miércoles, 28 de mayo de 2008

El desierto de los Tártaros, de Dino Buzzati


El teniente Giovanni Drogo es destinado a la fortaleza Bastiani una vez es nombrado oficial. Allí piensa estar destinado unos meses para hacer méritos y conseguir un buen puesto en la capital. En la fortaleza se espera día tras día la invasión de los Tártaros. Alguien lo expuso -o bien sólo lo pensó- en alguna ocasión y desde entonces esto es así. La vida en la fortaleza es monótona, absurdamente disciplinada, y sobre todo: inútil. Con este panorama Buzzati reflexiona sobre el sentido de la vida, la falsa esperanza, y la fuerza del ser humano, capaz de crear unas expectativas absolutamente imaginarias y creérselas. La soledad, el desarraigo, la adaptación a una vida insípida, y la resignación coronan este magnífico relato con ciertos aires kafkianos y que merece estar entre las mejores novelas del siglo XX.

lunes, 26 de mayo de 2008

Paisaje en la niebla, de Theo Angelopoulos


En general -salvo excepciones como Leolo, Kolya, o El tambor de hojalata- las pelis con niños me parecen un rollazo. Esta Paisaje en la niebla es una peli con niños pero paradójicamente nos presenta el absurdo del mundo de los adultos desde la propia perspectiva de los adultos -aunque a través de un viaje imposible de dos hermanos. Vaya galimatías, ni yo sé lo que digo. Estos dos hermanos griegos viajan en tren a Alemania en busca de su padre -a quien nunca han visto, sólo sueñan con él-, un padre que no existe como tal. La peli tiene el sello de Angelopoulos, con su peculiar gusto por las escenas neblinosas, iluminadas desde la genialidad, con pocos diálogos, mucho respeto por la comunicación visual, y basada en un fascinante viaje hacia ninguna parte. Algunas escenas se te quedan en la memoria para el resto de tu vida. Estooo, a ver si me acuerdo cuáles eran: la de los policías saliendo de la comisaría y mirando al cielo la nevada mientras los niños escapan sin entender qué pasa; la del violinista espontáneo que entra en el bar mugriento con los cristales de las ventanas empañados por el frío -¿o por la suciedad?-; la de los actores en paro en la playa... En fin, una obra de gran belleza que no resulta cursi a pesar de los niños y que quizás flojea en su segunda parte para finalizar de forma alegórica y un poco críptica. En 1989 obtuvo el premio Félix a la mejor peli europea. La bonita música es de Eleni Karaindrou, quien ya realizara la banda sonora de La mirada de Ulises y más tarde de Eleni.

martes, 20 de mayo de 2008

MURAKAMI: Al sur de la frontera, al oeste del sol


Uff, después de Beckett necesitaba recuperar un poco la ilusión por la vida, por dios, jeje, y para ello nada mejor que esta novela de Murakami ,que me ha encantado, por cierto. Es probablemente la obra del japonés menos surrealista y mágica, y tengo que decir que es la que más me ha gustado de él -si bien no podría asegurarlo ya que me ha gustado todo lo que he leído de él- precisamente por eso -curiosamente la escribió entre Norwegian wood (1987), aquí Tokyo blues como sabéis -una novela que tengo que releer ya que después de conocer mejor el universo Murakami me estoy formando una percepción de ese libro mucho mejor de la primera impresión que tuve al leerlo-, y Crónica del pájaro que da cuerda al mundo (1995), es decir, como si hubiera sentido la necesidad de tomarse un respiro, de hacer una obra un poco más liviana, consiguiendo paradójicamente su obra más profunda -aunque técnicamente sí sea su libro más pobre, con un estilo sencillo y sin grandes alardes poéticos, y también con menos humor y sin situaciones desternillantes, ¡aún me acuerdo de la encuesta de calvos de Crónica y me parto de risa!-, según mi humilde y lamentable opinión -es decir, ni siquiera yo estoy seguro de cuál es mi preferida de Murakami, supongo que dependerá del estado de ánimo y después de Beckett me apetecía leer un Murakami más asequible o más "falsamente" asequible, pues no olvidemos que los temas tratados por Murakami trascienden del mero folletín dominguero -al menos eso espero, por dios-, para convertirse en los eternos dilemas del ser humano sobre ocasiones perdidas, segundas identidades, nuevos mundos, pasos cerrados y satisfacciones inencontradas -el protagonista tiene mi edad, qué agobio. Ese ambiente realista de Al sur me atrae más que el poder de los sueños que toman parte esencial en otras obras de Murakami -es decir, un tono más cercano a Tokyo blues que a Crónica o Kafka- porque si hay algún "pero" en Murakami creo que es el uso excesivo de fuentes oníricas, no puedo con los sueños, lo siento, no me creo que nadie pueda relatar y acordarse de lo soñado con la precisión y abundancia en detalles que hace Murakami, es más, yo no me acuerdo de nada de lo que sueño, y no creo que tengan una influencia tan determinante en la vida cotidiana. En esta ocasión nos brinda un libro que yo me atrevería a definir como el más autobiográfico de su narrativa. Datos como el año de nacimiento del protagonista -muy cercano al del mismo Murakami, 1951 frente a 1949-, la licenciatura en la facultad de literatura, la apertura de un club de jazz,... me hacen pensar en que Hagime se parece más a Murakami que cualquier otro personaje de sus novelas. De nuevo escoge el título de una canción para su novela (ya lo hizo con Norwegian wood y Kafka en la orilla, aunque esta última era una canción compuesta por uno de los personajes), en esta oportunidad es un tema de Nat King Cole: Al sur de la frontera. En resumen, una novela que se lee de un tirón -me duró una jornada dominical- y que te deja la sensación de que tomes el camino que tomes te estarás equivocando, pero al menos tienes la seguridad de que todos se equivocan, incluso los que te incluyen en sus caminos.

viernes, 16 de mayo de 2008

La trilogía de Samuel Beckett


Llevo unos días enfrascado en la lectura de la trilogía novelística de Samuel Beckett integrada por las obras Molloy, Malone muere y El innombrable. Me quedan sólo unas páginas para terminar El innombrable pero he decidido postear este artículo por si muero en el intento de finalizar tan magna y compleja obra. Quizás la mejor sea Molloy, sobre todo porque te pilla por sorpresa, jaja, dices, es gracioso este Beckett, qué ocurrente, oye, ni que estuviera loco. Esta novela se divide en dos partes, en la primera Molloy se pierde en el bosque cuando va a visitar a su madre -que al parecer está muerta-, poco a poco te das cuenta que Molloy está como una cabra y empiezas a temer por tu propia salud mental y sobre la conveniencia de seguir con la lectura -¡dios, estoy deseando matar al vecino! La segunda parte de Molloy es más legible -aunque no menos psicótica-, en ella el agente Moran recibe el encargo de buscar a un tal Molloy, a la noche parte con su hijo enfermo, después de un año rondando por el bosque -a estas altura te animas diciendo "¡yo quiero escribir esto, yo quiero ser Beckett!"- la misión quedará abortada por orden de sus superiores. En Malone muere, Malone parece estar en un psiquiátrico, finalmente, en una excursión a la isla -al igual que en Molloy la segunda parte de la novela se lee con mayor facilidad-, el bedel se carga a "hachetazos" a dos subalternos ante la mirada estrambótica de Malone y sus locos compañeros. El innombrable recoge la narración esquizoide, de forma que tras unas cincuenta páginas el propio narrador -que pasa de llamarse Maddoh o Haddoh a Worm- confiesa no saber de qué estaba hablando. Entiendes que Worm vive en una vasija como un mono de feria al que le faltan varias extremidades y allí su cabeza aborda pensamientos anormales, repetitivos y de lógica dudosa. Así toda la trilogía ostenta una homogeneidad y una misma respiración narrativa -hasta Worm ve pasear a Malone por delante sin asegurar si mantiene cierta periodicidad en estos paseos- que trasluce la obsesión paranoica de los diferentes personajes (¿Molloy es Beckett?, ¿Malone es Molloy?, ¿es Moran Molloy?, ¿es Worm Beckett, y Molloy?) que circulan en torno a la soledad, la enfermedad, la incomunicación, la ausencia de esperanza en el prójimo, el caos mental como único universo cognoscible en definitiva, y que te llevan a la conclusión de que la única salida en este mundo de mierda es la locura.

miércoles, 14 de mayo de 2008

¡Mokusei!, de Cees Nooteboom


Dos magníficos relatos de Nooteboom: ¡Mokusei!, y El Buda tras la empalizada. Dos viajes a Oriente. Uno a Japón: un fotógrafo recibe el encargo de fotografiar el monte Fuji, para ello contrata a una modelo -no demasiado guapa, genuinamente japonesa-, y se enamora de ella -eso que la pidió feilla, que si no. Otro a Tailandia, a través de una escultura -o varias- de Buda.


"El recuerdo fluye de un lado a otro entre el pretérito perfecto o el imperfecto, como también la memoria; si deja que ésta siga su camino, prefiere con frecuencia el caos a la tabla cronológica";

"Mono no aware: el patetismo de las cosas";

"Con la pasión de un converso había querido ir a Japón, como si allí aún pudiera encontrarse algo que parecía haberse extinguido en casi todas partes";

"Dentro de poco estaría fuera, vería el auténtico paisaje japonés. Algo sería verdad de las cien vistas de Hokusei de la montaña santa, algo del elegante silencio de cien haikus, emoción mística del Viaje al Norte, de Basho"

miércoles, 7 de mayo de 2008

Mil años de oración, de Wayne Wang


El director americano de origen chino Wayne Wang ganó la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián el año pasado con esta "Mil años de oración". El director de La caja china y Smoke realiza una obra intimista en la que plantea la novedosa relación que surge cuando un anciano padre -ingeniero espacial jubilado en la China comunista- visita a su joven hija -bibliotecaria divorciada y afincada en EEUU desde hace doce años. La peli está basada en la novela "Mil Años de buenos deseos", de Yiyun Li.

lunes, 5 de mayo de 2008

MURAKAMI:Crónica del pájaro que da cuerda


De nuevo me enfrenté a otra gran obra de Murakami después de disfrutar como un enano con Kafka en la orilla. En esta ocasión Murakami fabrica una vez más una compleja historia de historias con el toque onírico y surrealista necesario para dar salida a las inquietudes, frustraciones y miedos del protagonista. Básicamente la novela cuenta cómo el joven abogado en paro Okada intenta recuperar durante todo el libro a su esposa desaparecida misteriosamente. Una joven estudiante que hace ver a Okada lo enigmático que parece todo y del que está enamorada; dos hermanas videntes con nombres de islas mediterráneas; un fascinante secretario de último escalafón cuya verborrea es extraordinaria -uno de los personajes más increíbles que nunca he leído, podría leer páginas y páginas sin descanso su exacto, malvado y agudo discurso-; un malo muy malo; una hilarante escena de una encuesta de calvos; unas entrañables cartas desde una fábrica de pelucas; y sobre todo, unas extraordinarias e increíbles historias en torno a la segunda guerra mundial -la historia del teniente Mamiya, la matanza del zoológico, el frustrado hundimiento del mercante por parte del submarino, la ejecución del equipo de béisbol, y la historia de Boris el desollador en un campo de concentración en Siberia-, hacen de este novelón una fuente inagotable de deleite y entretenimiento. Me sigue llamando la atención el uso por parte de la traductora del verbo "reseguir" (según la RAE: "Quitar a los filos de las espadas las ondas, resaltos o torceduras, dejándolos en línea seguida") en lugar del más adecuado "seguir" o "perfilar".