viernes, 16 de mayo de 2008

La trilogía de Samuel Beckett


Llevo unos días enfrascado en la lectura de la trilogía novelística de Samuel Beckett integrada por las obras Molloy, Malone muere y El innombrable. Me quedan sólo unas páginas para terminar El innombrable pero he decidido postear este artículo por si muero en el intento de finalizar tan magna y compleja obra. Quizás la mejor sea Molloy, sobre todo porque te pilla por sorpresa, jaja, dices, es gracioso este Beckett, qué ocurrente, oye, ni que estuviera loco. Esta novela se divide en dos partes, en la primera Molloy se pierde en el bosque cuando va a visitar a su madre -que al parecer está muerta-, poco a poco te das cuenta que Molloy está como una cabra y empiezas a temer por tu propia salud mental y sobre la conveniencia de seguir con la lectura -¡dios, estoy deseando matar al vecino! La segunda parte de Molloy es más legible -aunque no menos psicótica-, en ella el agente Moran recibe el encargo de buscar a un tal Molloy, a la noche parte con su hijo enfermo, después de un año rondando por el bosque -a estas altura te animas diciendo "¡yo quiero escribir esto, yo quiero ser Beckett!"- la misión quedará abortada por orden de sus superiores. En Malone muere, Malone parece estar en un psiquiátrico, finalmente, en una excursión a la isla -al igual que en Molloy la segunda parte de la novela se lee con mayor facilidad-, el bedel se carga a "hachetazos" a dos subalternos ante la mirada estrambótica de Malone y sus locos compañeros. El innombrable recoge la narración esquizoide, de forma que tras unas cincuenta páginas el propio narrador -que pasa de llamarse Maddoh o Haddoh a Worm- confiesa no saber de qué estaba hablando. Entiendes que Worm vive en una vasija como un mono de feria al que le faltan varias extremidades y allí su cabeza aborda pensamientos anormales, repetitivos y de lógica dudosa. Así toda la trilogía ostenta una homogeneidad y una misma respiración narrativa -hasta Worm ve pasear a Malone por delante sin asegurar si mantiene cierta periodicidad en estos paseos- que trasluce la obsesión paranoica de los diferentes personajes (¿Molloy es Beckett?, ¿Malone es Molloy?, ¿es Moran Molloy?, ¿es Worm Beckett, y Molloy?) que circulan en torno a la soledad, la enfermedad, la incomunicación, la ausencia de esperanza en el prójimo, el caos mental como único universo cognoscible en definitiva, y que te llevan a la conclusión de que la única salida en este mundo de mierda es la locura.

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