le reclama su actitud hacia esa señora.

EL NARRADOR.

La obra está narrada en tercera persona, y aunque el protagonista principal es Goliadkin, se trata de un ente ajeno quien nos cuenta esta "verídica historia" como se dice en alguna ocasión. En el capítulo IV hay 3 apariciones explícitas de este narrador. En dos de ellas se refiere al lector directamente como si de una obra teatral se tratara con un sintomático "señoras y señores". La primera ocasión en la página 47: "Él también, señoras y señores, se encontraba allí, es decir, no precisamente en el baile, sino casi en el baile". La segunda ocasión en la página 48: "He aquí la situación, señoras y señores, en que encontramos ahora al héroe de nuestra verídica historia, aunque sería arduo explicar lo que precisamente le ocurría." Es el episodio en el que Goliadkin se encuentra en la escalera de servicio de la casa de Olsufil Ivanovich, esperando para colarse en el baile de cumpleaños de su amada Klara Olsufievna. La otra aparición del narrador es también ese capítulo 4, justo antes de lo anterior, en la página 46. "Huelga decir que mi pluma es demasiado torpe...", cuando se refiere a la descripción de la fiesta de cumpleaños de la joven Olsufievna.

Este narrador conoce en tal profundidad los hechos acaecidos que pensamos debe ser alguien integrado en la trama. Puede ser Petrushka, informado de alguna manera de cada suceso por algún testigo (en la oficina, en casa de Ivanovich, etc...). También puede ser el propio Goliadkin -desde el manicomio en todo caso-, Goliadkin II (en su última fechoría para con Goliadkin), el jefe de departamento Andrei Filippovich,..., aunque lo más probable es que sea el propio doctor Krestyan Rutenpintz, o incluso podría ser fehaciente la hipótesis de que sea Anton Antonovich, pues es el personaje que más cercano -afectivamente- se encuentra a Goliadkin.

ANÁLISIS CRONOLÓGICO.

Entre tantas idas y venidas llega un momento en que no sabemos cuántos días transcurren en la aventura de Goliadkin. Sin embargo está muy claro el seccionamiento diario pues se reseña específicamente cada amanecer, todos ellos sucedidos en casa del propio Goliadkin. Haciendo un pequeño repaso a los diferentes capítulos nos encontramos el siguiente desarrollo cronológico:
Día 1.
Capítulo I. Habitación de Goliadkin. 8 de la mañana. Salida en coche y encuentros con escribientes y con Filippovich.
Capítulo II. Visita al doctor Krestyan Ivanovich.
Capítulo III. Grandes Galerías. Puente Izmailnovski. Casa de Olsufi Ivanovich. Capítulo IV. Cumpleaños de Klara Olsufievna. Descansillo de escalera de servicio. Expulsión del baile.
Capítulo V. 12 de la noche. Muelle Fontanka. Encuentros con extraño. Casa de Goliadkin: el doble.
Día 2.
Capítulo VI. 8 de la mañana. Silencio de Petrushka. Oficina. Conversación con Goliadkin II.
Capítulo VII. Casa de Goliadkin. Goliadkin y su doble.

Día 3.
Capítulo VIII. Mañana siguiente, 8 de la mañana. Silencio de Petrushka. Oficina.
Capítulo IX. Peligro. Pasteles de pescado. Carta a Goliadkin II. Carta a Vahrameyer. Segunda carta a Nestor Ignatievich Vahrameyer.

Día 4.
Capítulo X. Pesadillas con Goliadkin II. Una de l mediodía. Carta a Goliadkin II. Oficina (Ostafyev y Pisarenko). Carta de Klara.
Capítulo XI. Goliadkin I y II en un café. Lectura de carta de Klara. Capítulo XII. Petrushka se marcha. Casa de su Excelencia. Camino del Puente Izmailnovski.
Capítulo XIII. Puente Izmailnovski. Escondido tras leños. Escena final en casa de Osulfi Ivanocich. Aparición del dostor Krestyan Ivanovich.
Tenemos, por tanto, la acción relatada en el transcurso de 4 días y a través de 13 capítulos.

La estructura por capítulos y días quedaría como sigue:

Día 1: 5 capítulos (I a V).
Día 2: 2 capítulos (VI y VII).
Día 3: 2 capítulos (VIII y IX).
Día 4: 4 capítulos (X a XIII).

Es decir, dos días (el incial y el final) más extensos y dos días intermedios más cortos, conformando una estructura ABBA.

LAS CARTAS.

En el capítulo IX Goliadkin escribe una primera carta a su doble: " Muy señor mío, Yakov Petrovich. Jamás hubiera tomado la pluma de no ser porque las circunstancias en que me hallo y usted, señor mío, me empujan a hacerlo." En ella le reprocha su conducta en la oficina apropiándose de sus papeles. No sabemos con certeza si esta carta llega a su destinatario ya que es enviada por medio del criado Petrushka a la oficina quien debe entregarla a Vahrameyer, el viguilante de guardia. Sin embargo al regreso Petrushka dice no haber visto a Vahrameyer, no conocer la existencia de ninguna carta, y por supuesto asegura no traer respuesta tal y como se pedía en la misiva enviada por Goliadkin. No obstante al poco Goliadkin encuentra una carta de Vahrameyer que debe haber traído Petrushka, aunque lo haya negado. "Muy señor mío, Yakov Petrovic: Su criado está borracho...". Goliadkin contesta a Vahrameyer para sacarle del malentendido creado: "Muy señor mío, Nestor Ignatievich: Con estupor y y honda pesadumbre he leído su afrentosa carta, pues por ella veo claramente que cuando habla usted de personas descaradas y falsamente bienintencionadas se refiere usted a mi."

Al día siguiente -ya en el capítulo X- la carta para Vahrameyer ha desaparecido y Goliadkin sospecha de que alguien ha comprado a Petrushka. Entonces escribe una nota para Goliadkin II: "Muy señor mío, Yakov Petrovic: O usted o yo. Ya no hay sitio para los dos."

En el capítulo XI hay una cuarta carta firmada por Klara Olsufievna y dirigida a Goliadkin. Se la entrega el escribiente Pisarenko, la misma dice habérsela entregado el vigilante Mehyev, quien la ha traído a su vez de la casa de Vahrameyer. En ella Klara le comunica sus planes de escapada: "A la noble persona que sufre por mi y aquien de todo corazón querré eternamente." Este comunicado se presenta como totalmente falso a los ojos del lector ya que no hay ningún indicio de que los sentimientos de Klara hacia Goliadkin sean de esta naturaleza. Todo apunta a constituir parte del consabido complot para desestabilkizar a Goliadkin o bien a que sea igualmente producto de la imaginación de Goliadkin.

COMENTARIO CRÍTICO FINAL.

Es una novela graciosa. Me ha gustado.