viernes, 4 de abril de 2008


La señora Dalloway,
de Virginia Woolf.

"La hierba estaba llena de florecitas rojas y amarillas, como lámparas flotantes, había dicho él, y charlaron por los codos y se rieron, inventando historias. Pero de repente, cuando estaban junto al río, Septimus dijo: "Ahora vamos a matarnos", y la miró con una mirada que ya había visto en sus ojos cuando pasaba un tren o un ómnibus; una mirada de fascinación; y ella sintió que se le escapaba y lo sujetó por el brazo."

"Sí, se acordaba de Regent´s Park; la gran avenida completamente recta; a la izquierda la casita donde se compraban globos; una estatua absurda con una inscripción en alguna parte. Buscó un sitio vacío. No quería que nadie fuese a molestarlo (sintiéndose, como se sentía, un poco somnoliento) preguntándole la hora."

No hay comentarios: