jueves, 7 de mayo de 2009

El lector, de Bernhard Schlink


Novela en la que está basada la peli de Stephen Daldry, cuenta la historia de la relación entre un joven estudiante y una revisora de tren quien terminará siendo juzgada por su pasado nazi. El libro llegó a mis manos de rebote -no soy amigo de los best sellers. Lo saqué de la biblioteca para mi padre y terminé leyéndolo yo también -como me pasara con ¿Quieres ser millonario?, de Vikas Swarup, también excelente. El libro está dividido en tres partes. Siento reventar un poco la trama pero si no es imposible hablar algo del libro. En la primera parte se desarrolla el encuentro y relación sexual que mantienen los dos protagonistas, con la lectura del joven hacia la mujer madura como telón de fondo. Un secreto subyace a lo largo de toda esta primera parte:"Ella paseaba la mirada por las estanterías de libros que colmaban las paredes; era como si estuviese leyendo un texto. Luego se dirigió a una estantería, pasó lentamente el dedo índice de la mano derecha, a la altura del pecho, por los lomos de los libros, pasó a la estantería siguiente, pasó el dedo otra vez, lomo tras lomo, y asi recorrió toda la habitación". Schlink es un excritor profundo, no es un simple narrador de historias, y eso lo convierte en un gran escritor: "Esa tristeza, ¿no será la tristeza pura? ¿Es eso lo que nos sobreviene cuando, al mirar atrás,, los recuerdos hermosos se nos vuelven quebradizos, al ver que aquella felicidad no se alimentaba sólo de la situación del momento, sino de una promesa que no se cumplió?". El texto está plagado de reflexiones, sobre la toma de decisiones, sobre la elección del destino propio, sobre el amor (no tanto sobre el amor, enigma siempre indescriptible e injustificado, como sobre las sensaciones, los olores, las discusiones del amor), el conformismo, la distancia entre las personas cercanas... En la segunda parte Michael asiste, como ejercicio para clase, al juicio de unas guardianas de un campo de concentración en tiempos de guerra. La culpa colectiva, la convivencia con los culpables, es el gran debate interno del libro:"La generación que había cometido los crímenes del nazismo, o los había contemplado, o había hecho oídos sordos ante ellos, o que, después de 1945, había tolerado e incluso aceptado en su seno a los criminales, no tenía ningún derecho a leerles la cartilla a sus hijos". Schlink va incluso más allá "La cuestión era: para condenar a los guardas y esbirros de los campos de exterminio, ¿bastaba con aplicar un artículo que estuviera recogido en el código penal en el momento de los crímenes, o bien había que tener en cuenta el modo en que se entendía y aplicaba el artículo en el momento del juicio? ¿Qué pasaba si en aquella época esas personas no se consideraban afectadas por el artículo en cuestión? ¿Qué era la justicia? ¿Lo que decían los libros o lo que se imponía y aplicaba en la vida real?". En la tercera parte los protagonistas se reencuentran pero ya es tarde, los recuerdos son sólo recuerdos -y a veces tenemos que renegar de ellos con tal de seguir adelante-, el paso del tiempo es implacable, las circunstancias demoledoras, el trágico final es inevitable.

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