miércoles, 14 de enero de 2009
El Bosco y la tradición pictórica de lo fantástico,VVAA (2)
Continuando el comentario de este magnífico libro sobre El Bosco nos encontramos con el ensayo-artículo de José Manuel Cruz La clientela de el Bosco. En él se desgranan los diferentes encargantes de obras del pintor. El Bosco pertenecía a una cofradía de su ciudad natal llamada de Nuestra Señora y de aquí partieron algunos encargos, algunos de ellos nos pueden parecer impropios para un gran maestro de la época: "En los años 1491/1492 se le encargó pintar una tabla con los nombres de los cofrades jurados (...) En 1508 se solicitó la opinión de El Bosco y del maestro Jans heyns, constructor de la capilla" -de la cofradía de San Juan- "sobre el estofado del retablo de la Hermandad". No se refiere a un plato de cocina, se trata de una técnica de delienado sobre el dorado del retablo. Cruz diferencia también entre donantes visibles e invisibles. A partir de los datos disponibles realiza una tarea de investigación para descubrir los encargantes de determinadas obras como Crucifixión de Bruselas, o Adoración de los Reyes Magos de Madrid identificando los escudos familiares presentes en las pinturas. Otros donantes no son tan fáciles de adivinar y a veces llega a conclusiones novedosas, por ejemplo, con respecto al San Juan Bautista de Madrid "han sido varios los autores que han considerado que esta tabla era la puerta derecha de un tríptico en el que San juan en Patmos con Historias de la pasión por el reverso (Gemaldegalerie, Berlín) sería la otra puerta. (...) Las diferencias cronológicas en la disponibilidad de las tablas que se deducen del estudio de la madera -a partir de 1474/1480 la madrileña y de 1489/1495 la berlinesa-, aunque no sean definitivamente concluyentes, las de composición, color y estilo en general, y la falta de pruebas de que la tabla de la Fundación Lázaro Galdiano estuviera pintada por el reverso como la otra, hacen muy difícil que las dos obras formaran parte del mismo conjunto, según nuestra opinión". Habría que preguntarse en qué se basaban entonces Baldass o Koldeweij para argumentar que ambos formaban parte de un tríptico, ¡si nada coincide, por dios! Algunos datos resultan muy interesantes, como la supuesta copia de Cranach sobre El Juicio Final encargado por Felipe el Hermoso que se encuentra en Berlín. Sin embargo no parece ser muy útil esta referencia: "el pintor germano visitó los Países Bajos en 1508 y pudo copiar entonces el tríptico o hacerla más tarde (...) Se piensa que la copia estuvo desde el principio en poder de los Brandemburgo y así llegó a la galería berlinesa, lo que no arroja luz alguna ni sobre El Bosco ni sobre Cranach". Qué más quieres, ¡Cranach copiando a El Bosco! Un capítulo se dedica a los grandes clientes: Felipe el Hermoso, Enrique de Nassau, el propio Felipe II -con El Bosco ya fallecido-, o Domenico Grimani, cardenal de San Marcos, que encargó el tríptico de los eremitas, hoy en el palacio ducal de Venecia. Ismael Fernández de la Cuesta escribe un magnífico artículo sobre La música, elemento natural en la pintura de El Bosco. Fernández realiza un recuento de los numerosos instrumentos que aparecen en los distintos cuadros de El Bosco, y no sólo en cuadros eminentemente musicales como El concierto del huevo, sino en otros tan famosos como en el tríptico de El jardín de las delicias, y más concretamente en el lateral derecho que representa el infierno y que a veces se ha venido a denominar como el "infierno musical", debido a la gran presencia de instrumentos incluso como enormes aparatos de tortura. Existen antecedentes: "las representaciones musicales de los grabados de Brugkmair constituyen probablemente el verdadero rostro, uno de tantos que podían aducirse, de la pompa y soberbia del mundo, alimentada por los espectáculos musicales, que El Bosco quiso probablemente desenmascarar y parodiar en sus cuadros". Este aspecto puramente paródico es el que deja de lado a algunos instrumentos como el órgano o las trompetas -éstas más propias de escenas divinas que burlescas. Se realiza una interesante aproximación a lo que significaba la música en aquella época, mencionando los grandes músicos flamencos como Ockghem, dés Pres, Obrecht, o los borgoñeses Binchois y Dufay. La aparición de la ars nova, la importancia de la música religiosa y la evolución del polifonismo, las versiones "religiosas" de canciones profanas, etc..., nos dan una idea del peso de la música en la vida del primer renacimiento. Walter Gibson firma La Mesa de los pecados capitales: muerte, juicio y eternidad, acerca de la tabla que hay en el Prado. Una obra muy particular de El Bosco que hasta hoy día despierta inseguridades en cuanto a la autoría, ya que segúnr recientes estudios sobre la madera la fechan en una época bastante posterior a la que se pensaba, y bien podría tratarse de una obra de un discípulo aventajado del maestro. Sin embargo no se cuestiona actualemente que sea obra de El Bosco. Gibson se centra más en las cuatro postrimerías de las esquinas que en las representaciones propiamente dichas de los pecados capitales. Las escenas que explican la muerte, el juicio final, el cielo y el infierno son examinadas con lupa e interpretadas con alusiones a otras obras de El Bosco como El Juicio Final y a otras obras medievales como las Horas de Catlina de Cleves. Es un artículo excelente y que nos deja con ganas de saber más, sobre todo sobre las siete pinturas de los pecados capitales.
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