sábado, 17 de enero de 2009

El Bosco, VVAA (3)

Vaya semanita que llevo con este libro, ya hasta tengo pesadillas con peces voladores, monjes con cara de jabalí, y demás exquisiteces. Ignacio Gómez aborda en su artículo el gran cuadro de El Bosco, es decir, el tríptico de El jardín de las delicias. Lo titula La Variedad del mundo o el tríptico de la Creación. Posiblemente sea la pintura que mas ríos de tinta a propiciado en toda la historia de la pintura. La clave de tanto misterio reside en el panel central. El de la izquierda representa el momento de la creación del hombre, y el de la derecha el infierno. Entonces ¿qué diablos representa El jardín de las delicias del panel central? No es el paraíso, ni es la Tierra pecadora, ni es el jardín de la lujuria como a veces se ha dado en llamar. Algunas ideas presentan este jardín como aquel que hubiera acontecido de no haber pecado Adán y Eva en el paraíso original. Dividido a su vez en tres planos horizontales, Gómez comenta: "De la zona inferior a la superior hay una progresión en la luminosidad y, sobre todo, en el orden. A estos dos caracteres hay que sumar el de las figuras geométricas y los números asociados a ellas que tipifican cada una de las zonas y que ayudarán a entender qué "variedad del mundo" quiso expresar el artista en el jardín." Gómez también interpreta gran cantidad de códigos numéricos en relación por ejemplo a los grupos de jinetes en torno a la laguna superior, a las mujeres que se bañan en la intermedia, jugando con el siete y el doce, etc... A veces cuesta creer sus argumentos, por ejemplo, habla de doce grupos de jinetes que simbolizan los doce planetas. Yo no veo doce grupos por muchas vueltas que le de. Pitágoras, Platón, la metamorfosis de Ovidio, San Agustín, etc...., múltiples son las referencias bibliográficas para tamaño -y genial- disparate. Werner Hoffmann dedica su ensayo a "Fantasías cabales: El Bosco y Goya". La mesa de los pecados capitales vuelve a centrar la atención del libro y enfatiza en lo extraordinario que supone para El Bosco delimitar en tres zonas tan diferenciadas lo fundamental del cuadro: las siete escenas de los pecados, las cuatro postrimerías, y el ojo central divino. La Adoración de los magos de Madrid nos revela una misteriosa figura con llagas en la pierna, así como dos figuras sobre la techumbre "No es que haya perdido de vista la cuestión de lo fantástico. Esa figura barbada es un discreto desliz en lo fantástico, en un trípitico cuyo tenor viene dado por un suave paisaje que muestra al preciso observador de su entorno que es El Bosco. Sólo en el horizonte del cuadro central unas raras construcciones ponen un acento híbrido-fantástico en la objetiva topografía". Y es que se trata del cuadro más realista del pintor flamenco, al mismo nivel de pericia técnica de un Van Eyck o un Memling. La convergencia entre El Bosco y Goya pueden desvelarse por ejemplo en Los desastres de la guerra de éste último. Y es cierto que viendo algún dibujo de El Bosco como "El bosque tiene oídos, el campo tiene ojos", en el que una lechuza observa desde la hoquedad de un árbol, donde creemos estar ante un grabado de Goya. Muy lírico es el ensayo de Gilbert Lascault sobre Las tentaciones de San Antonio, "Las tentaciones: seducción y terror". "La reflexión filosófica y soñadora concierne a varias nociones: la de la tentación, la de la seducción (unida al Eros), y la del terror (unida a la angustia), y la de la multiplicación de las formas". Me gusta la idea de concebir a San Antonio como un melancólico, tal y como aparece San Juan Bautista en ese cuadro del Lázaro Galdiano de Madrid. Creo que fue Bango quien reconocía no saber cómo interpretar el embudo que figura en la cabeza del monstruito que porta la carta en el cuadro de Lisboa, Lascault lo tiene claro: El embudo simboliza la locura. Fernando Marías es el encargado de escribir sobre El Bosco y las tablas de la meditación. Extraordinario ensayo sobre El jardín de las delicias en el que se estudia su origen, no es un cuadro religioso, tampoco es profano, es, digamos, un cuadro de uso religioso en ambiente profano. El inicio de la visión moderna de los metales se fraguó en un librito alemán "se titulaba Ein Nütlich Bergbuchlein (Un opúsculo práctico sobre yacimientos), y era obra de un médico llamado Ulrich van Kalw o Calbus Fribergius". Ja, ja, no me he resistido a colocar a este personaje por aquí, el doctor Calvus.

2 comentarios:

pirlosky dijo...

Enhorabuena por los últimos posts, muy trabajados. Tengo que reconocer que nunca me ha interesado mucho el bosco, pero este libro que reseña parece muy interesante. Si no hubiera leido su post, otra sería mi opinión.
No me resisto a criticar algunas afirmaciones que realiza a la ligera, como la del significado o no de la pintura 'abstracta' o del carácter abstracto o no de la pintura contemporánea, o como la de que a veces los propios compositores no son los mejores intérpretes de su obra. Pero dejo ahí el apunte, ya que entiendo que discutir esto supera tanto mi capacidad como la de una extensión razonable para un comentario como este.

k dijo...

qué hay pirlosky. Pues sí que es interesante este libro de El Bosco.A mi tampoco me llamaba mucho la atención este pintor, recuerdo su comentario de hace una década que se me quedó grabado "El Bosco es que estaba loco".Ahora sé que era un pintor muy inteligente, o bien que los críticos son los que están realmente locos, jeje.En cuanto a las críticas a mis comentarios no se corte usted y exprese su opinión, por favor.Le advierto que en los dos temas apuntados por usted me he reservado una posición ambigua que me coloca en una posición ventajosa ante cualquier rectificación por su parte,
saludos