jueves, 25 de noviembre de 2010

Sí, de Thomas Bernhard


Título original: Ja.
Autor: Thomas Bernhard (1931-1989).
Nota: En la solapa se indica como fecha de muerte el año 1988 pero en realidad es 12 de febrero de 1989.
Año de publicación: Suhrkamp verlag Frankfurt and Main, 1978.
En España, Editorial Anagrama, 1981.
Traducción: Miguel Sáenz.
Prólogo: Luis Goytisolo.

1. El comienzo:
"El Suizo y su compañera llegaron a casa del corredor de fincas Moritz precisamente cuando yo, por primera vez, no sólo trataba de describirle a Moritz y, en definitiva, explicarle científicamente los síntomas de mi enfermedad sentimental e intelectual, sino que había ido a casa de Moritz, probablemente la persona que en ese momento me estaba realmente más próxima, para volverle del revés, súbitamente y del modo más desconsiderado, la cara interna, no sólo enferma sino totalmente deformada ya por la enfermedad, de mi existencia, que hasta entonces sólo conocía él en un aspecto superficial que ya no le irritaba y, por tanto, en modo alguno le afectaba de modo inquietante y, simplemente por la inesperada brutalidad de mi experimento, por el hecho de que esa tarde, en un momento, descubrí y desvelé por completo lo que, en los diez años de mi relación y amistad con Moritz, le había ocultado, le había escondido siempre, en definitiva, con sutileza matemática,...".
2. El estilo.
Pues estilo Bernhard cien por cien, en la línea de Hormigón, Corrección o Tala. Es decir, es un monólogo afectivo reflexivo interior en el que la repetición de los conceptos e ideas van cediendo paso a novedades en la trama y en los perfiles de los distintos personajes conformando un friso de gran originalidad y belleza plástica, así como de profundo calado filosófico y artístico.
3. La trama.
El narrador está aislado en su casa de campo intentando elaborar un estudio científico sobre los anticuerpos. Visita con frecuencia a su amigo el vendedor de fincas Moritz. Al comienzo del libro esta visita coincide con la llegada de la pareja de suizos que han comprado recientemente una finca a Moritz. El conocimiento de estos dos nuevos personajes y en concreto de la compañera del suizo, nombrada como la persa, cambiará el rumbo fatídico dramático de la existencia del narrador, si bien no por mucho tiempo.
4. Los personajes:
Moritz, el vendedor de fincas: experto en oir pasos, descubrió su vocación como vendedor de fincas por casualidad. Compró una enorme finca que le endeudó de tal forma que tuvo que vender parte de ella para hacer frente a la hipoteca. Esta venta le reportó tanto beneficio como gasto le había supuesto la compra de la finca en su totalidad. Es el gran amigo y confesor del narrador. "Durante años había podido ocultarle a Moritz esa enfermedad, pero de repente había tenido que informarle de ella, y precisamente la tarde en que había conocido a los Suizos había sido probablemente el punto culminante de mi enfermedad de falta de contacto, y al mismo tiempo la salvación." Moritz entiende que cualquier cosa es vendible, sin embargo, la venta tan rápida y exenta de problemas de la horrible finca tras el cementerio a los Suizos le sorprenderá.
El narrador: "Es posible salvarse explicándose un momento decisivo y haciendo un análisis de todo lo que guarda relación con ese momento decisivo." El eje de la novela, el corazón de la narración, el propio Bernhard y sus estudios intelectuales.
La persa: un ser tortuoso que vive su existencia como simple adjunta -testigo- del Suizo, encerrada en su mudez voluntaria, hace tiempo que ha dejado de tener ilusión por la vida y que sólo parece abrirse vitalmente ante la aparición del narrador con quien sostiene algunas conversaciones interesantes en sus paseos por el bosque de alerces -hasta que al magnetismo entre ambos desaparece-. Al igual que el narrador adora a Schumann y es la destinataria de la pregunta elemental cuya respuesta propiciará el título de esta novela.
El Suizo: un ingeniero de centrales eléctricas que ha estrechado la manos nobles de varios países como la del rey de España. Compró una finca horrorosa a Moritz, ante la propia sopresa del vendedor. Dos horas después de la compra ya enseñaba Moritz los planos de la edificación que llevaría a cabo en dicha finca húmeda y ruinosa, tras el cementerio. "Mi impresión era que la casa dibujada en el plano del suizo parecía una central eléctrica y realmente la construcción, cuando la vi al natural, me pareció una central eléctrica, era lo opuesto a toda idea de una vivienda y, como no podía dejar de ocurrir, producía un efecto de rechazo en las personas, era, por tanto, cualquier cosa menos una morada para retirarse, más bien había parecido, vista así desde fuera, el blindaje de hormigón de una máquina que trabajara dentro de él y no necesitara ni luz ni aire."
Uno piensa, demonios, ¿cómo ha podido construir semejante horror? El transcurso de los hechos lo explicará todo, o casi todo.
La dueña de la fonda: la primera vez que el narrador queda con la persa para dar un paseo por el bosque de alerces tiene que esperarla un rato en la fonda junto a la dueña con quien conversa sobre temas agropecuarios, aunque ella está deseando contarle al narrador cosas, chismes, sobre los Suizos. "Todo, en una persona como la dueña, es negocio. Inteligencia, sentimientos, todo se aplica sólo a los negocios." La dueña aventura un destino fatal para el narrador: "¿No había dicho ella que creía que me había muerto?", ante la ausencia de 3 meses del narrador. Es una pregunta desgarradora, alguien te cree muerto y sólo te recuerda cuando vuelves a aparecer, y sólo se le ocurre decir que te creía muerto. Esto guarda relación íntima con la pregunta final a la persa, una pregunta que quizás lleve haciéndose bastante tiempo el propio narrador a sí mismo.
El estudio científico:
Como en La calera y el trabajo sobre el oido humano, o el trabajo intelectual sobre Mendelssohn en Hormigón, en Sí hay un trabajo intelectual a desarrollar, en este caso sobre anticuerpos, qué anticuerpos, no lo sabemos. "Y había creído realmente poder quedarme solo con mi trabajo científico, poder aguantar sólo con mis estudios científicos durante toda la vida y llegar solo, solamente con mis estudios científicos, a mi objetivo, lo que, sin embargo, poco a poco y de pronto con la mayor certeza, hubo de revelarse como totalmente inviable y totalmente imposible." Pero hombre, ¿cómo se te ocurre? ¡quedarte a solas con tus estudios científicos para lo resto!
Para no correr el riesgo de fracasar totalmente el narrador acude a sus llamados "contraestudios, los musicales y filosóficos y filosóficomusicales y al revés".
Dualidad salvación/aniquilación.
Como un personaje de la novela más asistimos al enfrentamiento de este binomio antitético. El narrador parece estar buscando continuamente la salvación y a menudo encuentra únicamente la aniquilación. En la persa verá un reflejo de sus preocupaciones existenciales. Esto les llevará a un primer acercamiento ilusionante y a una separación drástica finalmente.
Los cuartos. El de los libros, sólo y exclusivamente preparado para la lectura de libros, y el de las manías, para leer las partituras de Schumann.
5. Lugar que ocupa dentro de su obra.
Es una novela de 1978, publicada cuatro años después de su anterior novela Corrección (obra maestra). En ese tiempo escribió tres volúmenes de su autobiografía El origen, El sótano y El aliento, así como obras teatrales. La siguiente novela sería Los comebarato (1980) (obra maestra). En ese año Patrick Modiano recibe el premio Goncourt por La calle de las tiendas oscuras.
6. El título.
Es la última palabra de la novela. Es la respuesta a una pregunta que el narrador le llegó a plantear a la persa en un momento dado y que recuerda después de que los hechos cruciales del final de la novela hayan tenido lugar. Es quizás la pregunta más directa y existencialista y dramática que se le pueda plantear a una persona. Así como la respuesta dada es la más dramática, directa y existencialista que se pueda dar a esa pregunta.
7. Paralelismos.
He observado algunos paralelismos intra e internovelescos. No sé si porducto de mi imaginación, de la casualidad o de la intención de Bernhard.
7.1. El narrador es salvado por la presencia de los Suizos en casa de Moritz. El narrador venía de una crisis de tres meses sin salir de su casa, enfrentado a su estudio científico que está colapsado por el exceso de aislamiento. "Si los Suizos no hubieran entrado en ese momento en casa de Moritz y en el despacho, probablemente me habría vuelto loco esa tarde."
Así mismo la persa es salvada por la presencia del narrador, quien será su balsa de flotación durante una parte de la novela.
7.2. El narrador se confiesa a Moritz con respecto a su tremenda enfermedad intelectual y sentimental al principio de la novela.
La persa se confiará al narrador con respecto a su fracaso existencial igualmente en el último paseo por el bosque de alerces.
7.3. Otro paralelismo se aprecia en la compra de la finca, precipitada y sin reflexión previa tanto por parte de los Suizos como por parte del narrador años atrás, también a Moritz, ambas compras ruinosas y desastrosas.
7.4. Con su novela Hormigón: la trama va desarrollándose a través del flujo interior del narrador hasta que el final se precipita en una secuencia altamente trágica. En Hormigón el protagonista quiere escapar de su fracaso mediante un viaje, en Sí ese fracaso queda interiorizado aumentando de tamaño con el tiempo. Es una diferencia que emerge del paralelismo igualmente y que tiene mucho que ver con la dualidad salvación/aniquilación antes mencionada.
8. Referencias artísticas.
Schumann y Schopenhauer con su "El mundo como voluntad y representación": "En ningún otro libro he encontrado nunca un lenguaje más claro y una inteligencia igualmente tan clara, ninguna obra literaria ha ejercido nunca sobre mí un efecto más profundo".
Son dos columnas, Schumann y Schopenhauer, a las que se aferra el narrador en los momentos de crisis para subsistir, lo que pasa es que a veces ni siquiera esas armas le son de utilidad. "Durante toda mi vida me he ocupado de Schumann como de ningún otro compositor, del filósofo Schopenhauer por una parte, del compositor Schumann por otra, pero de pronto no tenía ningún acceso a esa música de Schumann y había pensado, de pronto no tienes acceso a la música de Schumann, a la que siempre has tenido acceso, siempre ha sido para mi la música de Schumann la salvación, lo mismo que, por otra parte, El mundo como voluntad y representación de Schopenhauer, y tuve que renunciar a mi intento de salvarme de mi depresión mediante Schumann."
Y es que para poder asirse a la tabla de salvación (Schumann y Schopenhauer), hay que estar previamente en disposición de hacerlo. Entonces uno se pregunta si son realmente tablas de salvación y no meras entelequias, es decir, Schumann y Schopenhauer sólo funcionan cuando uno está en vías de salvación, nunca antes. La insatisfacción es tal que ni Schumann ni Schopenhauer pueden ejercer su supuesto efecto balsámico.
9. La traducción.
Perfecta como siempre en Sáenz. Quizás algo extraño el uso de "recibimiento" en lugar de "recibidor" como "antesala", si bien ambos términos son válidos. Puede que haya sido una elección dada la rareza que pueda provocar la lectura del sinónimo escogido, "recibimiento", aumentando así la tensión interna del narrador.
10. El prólogo de Luis Goytisolo.
Se apuntan algunas referencias como Beckett, Kafka, Musil, incluso Nabokov, aunque Goytisolo enseguida afirma que la obra de Bernhard es suficientemente carismática como para poder prescindir de referencias ajenas. El prologuista da algunas claves de la prosa de Bernhard: "Un desarrollo no menos descompensado en su secuencia temporal -lento, casi estancado al principio y precipitado hasta el aturdimiento en las últimas páginas-, que desequilibrado desde el punto de vista argumental, en razón de la cada vez más obvia desproporción existente entre las conjeturas del protagonista y el objeto de esa conjeturas." Bueno, no veo ese desequilibrio, más bien todo lo contrario, una obra plena de equilibrio en todos sus aspectos y compensada de forma virtuosa y magistral.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Si mi biblioteca ardiera esta noche (I), de Aldous Huxley. Ensayos sobre arte, música, literatura y otras drogas.


Esta colección de ensayos pertenecientes a distintas épocas y publicaciones la comienza esta edición con una interesante pregunta: "¿Qué es un ensayo?". Huxley muestra sus cartas abiertamente: "¿Qué ocupación es más placentera, cuál menos demandante, que la curiosa absorción de información literaria?". Es una reflexión muy profunda. En realidad ¿leemos para tener una base sobre la que disfrutar ensayos sobre lo leído? Me pasa mucho con las películas. Me gusta leer libros sobre directores y sus filmografías pero antes hay que ver las pelis, si no queda todo un poco desdibujado. ¿Cómo entender un comentario sobre Ocho y medio de Fellini sin haberla visto anteriormente? Y en cuanto al aspecto literario, igual pasa, ¿cómo degustar los réquiems de Wiesenthal sin conocer la música de Mozart, algo de la obra de Balzac, de Dostoievski? ¿Entonces se escribe para dar "carnaza" los ensayistas? ¿Es el ensayo literario el único pretexto auténtico de escritura? Algo que pueda parecer en sí demencial es de una profundidad ¡literaria!. En realidad lo importante de la lectura resulta ser la interpretación. Tanto la interpretación del lector como la de el ojo crítico y experto. Luego está el siguiente nivel que sería el de la interpretación de la interpretación. También muy estimulante. Total, que al final, la obra primigenia no queda más que en un esbozo olvidado entre absurdos recuerdos mentales. Huxley ataca a los "matadores del tiempo", como yo los denominaría. "A cualquier precio debemos huir de la angustia de aburrirnos, debemos encontrar algo para llenar nuestro ocio." Desde "coleccionar estampillas, a la bibliofilia, a la investigación anticuaria, a las curiosidades de la literatura", cualquier cosa sirve para no aburrirnos. Sin embargo yo creo que aqui Huxley se equivoca en parte. Uno no pretende estudiar el mundo de la literatura, más allá de la literatura en sí, para ocupar el tiempo de ocio, sino por una verdadera inquietud que nace de no se sabe dónde y que demanda el insaciable espíritu de la ignorancia.

Me saltaré los 3 ensayos o artículos sobre Drogas en los que Huxley refiere su compuesto soma, presente en Un mundo feliz. Básicamente viene a decir que tarde o temprano el ser humano encontrará una droga que le ayude a sobrevivir, una medicina desprovista de efectos secundarios. De alguna forma se adelantó al Prozac y otros antidepresivos de última generación. Claro que el tema de los efectos adversos es imposible de solucionar, al menos por el momento. Sin ir más lejos se ha demostrado una evidente tendencia suicida en jóvenes adolescentes tratados con fluoxetina, lo que ha llevado a contraindicarlos en estas edades. La cosa tiene su demencia, tratas una depresión y el tipo se suicida por culpa del tratamiento. De todas formas reivindica de alguna manera, si no el derecho, sí la necesidad de sufrir, de experimentar tensión, agobio, como una herramienta útil en la valoración de las cosas y para enfrentarse a situaciones cotidianas. Tampoco es que descubra nada nuevo Huxley. La naturaleza humana es así, y contrariarla no deja de ser una irresponsabilidad, salvo en casos de enfermedad, evidentemente. También realiza unas interesantes reflexiones sobre la conveniencia de prohibir ciertas sustancias, un tema de actualidad en estos momentos con la posibilidad de legalización de Cannabis en un estado americano.

Pero pasemos a los ensayos sobre literatura.

La lectura, el nuevo vicio (Vanity Fair, 1930): "La cultura no deriva de la lectura de los libros, si no de la lectura exhaustiva e intensa de buenos libros." Bien, no le falta razón, no obstante hay una idea que circula de forma casi arbitraria que viene a decir que de cualquier libro se puede sacar algún provecho. Bien es cierto que se sacará más provecho de Oé que de Murakami, de Márai o Hrabal que de Cercas o Gustova, pero al final el gusto y la personalidad de cada individuo tiene mucho que decir en este aspecto, por lo cual tampoco me atrevo a generalizar. Porque si un individuo se siente profundamente impresionado por Kafka en la orilla, y le resbala sobremanera Una cuestión personal, ¿cómo decir que Oé es más influyente que Murakami? Me siento incapaz de evaluar esta cuestión. También se queja de la gran cantidad de mala literatura que inunda los puestos de novedades en las librerías. Propone subir un 5000% los impuestos del papel, encarecer sobremanera el artículo libro, de forma que sólo salgan a relucir los auténticamente buenos. Además, sostiene que la prohibición de lectura ilimitada revertirá en la producción de nuevos y ávidos lectores que se acerquen al mundo de la lectura por rebeldía contra el sistema. Es uno de los artículos más ingenuos de toda la serie. Pero señor Huxley, usted qué pretendía ¿que sólo se pueda leer a Ken Follet y Dan Brown? Porque si las editoriales tuvieran restricciones de fabricación, y los libros valieran una millonada era seguro que sólo los best sellers saldrían a la luz. Adios a las ediciones de bolsillo de El extranjero, El lobo estepario o Crimen y Castigo. Por supuesto, adios a todos los clásicos en general.

Es una idea que retoma en Demasiados libros(Hearst, 22 de abril de 1932): "Los contemporáneos de Wordsworth, de un modo u otro, estaban mejor que nosotros." Y los de Huxley mejor que nosotros, jeje. "La cultura corre el peligro de ser enterrada bajo una avalancha de libros. La mente está más activa y más libre que nunca en el pasado; pero por una extraña paradoja la libertad sofoca, el dinamismo es paralizante." Hay que establecer un régimen absolutista, le ha faltado. A este le iban a caer pedruscos como se atreviese a decir esto en la actualidad. Vamos a ver, señor Huxley, nadie podrá enterrar a Nooteboom, a Foldenyi, a Modiano, porque al final la VERDAD siempre triunfa, jeje. Bueno, es cierto que cuando uno va a una librería cada vez con más asiduidad tiene que buscar con lupa para encontrar auténticos tesoros entre tanta mediocridad, tanto están de novela histórica, de narrativa fantástica, de ¡ensayo, donde sólo vemos títulos de presentadores de televisión y de políticos retirados!, basura en definitiva. Pero con un poco de paciencia encontramos un nuevo libro de Pamuk (¡demonios, le ponen las tapas de color rosa!), de Michon, de Coetzee. Esperemos que las predicciones de Huxley nunca se cumplan. Siempre nos quedará la Biblioteca pública.

Bibliofilia (On the margin, 1923). "La bibliofilia está en ascenso. Entre los franceses, la bibliofilia parece haberse convertido en una manía y, lo que es más, en una manía excesivamente organizada y expoltada al máximo". Queda un poco desfasado este pequeño ensayo, más bien breve reflexión, como casi todos los ensayos del libro. En realidad casi nadie se preocupa hoy día por las ediciones de lujo, numeradas, y en papel Lafuma-Navarre. "Pero nadie puede pretender que Venus y Adonis es más grato al ser leído en un ejemplar único que costó 15.000 libras, que cuando se lee un ejemplar que costó un chelín." Dos consideraciones: quien se ha gastado ese dineral en un libro no se atreve a leerlo, vaya a estropearse, es un artículo de lujo que poco o nada tiene que ver con la lectura. En segundo lugar, es mucho más placentero leer un libro de un chelín, 2 euros o cualquier edición de ocasión siempre que su lectura resulte fascinante. Uno está todo el tiempo diciéndose ¡y sólo me ha costado 2 euros! ¡Un Kadaré nuevito y en perfecto estado de impresión!

Ficción y realidad (Hearts, 29 de julio de 1933). Aquí trata -con gran brevedad, apenas dos páginas y media- Huxley el que sea quizás el tema más apasionante de la creación literaria."La realidad es más extraña que la ficción. ¿Por qué? Porque la ficción es siempre apropiada, mientras que la realidad es sólo hechos y se limita a ocurrir, brutalmente sin importarle su conveniencia para la gente o las cosas que la rodean." No sé si esa es la diferencia fundamental, porque la ficción puede ser bastante penosa. Sí estoy de acuerdo en que las historias reales no tienen principio ni fin, y no pueden manipularse, evidentemente, no tienen equilibrio formal, los personajes no están perfectamente dibujados -¡ni nosotros sabemos cómo somos o debemos ser!-, e incluso los hechos obedecen a diversas versiones según sea quien los refiera. "El elemento irracional de la realidad desdeñado más asiduamente por escritores de ficción y filósofos es el elemento que el hombre encuentra más cerca de él, su propia fisiología." Existe un proceso de selección de actividades en toda narración de ficción, pero ¡también en las narraciones realistas! Narrar no es otra cosa que eso, un ejercicio de tomas de decisiones en las que se incluyen y excluyen determinados aspectos de la realidad -o de la ficción, según el caso-. No obstante habría que recordar aquello que dijo Eco en una entrevista, fue algo así como "la ficción es más real que la realidad", o al menos ése era el espíritu de sus palabras, según entendí. Y tenía que ver con la decisión del novelista de decidir qué era real en su novela y qué no. Es decir, si el autor de una novela dice que A mata a B es porque lo ha matado, pero si A mata a B en la realidad puede haber miles de suspicaces visiones que cuestionen este hecho, Ni siquiera el asesino puede estar seguro de haber asesinado, tal es la fragilidad de la percepción humana, o de la enfermedad de la mente. Según Huxley, los escritores de ficción -a los que equipara con los filósofos- "Reemplazan lo real por lo conveniente."

Los mejores cien libros (Hearst, 1 de marzo de 1934).

35 profesores listillos elaboraron una lista con los mejores cien libros y allá va Huxley a exponer su opinión. ¿Protestará por no estar entre los elegidos? En Mundo romano (¿existía ese apartado realmente?): Meditaciones de Marco Aurelio, la Eneida y Salambó de Flaubert. En Filosofía formal moderna, Utopía de Moro. En Ciencia El origen de las especies. En Biografía e Historia Decadencia y caída del Imperio romano de Gibbon. Bien podían haber incluído el sensacional Los últimos días de Pompeya de Edward Bulwer Lytton. Según Huxley hay en la lista algunas obras que hubieran escandalizado tiempo atrás como el Decamerón de Bocaccio, los cuentos de Maupassant o el Tristram Shandy. "Hubiera equivalido a que les recomendaran -a los jóvenes- vodka, cocaína, y sexo." En la Filosofía informal (ni el propio Huxley entiende la diferencia entre filosofía formal e informal) están Bacon y el Cándido, entre otros. Huxley habría puesto más libros de filosofía: "Empezaría por recomendar los Ensayos de Montaigne, los Pensamientos de Pascal, la ética y la Correspondencia de Spinoza". A propósito, busqué el otro día en una céntrica y gran librería de la ciudad algún título de Montaigne en la sección de Filosofía pero no había ninguno, sí había, no obstante, 6 o 7 libros de un tal Marina. Así que no se quejara tanto Huxley, porque las cosas van sensiblemente a peor en el mundo editorial.

-continuará-