jueves, 14 de mayo de 2009

El hospital de la transfiguración, de Stanislaw Lem


Un lugar de Polonia, año 1939, el joven médico Stefan llega a su pueblo natal al funeral de su tío. El helor, la nieve, el cementerio vacío, reflejan una naturaleza descreída, lejana, desconocida para el alma:"Stefan pensó que la preocupación de los hombres por la durabilidad de las tumbas derivaba de una creencia que se remontaba a tiempos inmemoriales, según la cual, los muertos, en el fondo de la tierra, mantenían algún tipo de existencia, tal vez molesta e incluso espantosa, pero al fin y al cabo una existencia". El joven médico termina aceptando un puesto en el hospital para locos de la localidad:"¿Podré alguna vez dejar de imitarme a mi mismo?", se preguntó enojado. "Seamos pragmáticos. Actuar, actuar, y actuar." Recordó algo que solía repetir su padre: "El hombre que no cuenta con ningún objetivo en la vida, tiene que creárselo." La convivencia con los demás médicos y algún paciente como un poeta desquiciado y existencialista perturban aún más la perspectiva vital de Stefan. Todo alrededor parece una caricatura deforme inspirada en los grandes genios de la pintura:"Desde sus marcos de cristal, asomaban varias de esas caras espantosas que dibujó Leonardo da Vinvi. Una de ellas, que representaba a un hombre con una barbilla tan prominente como la punta de un zapato, y con unas cuencas de los ojos semejantes a nidos arrugados, parecía estar mirándole. Tampoco faltaban los cráneos deformes y los monstruos de Goya, con sus orejas como pequeñas alas plegadas de murciélago y sus mandíbulas apretadas." Lem, en esta su primera novela, utiliza un lenguaje cercano a lo poético para distanciar aún más al lector de la realidad y crear un marco casi onírico que da pavor: "En el exterior la noche era húmeda y cálida. El viento traía el fuerte y cosquilleante aroma del trigo germinado. Stefan atajó atravesando la zona de césped, mojándose los zapatos con el rocío de la tarde, y subió por la escalera de hierro hasta la segunda planta del ala quirúrgica. Tras el cristal esmerilado del quirófano se agitaba una figura blanca." Los comportamientos de médicos y pacientes a veces nos conduce a la eterna duda del ser humano, ¿quiénes están más locos, los locos o los cuerdos? Un pequeño detalle puede ofuscar toda una estructura existencial edificada a base de años de esfuerzo y estudios: "Permanecieron un buen rato en silencio. Tras la ventana, un rayo bermejo atravesó las nubes y penetró en la corona de hojas. La habitación absorbió la luz, pero enseguida se apagó. Sin saber por qué, Stefan sentía cómo se le encogía más y más el corazón." Resurge en múltiples ocasiones la lucidez del loco, del poeta inevitablemente condenado entre tanta barbarie nazi, los locos están tan dramáticamente destinados como los judíos: "los manicomios siempre han destilado el espíritu de la época. Todas las deformaciones, las jorobas psíquicas y las excentricidades están tan diluidas en la sociedad que resulta difícil percibirlas, pero aquí concentradas, revelan claramente el rostro de los tiempo que vivimos." Ante las descripciones de los locos y sus locuras nos acordamos de Alguien voló sobre el nido del cuco, de milos Forman, y la más reciente Soy un cyborg, de Park Chan Wook. El sentido de la vida, la ventaja del ignorante, de aquel cuya ocupación no rebasa los límites del conocimiento: "Fíjate en esas caras. Qué contentos están todos de sí mismos, cómo se pierden entre la comida, la cena, la cama y el metro.¡Ni un minuto para la metafísica! ¡No tienen tiempo para la crueldad de las cosas! El Viejo Mundo parece predestinado: una y otra vez nos vemos obligados a elegir entre formas más o menos nobles de sufrimiento." Todo el horror de la invasión nazi enclaustrada en el terrible final, un final al que no escapa ni este manicomio de locos pacientes y médicos desorbitados, ausentes, sometidos a la disyuntiva más elemental de todo científico: la enfermedad o el enfermo. Inquietante y esplendorosa novela de Lem, una obra no encasillada en la ciencia ficción, una obra que nos presenta al Lem médico, al Lem más biográfico, al Lem obsesionado por la locura, la muerte, y el sentido de la vida.

2 comentarios:

pirlosky dijo...

Estimado kovalski, en mi opinión ésta es una gran novela de Lem. Creo que tiene la intención de crear un paralelismo entre el manicomio, reducto de la locura, y el exterior (la invasión, la guerra). La aniquilación del manicomio proviene del manicomio exterior, el mundo de los cuerdos que ha enloquecido. Una época horrible, y que creo dejó una huella profunda en Lem.

k dijo...

hola pirlosky, esta novela es de 1948 y parece que no es realmente su primera obra ya que hay una de 1946 titulada Hombre de Marte. Me gustó mucho cómo adjudica a su padre la figura de inventor, un papel que protagonizaría él mismo en sus memorias, referidas también en este blog.Ahora estoy muy interesado en este autor y creo que releeré La investigación, también he sacado de la biblioteca Solaris y espero dar cuenta de mis impresiones en este blog, saludos