viernes, 25 de marzo de 2011

El esnobismo de las golondrinas (II), de Mauricio Wiesenthal.












Esta segunda parte del comentario sobre este libro de Wiesenthal lo comenzaré indicando de qué va cada capítulo -obviando los poéticos y ostentosos títulos y subtítulos de cada uno-. Así, los diferentes capítulos de este inmenso libro de viajes tratan sobre: Viena, el Orient Express, Londres (carreras de Ascot), Marrakech, Estambul, Sevilla, el Queen Elizabeth, Brujas, Roma, Estocolmo, la Costa Azul, Versalles, Pierre Loti, vacaciones, París, Wimbledon, balnearios, Dublín, París, Venecia, cartujos y Barcelona, lugares visitados por personajes eternos y variopintos y presentes en la obra de Wiesenthal como Nietzsche, Joyce, Zweig, Coco Chanel, Beckford, Mozart, Goethe, Byron, Liszt, Wilde, Wagner, María Antonieta, Modigliani, etc...




CINE. p.682. "Menos voluntad de vivir tuvo la pobre Bella Darvi, última compañera sentimental del productor Darryll Zanuck. Probablemente vivió siempre marcada por el campo de concentración y las persecuciones nazis. Más tarde no consiguió triunfar en Holllywood -su mayor éxito fue el papel de Nefer en El Egipcio- y fue cambiando de pareja, entre hombres y mujeres, borracheras y juego, porque a veces los seres humanos pierden el rumbo en las crueldades de su memoria. Cuando llegué a Montecarlo todo el mundo hablaba de la desaparición de aquella mujer que había sido víctima de los miserables diablos que amontonan basura sobre la belleza. Luego se supo que se había quitado la vida, después de arruinarse en el casino." Ciertamente Bella Darvi hacía honor a su nombre, verla en Sinuhé el egipcio es todo un espectáculo, y eso que rivlizaba en belleza con nada menos que Jean Simmons y Gene Tierney, ahí es nada, pero cada aparición de la joven Nefer resulta perturbadora, se trata sin duda de una de las egipcias más guapas de la historia del cine, junto a la Joan Collins de Tierra de Faraones o la Anne Baxter de Los diez mandamientos. Fue una pena que esta chica no aprovechara mejor su carrera, sobre todo una pena para todos nosotros. En cuanto al productor Zanuck me resisto a no contar una anécdota que he leído recientemente en la monografía sobre William Wyler de Ángel Comas. Tras rodar Cómo robar un millón y..., una peli que trataba sobre ladrones de obras de arte y para lo cual se elaboraron múltiples obras falsas supuestas de autores como Picasso o Cezánne así como reproducciones de obras originales, a Zanuck se le ocurrió hacer una exposición con todo este material primero en París y luego en Nueva York, resultando todo un éxito.

p726. "Jeanne Moreau se había enamorado del Trianon Palace mientras rodaba Ascensor para el patíbulo, aquella maravillosa película en la que camina sobre tacones con tanta sensualidad como ninguna mujer lo ha hecho ni lo hará jamás." Buñuel trabajó con la protagonista de La noche, de Antonioni (con la inolvidable escena del vestido mojado en el trampolín de la piscina), y dijo refiriéndose a ella: "Hay que darle las gracias a Malle por habernos revelado la forma de andar de Jeanne Moreau en Ascensor para el patíbulo. Siempre he sido sensible al andar de las mujeres, así como a su mirada. En El diario de una camarera, durante la escena de los botines, tuve un verdadero placer en hacerla caminar y filmarla. Cuando anda, su pie tiembla ligeramente sobre el tacón del zapato. Inquietante inestabilidad. Actriz maravillosa yo me limitaba a seguirla, corrigiéndola apenas. Ella me enseñó sobre el personaje cosas que yo no sospechaba ." Ahora que estoy viendo la filmografía de Truffaut me doy cuenta cómo al francés le gustaba de intercalar escenas con unas pantorrillas anónimas caminando, caso de Claude Jade en el comienzo de Domicilio conyugal, y sobre todo, y con obsesión casi paroxística, en El amante del amor. Me pregunto si Wiesenthal no ha escrito ese párrafo copiando a Buñuel, me resulta al menos una casualidad. ARTE. p729. "Bajita, pálida y rubia -como la pintó Velázquez en una serie de dudosos retratos que nunca me parecieron de su pincel-, María Teresa no era una mujer especialmente favorecida." Ahora Wiesenthal se hace crítico de arte, de esos que descatalogan obras ancestrales de los grandes maestros, ¿estará acaso detrás de El coloso de Goya, del alumno de Goya que diga? p731. "Luis XIV impuso su norma clásica a todas las audacias del barroco. Y ni el mismo Bernini se libró de sus desprecios, porque el rey no vaciló a la hora de relegar los bustos que no le agradaban a los rincones más apartados de los jardines. Ordenó a Girardon que retocase una estatua ecuestre que le había hecho el Bernini. No le gustaba verse representado como "el éxtasis de Luis XIV arrebatado al cielo con su caballo". Y se sintió más favorecido con la apostura de un general romano". Vamos a ver, esto es demencial, Luis "no sé cuántos" hizo que Girardon retocara ¡un Bernini! me va a dar un soponcio...


p753. "El pintor Lemoyne, que decoró el techo del Salón de Hércules, cometió ya la primera flaqueza romántica del siglo XVIII y, pensando que había alcanzado la perfección, se suicidó al acabar su trabajo". Se lució el colega, la verdad es que pensándolo bien hizo algo totalmente contrario al romanticismo, es decir, algo absolutamente contrario al romanticismo, alcanzar la perfección, ¿no se suicidaban los románticos por su terror al fracaso, por su anhelo de perfección? Sea como fuere ha empezado a interesarme este Lemoyne, porque si algo tiene este libro de Wiesenthal -a pesar de sus carencias- es que estimula el interés por múltiples personajes del arte y la literatura, que no es poco.



p.763. El fantasma de María Antonieta: "Cuando las dos inglesas intentaban explicar a sus amigos la experiencia de aquella tarde, uno de ellos les invitó a ojear un libro sobre el Petit Trianon. Y allí vieron, atónitas, la mujer de la pamela blanca: era María Antonieta tal como la retrató Wertmüller."

Más arte descubierto, Wertmüller, me lo apunto. María Antonieta está muy presente en el capítulo de Versalles, yo cada vez que leo su nombre me imagino a Kirsten Dunst, qué le voy a hacer, no lo puedo evitar.



p.776. "La reina había reunido en su palacio una colección de buenas pinturas, incluyendo una Pietá de Delacroix. Es un Delacroix distinto y dramático, más cercano a los crepúsculos de Baudelaire que a las fantasías orientales y románticas. Pierre Loti le dedicó un artículo y Van Gogh, al leer este comentario, decidió hacerle una copia." Creo que haré un artículo de esto en mi blog de pintura. p842. "Por estos rincones anduvo también el pintor Rousseau, maldiciendo a los cubistas que se mofaban de sus paisajes ingenuos y que hicieron correr la voz de que pintaba los árboles antes que el cielo(...) Pero él se vengó de todos en el mismo momento de su muerte..: Me preguntó por qué el idiota de Delaunay ha roto en mil pedazos la torre Eiffel." Alguien tenía que hacerlo, sr. Rousseau. Pamuk, ahora sí. p.776. "Durante más de 35 años Loti recorrió todos los mares en 38 navíos diferentes (...) Siempre estaba acompañado por su gatita Balkis -un marinero la tiró un día al agua- y, más tarde, por Pamouk, que era un gato de angora." Extraordinario el capítulo dedicado a este escritor de cuentos y viajes orientales, Pierre Loti. Me hizo gracia el nombre que le puso a su gato persa, ¡al fin aparece el bueno de Pamuk en este libro!


MÚSICA. p.777. "Isaac Albéniz compuso dos canciones sobre textos en prosa de Loti (Crépuscule y Tristesse) que me parecen magistrales en su romántica intimidad y que casi nunca he oído interpretar en el repertorio de los cantantes españoles. Tristesse, sobre todo, tiene un cromatismo nebuloso y enigmáticas atonalidades wagnerianas que son, probablemente, lo más audaz que compuso Albéniz." Lógicamente me puse a buscar en el youtube estas canciones, encontré Tristesse. Demonios, ¿cóm opudo escribir Wiesenthal "cromatismo nebuloso" y "atonalidades ¡wagnerianas!"? Una canción muy hermosa, pero el cromatismo lo acerca a Debussy más que a Wagner, las atonalidades están, por supuesto, ausentes, ni Albéniz compuso nada atonal -que yo sepa- ¡ni Wagner tampoco! Tristesse



Psicoanálisis de las golondrinas. Elogio de la vida inútil. A veces el Wiesenthal nos sorprende con reflexiones metafísicas muy oportunas: "Un hombre soltero está incompleto -decía Zsa Zsa Gabor-. Y casado está acabado." p 799. "La valía de un hombre se demuestra por su capacidad de pensar y acometer obras desinteresadas. Y los seres nobles dejan en el mundo huellas románticas, quijotescas y barrocas." Me gusta eso de las obras desinteresadas, suena a trabajos intelectuales tipo Bernhard. Me acuerdo que en una temporada que estuve parado -cuando terminé la carrera de CTA-, me dediqué a escribir un ensayo irónico sobre el café y su importancia en las relaciones sociales (El último café, 2000). En esa época también le daba algunas clases de guitarra eléctrica al vecino que estaba montando un grupo de música punk. Un día, cuando vió todos aquellos papeles y los estuvo hojeando me preguntó: ¿Para qué escribes eso? Yo le dije: no lo sé. Él me miró extrañado, metió su guitarra en la funda y se marchó. No volvió nunca más (¡y no había hecho los ejercicios de escalas de Joe Satriani que le mandé! -si bien poca falta le hacían para tocar Anarchy in U.K.-). VACACIONES. p801. "Definir las vacaciones es tarea difícil. Y, para partir de un consenso cordial, podríamos describirlas como época del año en que los responsables de Obras Públicas cierran las buenas carreteras y abren las desviaciones." Se me ocurren otras definiciones de vacaciones: "Es la época del año en que el individuo tiene la última oportunidad para ser feliz". O también: "Es la época del año en la que los billetes de tren suben, las reservas de hotel suben, la gasolina sube y el arte, de repente, cobra una gran dimensión en nuestras vidas". p803. "A veces me encontraba en Saint Tropez a Francoise Sagan o a Brigitte Bardot, siempre con un acompañante distinto." No se marque trolas, sr. Wiesenthal, en esa época que relata Bardot aparecía por Saint tropez perseguida por decenas de paparazzis, así que si usted hubiera conseguido verla alguna vez sería entre una multitud de flashes y de lugareños que la jaleaban. p.814. "Pero no todo el mundo se desplaza por razones climáticas. A veces uno se mueve sólo para cambiar de vista. Maupassant, por ejemplo, no viajaba en busca del sol, sino por una motivación más sencilla: la necesidad incontenible de dejar de ver la torre Eiffel. Y Dumas se trasladaba a Bruselas sólo por estar a 300 km del imbécil de Buloz, su editor que vivía en París." Pero eso es normal, no es un desmerecimiento para la torre Eiffel, los berlineses estarán hartos del Pérgamo, los ingleses del British, los suizos del lago Leman, ... ejem, algo falla en mi razonamiento, en fin, dejémoslo estar ¡nadie puede querer dejar de ver la torre Eiffel! Lo de Buloz es más sencillo de resolver, con desconectar el móvil ya le valía a Dumas para librarse de su editor. p822. "Mark Twain no cuidaba tanto la apariencia. En cierta ocasión, al ver que en el libro de registros del hotel figuraba El barón von Blanck y su ayuda de cámara, escribió debajo: Mark Twain y su maleta." Twain, ese gran cómico. Humildad. p840. "No me iba entonces muy bien económicamente, porque dos editoriales con las que trabajaba cerraron las puertas. Y, para ser humilde, debo decir que fueron los editores quienes hundieron mis libros. Aunque, a veces, se me ocurre el fantástico delirio de decir que con mis libros conseguí hundir dos editoriales." Para resultar irónica hay que estar dotado para la ironía, y Wiesenthal no lo está. Me llama la atención una vez más (ya lo comentaba en Libro de Réquiems con Mozart y Thomas Linley jr.) cómo Wiesenthal es despiadado con el error ajeno y poco exigente con el propio. En un capítulo se queja de la confusión de unos visitantes en un cementerio de París que confunden la tumba de un Chevalier con la del cantante Maurice Chevalier. Habría que decir que Wiesenthal se pasa medio libro llamando Virginia Wolf (sic, p.844, p.884) a Virginia Woolf. p848. "Flaubert describió en La educación sentimental un entierro en Pére Lachaise. Cuatro caballos negros conducían la carroza fúnebre." Ya tengo apuntado desde hace unas semanas este libro de Flaubert junto al del joven Wilhelm Meister de Goethe, dos clásicos que no se me pueden escapar. Y es que La educación sentimental es uno de los libros que el Wilhelm de Falso movimiento se lleva al tren a Bonn y el libro preferido de Flaubert de Aldous Huxley.



"Enfrente de la tumba de Balzac y junto al triste monumento de piedra negra de Delacroix, se levanta el museo de Gérard Nerval, donde nunca he visto flores." Sobre Nerval: p 849. "se pasó la vida escribiendo una fantasía genial de La reina de Saba que nadie quiso editar ni llevar a la ópera.(...) Sólo Goethe le había escrito una carta, felicitándole por su traducción del Fausto." Me es simpática la figura de Nerval. Recuerdo que en mi primer viaje a París quise llevarle a mi hermano pirlosky un bonito souvenir. Encontré en los puestos de libros viejos de la orilla del Sena un libro bilingüe de Nerval con transcripciones de poetas alemanes como Goethe y Schiller. Cuando lo vio se quedó muy estático, demonios, me dijo, no sé francés ni alemán, qué hago. No sé, Goethe le felicitó, le dije. p.873. "Modigliani siempre buscaba para emborracharse la esquina del boulevard Montparnasse y el boulevard Raspail, decía Picasso. Seguramente no hay nada como emborracharse junto a las tapias de un cementerio, porque debe verse el mundo en gris." Seguro que hay millones de cosas mejores que hacer, por favor, Wiesenthal, por ejemplo, ver un partido de fútbol o simplemente, mirar el techo del salón de casa. p.876. "Montparnasse era el mejor lugar para reclutar comandos de la Resistencia, porque los artistas proporcionaban los mejores falsificadores de documentos, los más entendidos en papeles y en el arte de grabar. A este grupo perteneció Samuel Beckett, que frecuentaba estos cafés con el pretexto de que le gustaba jugar al billar. Sin embargo estaba afiliado a la Red Gloria SMH y se vio envuelto en intrigas que pudieron costarle la vida." Beckett me cae simpático, y su relación con Joyce es un tema que me interesa mucho, mucho más que la literatura de ambos, claro está. ¿Qué es la verdad? p.886. "Van Gogh pintó la terraza de uno de los cafés de Montmartre en una noche estrellada. Y un músico poco reconocido que se llamaba Eric Satie tocaba el piano en un café de Montmartre que tenía un nombre predestinado: La Chat Noir. Y allí fue donde compuso algunas piezas frías,masónicas, cabalísticas, danzas góticas..., música para gatos." Tiene Satie algunas músicas para ballets, uno de los cuales, Parade, fue decorado por Picasso y coreografiado por Diaghilev. Es una música muy stravinskiana y creo que superan en modernidad a las célebres piezas para piano de Satie. Nunca vi un músico que pasara a la historia por menos minutos de música que Satie y sus Gymnopedies. Las aventuras de Mercurio: Satie Mercurio


p887. "Algunos días solitarios de agosto escuchábamos la Barcarola de los Cuentos de Hoffmann, contemplando desde la ventana aquellas avenidas con sus vecinos silenciosos cuyos nombres conocíamos de memoria: Jacques Offenbach, Héctor berlioz, Madame de Récamier, Paulina Viardot, Francois Truffaut, el cocinero Creme, el divino Sacha Guitry y el joven Dumas, que tiene un mausoleo grandioso, tan aburrido como La Dama de las camelias." Para mi el nombre de Madame Recamier significa un cuadro bellísimo que hay en el museo Carnavalet deParís, en la Plaza de los Vosgos , obra del barón Francois Pascal Simon Gerard -no el David del Louvre-. Triste Trieste.



p982. "No sé por qué Trieste, ciudad de viento y de templos clásicos, de gaviotas, de cafés ahumados y de faros en la niebla, me recordó siempre a Dublín. Debe ser la lectura de Italo Svevo, que me llevó por sus calles buscando al criminal del Asesinato de la via Belpoggio. Pero la belleza de Trieste -sentimiento de irrealidad, la llama Claudio Magris- está hecha de fragmento, de recuerdos de Europa, de antigüedades que forman parte de nuestra cultura." "Triste Trieste", dijo Joyce en un fácil juego de palabras." Y es que Joyce pasó parte de su vida -diez años- en esta ciudad de nadie. "Joyce visitaba a Italo Svevo en Villa Veneziani. Y por eso el autor de La conciencia de Zeno le sirvió de modelo para la figura de Bloom." Esto ha sido toda una revelación, ¡Bloom era Svevo! La conciencia de Zeno es uno de los grandes libros de la primera mitad del siglo XX. La cuestión era entonces: visitar Trieste, como si se tratara del Tynset de Hildesheimer, ir a Trieste, ser atacado por los excrementos de las ¡gaviotas no golondrinas! en Trieste. Así lo cuenta Magris -otro insigne triestino- en Microcosmos, uno de los mejores -e inclasificables- libros de la segunda mitad del siglo XX en este caso (1999). p. 999. "Escribir es como viajar: no dejar nunca que la frase principal te haga olvidar la importancia de las frases subordinadas." Bueno, coincido en la primera parte del razonamiento, escribir es como viajar, así que cuando escribes sobre tus viajes se forma una hecatombe reflexiva, y no digo nada cuando escribes mientras viajas, o cuando viajas según lo que has escrito antes de emprender el viaje. p.1000. "Los días más fríos me calentaba mejor con café que con vino, porque la bebida oscura de Arabia fue siempre un excitante de mi imaginación." El café tiene esas cosas, resulta una sustancia muy creativa. "Nunca estuve de acuerdo con la estética de Stendhal que se esforzaba por escribir con la sobriedad del Código Civil. Funciona sólo para escribir las magníficas páginas de la batalla de Waterloo en La Cartuja de Parma, porque el resto de la novela es aburrídísima. Siempre he preferido a Dostoievski. Los hermanos Karamazov no son del Código Civil, sino que pertenecen ya al Código Penal." Wiesenthal no mide sus palabras, la escritura de Dosto es cualquier cosa menos un código, quizás estemos hablando del escritor más visceral de la historia de la literatura. p1039. "Plinio tuvo una muerte digna de su genio curioso, valiente y confiado. Durante la erupción del Vesubio en Pompeya decidió aproximarse al volcán para poder estudiarlo mejor y cayó abrasado por las cenizas." El estudio intelectual al final acaba matando. Cartujos. p1101 "Los novicios que llegan a la Grande Chartreuse saben que, en cuanto traspasen la puerta, tendrán que olvidar su pasado. (...) Igual que Dionisos, el ditirambos (el hijo de la doble puerta), los cartujos nacen por segunda vez el día en que entran en la clausura del monasterio, como huérfanos adoptados." Cada vez que leo ditirambo me acuerdo de Lüpertz y sus variaciones ditirámbicas, ahora descubro que significa ¡hijo de la doble puerta! El diccionario de la RAE lo define como " Alabanza exagerada", también como poesía en honor de Dioniso. p.901. "La muerte se parece a los huertos, a los árboles, y a la melancolía de los versos de André Chénier. HIJO DE GRECIA Y FRANCIA, SIRVIÓ A LAS MUSAS, AMÓ LA SABIDURÍA Y MURIÓ POR LA VERDAD, dice la inscripción de su lápida. Nadie sabe lo que es la verdad. Y la misma inscripción podía haberse puesto en la tumba de Robespierre, el fanático que le decapitó." La verdad: interesante tema.



Lo mejor del libro de Wiesenthal está en su último capítulo dedicado a la ciudad de Barcelona "Roda el móm y torna al Born. BARCELONA EN EL CREPÚSCULO." Comienza el capítulo con una reflexión sobre el significado de la palabra "nostalgia", quizás el sentimiento más noble y hermoso del ser humano. "La nostalgia ya no es lo que era", escribió Simone Signoret en su autobiografía." Simone fue descubierta tras protagonizar Dedée de Amberes de Yves Allégret, en 1948. Amberes tiene la estación de tren más increíble y hermosa del mundo, además es el comienzo de esa obra infinita e inmortal de Sebald, Austerlitz. Pensar en Simone -una de las actrices que mejor pueden representar la melancolía y la nostalgia- paseando por la ciudad belga se me presenta como una utopía de difícil alcance.





Pero el capítulo está dedicado a Barcelona, a su lado más oriental, modernista y misterioso. Asistimos al deambular del Wiesenthal más autobiográfico. Nos cita en el bar donde suele escribir -este mismo libro-, sus itinerarios por las Ramblas ("Hay muchas Ramblas: una ochocentista que guarda recuerdos de la Fonda de las Cuatro Naciones, donde se hospedó Stendhal; otra de Picabia, dadaísta y rebelde; otra que parece un decorado de Picasso para los rusos de Diaghilev y otra surrealista que inventó Apollinaire" ) y por el Paseo de Gracia-pienso en ese relato de Vila-Matas en el que se sube al autobús y persigue al primer personaje que llama su atención-. Es el capítulo menos fantasioso, menos ilustrado, y sin embargo es en ese momento en el que encontramos al Wiesenthal más inspirado, al Wiesenthal más literario. Precisamente aquí Wiesenthal se enorgullece de su concepción de la literatura, sin saber que precisamente su mayor defecto como narrador es la falta de creatividad que invade sus perfectos e ilusorios párrafos. Su falta de "literatura" según su propia concepción. Como él mismo lo define en el último párrafo del libro, El esnobismo de las golondrinas es un largo "poema esnob". Yo lo veo como una inyección intelectual para afrontar y descubrir nuevas empresas literarias. Uno acaba el libro con la sensación de que ha leído poco a los clásicos, y se dispone a corregir esta deficiencia a base de Goethe, Byron, Wilde, Nietzsche, Loti, Nerval... Gracias, Wiesenthal.

1 comentario:

k dijo...

Fé de erratas.
Recibí un amable comunicado de mi hermano pirlosky que reproduzco:
"Hola, he leído tus dos comentarios sobre wiesenthal, me han gustado mucho.
Dos cosillas: tras una breve investigación, se confirma que el título original de opus nigrum es l’ouevre de noir.
La otra: yo recordaba haber oído en la radio comentarios (además muy pedagógicos y muy claros) sobre la atonalidad wagneriana. En efecto, ver wikipedia, estilo wagneriano: al borde de la atonalidad."
Gracias a pirlosky por la aclaración y disculpas a Wiesenthal y a mis lectores por mi osadía e ignorancia