La publicación en nuestro país de una "nueva" novela de Sandor Marai (Kassa, 1900-San Diego, 1989) siempre es motivo de enhorabuena. En este caso Marai tampoco defrauda ya que este pequeño libro, escrito en 1934 (antes de El último encuentro, 1942, o Divorcio en Buda, 1946, y el mismo año, 1934, que su primerizo libro de memorias Confesiones de un burgués), es una auténtica maravilla. El protagonista, Askenasi, pasa unos días de descanso en la costa adriática, en un hotel de Dubrovnik. A partir de una virtuosa presentación de personajes que circulan por el hotel -y sin dar a conocer al lector quién será el verdadero protagonista de la novela-, el "extraño" Askenasi se fija en una señora al subir las escaleras hacia su habitación -la auténtica "extraña" que da título a la obra. A partir de los recuerdos de Askenasi la trama va cobrando forma y se nos dan detalles y claves de los motivos por los cuales Askenasi debe marcharse del hotel al día siguiente tras recibir una misteriosa llamada. A partir de ese motivo neurálgico -la visión de la "extraña"- se desarrolla el desenlace dramático y casi "dostoyeskiano" de la novela. La búsqueda de respuestas -a la pregunta del sentido de la vida, sin especificar cuál es realmente la pregunta-, la caducidad de todo amor -cuando esa respuesta ya no es posible encontrarla en la amada de turno-, el viaje como huida a nuestra propia identidad -como acto reflexivo sin sentido-, la metamorfosis perceptiva ante un hecho demencial -las cosas adoptan formas desconocidas, como si formaran parte de un museo, los colores son más vivos, los sentidos parecen sobreextenderse-, son algunos de los temas de esta fascinante entrega del húngaro. El último tercio del libro merece figurar entre los momentos más memorables del discurso psicológico-monstruoso de la historia de la literatura, al nivel del Dostoyeski de Crimen y castigo, del Kenzaburo Oé de Una cuestión personal, o incluso del Bernhard de El malogrado. Un festín para la mente.
1 comentario:
Novela francamente inquietante y con un final, cuando está en la isla, demoledor, de los que te dejan tocado.
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