domingo, 7 de noviembre de 2010

Si mi biblioteca ardiera esta noche (I), de Aldous Huxley. Ensayos sobre arte, música, literatura y otras drogas.


Esta colección de ensayos pertenecientes a distintas épocas y publicaciones la comienza esta edición con una interesante pregunta: "¿Qué es un ensayo?". Huxley muestra sus cartas abiertamente: "¿Qué ocupación es más placentera, cuál menos demandante, que la curiosa absorción de información literaria?". Es una reflexión muy profunda. En realidad ¿leemos para tener una base sobre la que disfrutar ensayos sobre lo leído? Me pasa mucho con las películas. Me gusta leer libros sobre directores y sus filmografías pero antes hay que ver las pelis, si no queda todo un poco desdibujado. ¿Cómo entender un comentario sobre Ocho y medio de Fellini sin haberla visto anteriormente? Y en cuanto al aspecto literario, igual pasa, ¿cómo degustar los réquiems de Wiesenthal sin conocer la música de Mozart, algo de la obra de Balzac, de Dostoievski? ¿Entonces se escribe para dar "carnaza" los ensayistas? ¿Es el ensayo literario el único pretexto auténtico de escritura? Algo que pueda parecer en sí demencial es de una profundidad ¡literaria!. En realidad lo importante de la lectura resulta ser la interpretación. Tanto la interpretación del lector como la de el ojo crítico y experto. Luego está el siguiente nivel que sería el de la interpretación de la interpretación. También muy estimulante. Total, que al final, la obra primigenia no queda más que en un esbozo olvidado entre absurdos recuerdos mentales. Huxley ataca a los "matadores del tiempo", como yo los denominaría. "A cualquier precio debemos huir de la angustia de aburrirnos, debemos encontrar algo para llenar nuestro ocio." Desde "coleccionar estampillas, a la bibliofilia, a la investigación anticuaria, a las curiosidades de la literatura", cualquier cosa sirve para no aburrirnos. Sin embargo yo creo que aqui Huxley se equivoca en parte. Uno no pretende estudiar el mundo de la literatura, más allá de la literatura en sí, para ocupar el tiempo de ocio, sino por una verdadera inquietud que nace de no se sabe dónde y que demanda el insaciable espíritu de la ignorancia.

Me saltaré los 3 ensayos o artículos sobre Drogas en los que Huxley refiere su compuesto soma, presente en Un mundo feliz. Básicamente viene a decir que tarde o temprano el ser humano encontrará una droga que le ayude a sobrevivir, una medicina desprovista de efectos secundarios. De alguna forma se adelantó al Prozac y otros antidepresivos de última generación. Claro que el tema de los efectos adversos es imposible de solucionar, al menos por el momento. Sin ir más lejos se ha demostrado una evidente tendencia suicida en jóvenes adolescentes tratados con fluoxetina, lo que ha llevado a contraindicarlos en estas edades. La cosa tiene su demencia, tratas una depresión y el tipo se suicida por culpa del tratamiento. De todas formas reivindica de alguna manera, si no el derecho, sí la necesidad de sufrir, de experimentar tensión, agobio, como una herramienta útil en la valoración de las cosas y para enfrentarse a situaciones cotidianas. Tampoco es que descubra nada nuevo Huxley. La naturaleza humana es así, y contrariarla no deja de ser una irresponsabilidad, salvo en casos de enfermedad, evidentemente. También realiza unas interesantes reflexiones sobre la conveniencia de prohibir ciertas sustancias, un tema de actualidad en estos momentos con la posibilidad de legalización de Cannabis en un estado americano.

Pero pasemos a los ensayos sobre literatura.

La lectura, el nuevo vicio (Vanity Fair, 1930): "La cultura no deriva de la lectura de los libros, si no de la lectura exhaustiva e intensa de buenos libros." Bien, no le falta razón, no obstante hay una idea que circula de forma casi arbitraria que viene a decir que de cualquier libro se puede sacar algún provecho. Bien es cierto que se sacará más provecho de Oé que de Murakami, de Márai o Hrabal que de Cercas o Gustova, pero al final el gusto y la personalidad de cada individuo tiene mucho que decir en este aspecto, por lo cual tampoco me atrevo a generalizar. Porque si un individuo se siente profundamente impresionado por Kafka en la orilla, y le resbala sobremanera Una cuestión personal, ¿cómo decir que Oé es más influyente que Murakami? Me siento incapaz de evaluar esta cuestión. También se queja de la gran cantidad de mala literatura que inunda los puestos de novedades en las librerías. Propone subir un 5000% los impuestos del papel, encarecer sobremanera el artículo libro, de forma que sólo salgan a relucir los auténticamente buenos. Además, sostiene que la prohibición de lectura ilimitada revertirá en la producción de nuevos y ávidos lectores que se acerquen al mundo de la lectura por rebeldía contra el sistema. Es uno de los artículos más ingenuos de toda la serie. Pero señor Huxley, usted qué pretendía ¿que sólo se pueda leer a Ken Follet y Dan Brown? Porque si las editoriales tuvieran restricciones de fabricación, y los libros valieran una millonada era seguro que sólo los best sellers saldrían a la luz. Adios a las ediciones de bolsillo de El extranjero, El lobo estepario o Crimen y Castigo. Por supuesto, adios a todos los clásicos en general.

Es una idea que retoma en Demasiados libros(Hearst, 22 de abril de 1932): "Los contemporáneos de Wordsworth, de un modo u otro, estaban mejor que nosotros." Y los de Huxley mejor que nosotros, jeje. "La cultura corre el peligro de ser enterrada bajo una avalancha de libros. La mente está más activa y más libre que nunca en el pasado; pero por una extraña paradoja la libertad sofoca, el dinamismo es paralizante." Hay que establecer un régimen absolutista, le ha faltado. A este le iban a caer pedruscos como se atreviese a decir esto en la actualidad. Vamos a ver, señor Huxley, nadie podrá enterrar a Nooteboom, a Foldenyi, a Modiano, porque al final la VERDAD siempre triunfa, jeje. Bueno, es cierto que cuando uno va a una librería cada vez con más asiduidad tiene que buscar con lupa para encontrar auténticos tesoros entre tanta mediocridad, tanto están de novela histórica, de narrativa fantástica, de ¡ensayo, donde sólo vemos títulos de presentadores de televisión y de políticos retirados!, basura en definitiva. Pero con un poco de paciencia encontramos un nuevo libro de Pamuk (¡demonios, le ponen las tapas de color rosa!), de Michon, de Coetzee. Esperemos que las predicciones de Huxley nunca se cumplan. Siempre nos quedará la Biblioteca pública.

Bibliofilia (On the margin, 1923). "La bibliofilia está en ascenso. Entre los franceses, la bibliofilia parece haberse convertido en una manía y, lo que es más, en una manía excesivamente organizada y expoltada al máximo". Queda un poco desfasado este pequeño ensayo, más bien breve reflexión, como casi todos los ensayos del libro. En realidad casi nadie se preocupa hoy día por las ediciones de lujo, numeradas, y en papel Lafuma-Navarre. "Pero nadie puede pretender que Venus y Adonis es más grato al ser leído en un ejemplar único que costó 15.000 libras, que cuando se lee un ejemplar que costó un chelín." Dos consideraciones: quien se ha gastado ese dineral en un libro no se atreve a leerlo, vaya a estropearse, es un artículo de lujo que poco o nada tiene que ver con la lectura. En segundo lugar, es mucho más placentero leer un libro de un chelín, 2 euros o cualquier edición de ocasión siempre que su lectura resulte fascinante. Uno está todo el tiempo diciéndose ¡y sólo me ha costado 2 euros! ¡Un Kadaré nuevito y en perfecto estado de impresión!

Ficción y realidad (Hearts, 29 de julio de 1933). Aquí trata -con gran brevedad, apenas dos páginas y media- Huxley el que sea quizás el tema más apasionante de la creación literaria."La realidad es más extraña que la ficción. ¿Por qué? Porque la ficción es siempre apropiada, mientras que la realidad es sólo hechos y se limita a ocurrir, brutalmente sin importarle su conveniencia para la gente o las cosas que la rodean." No sé si esa es la diferencia fundamental, porque la ficción puede ser bastante penosa. Sí estoy de acuerdo en que las historias reales no tienen principio ni fin, y no pueden manipularse, evidentemente, no tienen equilibrio formal, los personajes no están perfectamente dibujados -¡ni nosotros sabemos cómo somos o debemos ser!-, e incluso los hechos obedecen a diversas versiones según sea quien los refiera. "El elemento irracional de la realidad desdeñado más asiduamente por escritores de ficción y filósofos es el elemento que el hombre encuentra más cerca de él, su propia fisiología." Existe un proceso de selección de actividades en toda narración de ficción, pero ¡también en las narraciones realistas! Narrar no es otra cosa que eso, un ejercicio de tomas de decisiones en las que se incluyen y excluyen determinados aspectos de la realidad -o de la ficción, según el caso-. No obstante habría que recordar aquello que dijo Eco en una entrevista, fue algo así como "la ficción es más real que la realidad", o al menos ése era el espíritu de sus palabras, según entendí. Y tenía que ver con la decisión del novelista de decidir qué era real en su novela y qué no. Es decir, si el autor de una novela dice que A mata a B es porque lo ha matado, pero si A mata a B en la realidad puede haber miles de suspicaces visiones que cuestionen este hecho, Ni siquiera el asesino puede estar seguro de haber asesinado, tal es la fragilidad de la percepción humana, o de la enfermedad de la mente. Según Huxley, los escritores de ficción -a los que equipara con los filósofos- "Reemplazan lo real por lo conveniente."

Los mejores cien libros (Hearst, 1 de marzo de 1934).

35 profesores listillos elaboraron una lista con los mejores cien libros y allá va Huxley a exponer su opinión. ¿Protestará por no estar entre los elegidos? En Mundo romano (¿existía ese apartado realmente?): Meditaciones de Marco Aurelio, la Eneida y Salambó de Flaubert. En Filosofía formal moderna, Utopía de Moro. En Ciencia El origen de las especies. En Biografía e Historia Decadencia y caída del Imperio romano de Gibbon. Bien podían haber incluído el sensacional Los últimos días de Pompeya de Edward Bulwer Lytton. Según Huxley hay en la lista algunas obras que hubieran escandalizado tiempo atrás como el Decamerón de Bocaccio, los cuentos de Maupassant o el Tristram Shandy. "Hubiera equivalido a que les recomendaran -a los jóvenes- vodka, cocaína, y sexo." En la Filosofía informal (ni el propio Huxley entiende la diferencia entre filosofía formal e informal) están Bacon y el Cándido, entre otros. Huxley habría puesto más libros de filosofía: "Empezaría por recomendar los Ensayos de Montaigne, los Pensamientos de Pascal, la ética y la Correspondencia de Spinoza". A propósito, busqué el otro día en una céntrica y gran librería de la ciudad algún título de Montaigne en la sección de Filosofía pero no había ninguno, sí había, no obstante, 6 o 7 libros de un tal Marina. Así que no se quejara tanto Huxley, porque las cosas van sensiblemente a peor en el mundo editorial.

-continuará-

2 comentarios:

pirlosky dijo...

me va gustando esa listilla. veamos: tengo en mi haber las meditaciones de marco aurelio, el decamerón, los cuentos de maupassant, algo de Bacon, cándido, los pensamientos de pascal.
a ver cómo sigue la cosa.

k dijo...

yo tengo todos los de Thomas Bernhard y uno de fotos de Romy Schneider, estoy muy lejos de la lista.