domingo, 20 de junio de 2010

El viento ligero en Parma, de Enrique Vila-Matas


Publicado en España por Sexto Piso en 2008 en este volumen se recogen pequeños relatos, ensayos, disertaciones, breves discursos autobiográficos... o nada de esto y todo a la vez. Bueno, en la línea de Vila-Matas. El primero de ellos es Gombrowicz en seis horas y cuarto. En él el autor nos desvela cómo estuvo intentando imitar el estilo de Gombrowicz en sus comienzos literarios sin haber leído ni un solo libro del escritor polaco: "Durante años había estado copiándole imaginariamente y eso me había servido para, sin saberlo, crearme un estilo propio." Esta afición por Gombrowicz nació en el autor a partir de una fotografía del polaco realizada en Argentina y publicada en la revista Quimera. Vila-Matas termina hablando de los Diarios de Gombrowicz, de su gusto por la inmadurez y el surrealismo, recurriendo a citas de Malraux, Walser y por supuesto del propio Gombrowicz, quien al dejar Argentina en 1963 gritaría desde la borda del barco: "¡Maten a Borges!". Mastroianni-sur-mer es uno de los mejores del libro. En ella el autor tiene que dar una conferencia en Barcelona sobre literatura y cine. Escoge la novela de Tabucchi Sostiene Pereira que tendría una versión cinematográfica protagonizada por Marcello Mastroianni, el verdadero artífice de que Vila-Matas se convirtiera en escritor (¿no había sido Gombrowicz?). Todo partió de la visión de la película de Michelangelo Antonioni La notte, en la que el reconocido actor italiano hacía de escritor de cierto éxito y Jeanne Moureau de su esposa. Vila-Matas aspiraba a ser escritor de éxito y a tener una esposa tan guapa como Jeanne Moreau ("Antes tenía ideas. Ahora sólo memoria", cita Vila-Matas al personaje de Mastroianni en la peli). Si Mastroianni después de hacer Sostiene Pereira declaró querer ser Pereira -un anciano profesor que descubre cómo puede seguir sorprendiéndole la vida a esa edad tan avanzada-, Vila-Matas habría declarado querer ser Mastroianni después de ver La notte y reconoce que ser buen escritor es incluso más difícil que tener una esposa tan hermosa como Moreau. Puede que Vila no viera entera la peli, o puede que simplemente olvidara que el matrimonio Mastroianni-Moreau pasaba por una crisis monumental, que Monica Vitti seduce a Mastroianni en la fiesta de unos amigos con un juego de suelo tan ingenuo como patético, que Moreau está a punto de irse con un joven apuesto con quien flirtea en la piscina en una provocativa escena, que Mastroianni a pesar de su logrado éxito no deja de ser un escritor mediocre a juzgar por la sinopsis de su novela -una sinopsis que Vila dice no ser revelada en la peli pero que no es así, ya que en determinado momento, creo que ante el lecho de muerte de su amigo en el hospital, hablan del tema del libro-, es decir, puede que Vila tenga en La notte el punto de ignición de su carrera como escritor, pero también puede que haya olvidado la esencia de la peli de Antonioni y que no haya sido más que el eco de un recuerdo de la peli el que le haya impulsado a su vida literaria . Como siempre la multitud de citas, de personajes de la cultura (Kafka, el propio Tabucchi, amigo de Vila-Matas, mi admirado Magris, Rosellini, Rothko, Válery,...), y las continuas inmersiones de Vila-Matas en la frontera entre la ficción y la realidad construyen un magnífico episodio de narrativa vilamatasiana que concluye con una visita al faro de Cascais en la Boca del Infierno ("Desde el momento mismo en que comencé a preparar esta conferencia supe que hablaría del faro de Cascais", y es que la literatura puede que sólo sea eso, el arte de enlazar sucesos, fotografías, escenas de una película, imágenes de un viaje, recuerdos perdidos en la memoria, para dar lugar a una nueva realidad, una realidad hipertrófica que nada o mucho tiene que ver con nosotros mismos) el lugar más occidental de la penínsuila ibérica -y escenario de una de las escenas de la peli Sostiene Pereira- y donde me enorgullezco haber estado, ¡no sin padecer un tremendo vértigo ante los acantilados!

En El paseo de San Joan en rojo Vila recorre la calle de su infancia, consigue ver un barco flotante sobre el Arco del triunfo barcelonés tras una indicación oportuna de Vicente rojo "actualmente el mejor pintor de México", y me hace pensar en cuando estuve en el Parc de la Ciudatella, esperando que partiera el tren hacia Milán, con el tobillo dolorido y comiendo una pizza congelada ("Yo no sabía que podía verse el mar desde lo alto del territorio de mi infancia", en lo que no deja de ser una auténtica delcaración de lo enigmática y misteriosa que puede resultar la infancia bajo la perspectiva del adulto, quien no termina de reconocer paisajes, caras ni escenas del pasado).

Bolaño en la distancia es una sentido homenaje al autor chileno y un encumbramiento de su novela Detectives salvajes ("Tengo con Bolaño una gran afinidad con todos esos seres errantes que aparecen en su novela: seres que a mi me parecen que vagan en lugares extraños, en unas afueras que no poseen un interior, como astillas a la deriva supervivientes de un todo que nunca ha existido", demonios, es tiempo de la retórica, a veces Vila-Matas sufre el virus de lo crítpico y no se le entiende nada, es parte del juego).

En Viaje al norte de Suiza volemos a encontrarnos con la figura de Robert Walser y con la elaboración de la mejor novela de Vila, Doctor Pasavento. Resulta extraordinario para el lector acceder a los cimientos de la creación literaria. Debemos creer que Vila estuvo en el manicomio de Herisau, donde pasó los últimos veinte años Walser, y debemos creer que incluso le pidió al doctor Kägi, director del hospital, que le dejara ingresar en el mismo durante unos días para así mimetizarse con la figura de Walser sobre el que estaba escribiendo su próximo libro ("El doctor que había escuchado con una sonrisa socarrona la pregunta, respondió con amabilidad, tal vez encantado de haber pasado a formar parte de una trama novelesca: "no, no es posible, dijo".) Vila es un escritor que no rehúye de su propia creación, que la revisita, reflexiona sobre ella, así encontramos en este relato pasajes que encontramos directamente en Doctor Pasavento, es una revisita clandestina de su obra, es lo contrario a la literatura del No que Vila reivindicara en Bartleby y compañía, o al menos que homenajeara. Este relato comienza con la visita inmediata al cabaret Voltaire en Zurich. Cosa que me hizo comprender mi propia estupidez, ya que después de estar una semana en Zurich ni siquiera reparé en la posibilidad de visitar la cuna del Dadaísmo. En otras páginas de El viento... encontraremos a Beckett, Coetzee, Xinjian, Lisboa, Parma y Stendhal, Oscar Wilde y la tarea de escribir ("Me pasé toda la mañana corrigiendo las pruebas de uno de mis poemas y quité una coma. Por la tarde, volví a ponerla") y sobre todo el Pitol de Nocturno de Bujara el cual "...hay que multiplicarlo por cinco. Digo esto porque cuando me acerqué a este cuento por primera vez me resultó una interesante experiencia leerlo de golpe cinco veces seguidas, tantos como número de fragmentos (o detalles) tenía. Leyéndolo así, se me convirtió en un cuento que crecía a medida que se multiplicaban las confusas manchas de sus detalles." Vila-Matas es uno de esos escritores que apetece leer cinco o más veces, porque cada lectura puede suponer una revelación -a pesar de su enfermiza manía por las citas.

3 comentarios:

e. r. dijo...

Hola, Kovalski!
Tanto tiempo que no te recordaba que sigo leyéndote siempre. Creo que los artículos del libro los leí, si no todos, en su mayoría publicados en la web. Me acuerdo que una época bajé como 50 notas y las iba leyendo, como quien come caramelos. Siempre es encantador el tipo, hasta que me empalagué. Fue una exageración de mi parte, creo. Ahora sin embargo salió Dublinesca y estoy otra vez con muchísimas ganas de leerlo; ya tocará prestar el libro de por ahí.
Te mando un abrazo grande.
Saludos

k dijo...

Gracias e.r., es cierto que Vila-Matas es adictivo aunque a veces se empecina en las citas y esto puede resultar cansino. Hoy leí en el periódico que pertenece a la orden del Finnegan junto a mi paisano Antonio Soler y otros escritores como Eduardo Lago y se reúnen en Dublín cada 14 de junio para hacer varias patochadas "joycescas",
saludos

k dijo...

pues ya tengo en mi poder Dublinesca, cortesía de la Biblioteca municipal jeje