sábado, 19 de julio de 2008

La vida interior de Martin Frost, de Paul Auster


Segunda inmersión de Auster en el mundo del cine como director -responsable del guión también, obviamente- después de Lulu on the bridge -y bueno, también estuvo de codirector en Blue in the face. A partir de un personaje de El libro de las ilusiones Paul Auster ha filmado una obra críptica, alegórica, acerca del proceso creativo y la inspiración. En mi opinión es una película fallida que funciona al borde del amaneramiento, o por decirlo de alguna forma, al borde de la cursilería. El comienzo es prometedor -un novelista pasa unos días de descanso en una casa del bosque y sin quererlo se ve comenzando un relato nuevo-, pero a raíz de un suceso -ella cae al suelo en el jardín- la trama se torna onírica, sin sentido y aburrida. Una voz en off intenta secuenciar ideas poéticas, filosóficas, pero a veces dan la impresión de pertenecer a un libro de citas célebres. Me encantó que se rodara en Sintra, un lugar de cuentos de hadas, pero realmente Sintra se ve bien poco, lo podían haber rodado en Casabermeja y no habría cambiado nada. Irene Jacob es la protagonista. Para mi Irene Jacob siempre será la Valentina de Rojo de Kieslowki. Nadie ha aparecido en el cine tan hermosa y frágil como ella en esa peli. Eso es realmente un arma de doble filo ya que no soporto verla en otras películas, de forma que siempre me da la impresión que está actuando como si fuera una parodia de Valentina. La intervención de Sophie Auster -la hija del director, no hay enchufe, por dios, qué mal pensados- con su increíble voz es un poco ridícula y creo que en ocasiones sonrojante -"cántanos algo, Ana". No obstante el personaje del fontanero escritor es fantástico -y sus relatos cortos desternillantes en su particular grotescidad- y el juego de los dardos destornilladores un brillante ejercicio de hilarante surrealismo -David Thewlis está genial en el papel de Frost, hay que reconocerlo. La música de Laurent Petitgand es fantástica, en la línea de un Philip Glass o un Yann Tiersen, aunque después de un uso continuado de la misma en la primera parte luego desaparece -como la inspiración de Frost, y ¿la de Paul Auster? En definitiva, una peli irregular que me deja una sensación de insatisfacción alterna. Esperemos que Auster continúe escribiendo y deje a un lado su faceta cinematográfica -por el bien de todos.

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