Escrito en 1959, este librito de Thomas Bernhard es, creo, la primera novela que publicó el genio austríaco-holandés. Es la que me faltaba de sus 19 novelas. Aunque realmente no sé si denominarla novela. Es el libro más extraño de Bernhard. En cuanto a apariencia. La ordenación del texto obedece más a una estética poética que a una narrativa convencional, y el contenido de sus fraseos también. No existen los puntos y seguidos y en muchas ocasiones hila varias frases con sucesión de los dos puntos, con lo que consigue que cada frase sea la antesala de la siguiente. Con dificultad se puede concretar una especie de trama. Un hostal, un funcionario de los juzgados -o es un articulista especialista en asuntos judiciales-, una señorita -judía-, un catedrático -arruinado-, un bosque, una ciudad -odiosa-, un constante ataque al sistema y al ser humano..., vamos, que es Bernhard en toda su esencia, salvo que al ser un obra temprana aún no ha desarrollado su peculiar estilo tipo "apisonadora-narrativa". Está claro que la belleza subyace en cada anhelo humano: "El mundo se compone cada vez más de fealdades, pero eso no me asusta: la indiferencia y la fealdad juntos producen un estado en el que todo significa lo mismo". La desocupación puede volver loco a las personas: "ella me dice, ¿y cómo pasa las tardes? cuente usted, profesor, ¿qué hace esas tardes tan largas de Viena? ¿no son tardes francamente desoladas". Lo cotidiano y lo trascendental se dan la mano grotescamente: "Se me ha acabado el dinero, revulevo la leche en polvo en mi cuenco, escondido en el cuarto de baño, revuelvo y voy atravesando mis pensamientos de suicidio como un jardín exótico". El protagonista quiere pensar un poco en la existencia: "¿qué espera toda esa gente de mi, que me he decidido a trabajar, reflexionar para trabajar, y trabajar para reflexionar, qué quiere toda esa gente borrosa ante mis ojos?". Bernhard no tiene muchos amigos, eso es algo evidente: "las amistades, los conocidos te cansan, te molestan, te apartas de todos: transferir a su lamentable contradicción lo que temen: aburrimiento, desesperación ante su vida caduca"; o también: "como todo en ellos, exterior e interiormente, es como es debido, y seguirá siendo eternamente como es debido, me resulta imposible seguir teniendo aunque sea la relación más raída con ellos: para mi están tan muertos como yo estoy muerto para ellos". Pero Bernhard también puede estar enamorado, sí, qué pasa: "la locura de esa cantante que me ha atraído hacia ella, a la que me he rendido, a la que me he entregado en cuerpo y alma, rendido, entregado a todas sus fantasías de fama e inmortalidad, a su estupidez en la oscuridad de su alcoba". El profesor también quiere escribir una novela, aunque es demasiado exigente: "he pensado en mi libro, un libro requiere todos los pensamientos que se ha tenido nunca". Tiene dudas en esta empresa: "es un crimen empezar algo siquiera, todo es mentira, toda coma es mentira, todo es solo una horrible charlatenería, una insignificancia, una bajeza, una humillación para mi, pero me aferro a esos pocos pensamientos, y lo que importa es cada letra, lo que importa es cada letra y el reconocmiento de la estupidez". ¿Es la claridad una utopía?: "aclarar todas esas cosas poco claras, aclararlo todo, tomar el camino más corto hacia la claridad, no apartarse ya de ese camino más corto hacia la claridad". Párrafos de mucha actualidad: "todos los escritos y todas las conversaciones de la gente están llenos de su concepción del mundo: imagen mundial, federación mundial, histeria mundial, crisis mundial, bancarrota mundial, pacto mundial, salud mundial, todo eso es insoportable". Bernhard es, a pesar de todo, un tipo con suerte: "suerte, eso es todo: en medio de todos mis sufrimientos y horrores he tenido siempre suerte: la suerte de los imbéciles". Pensamientos esperanzadores, marca de la casa: "es el abismo lo que nos mantien vivos a todos, nada más que el abismo". Uf, qué alivio, menos mal que está el abismo, que si no... No está exento el libro de escenas poéticas: "utilizaré todos los medios: conseguiré hacerme impopular, sopla un viento frío, pasan trenes por el puente, el río es negro, los árboles son negros, mi cerebro es negro". Bonito color el negro. Otra muestra: "mirar al río, durante semanas el único placer, el único cambio, la única posibilidad de no hundirse". Como no te tires a él de cabeza, ¿a qué esperas, por dios?. Nadie está a salvo del caos y la desesperación, observemos al catedrático: "el catedrático dice, el mundo es aburrido, el mundo es aburrido entre dos y es aburrido solo". Este tío es la juerga padre, no me extraña que terminaran desahuciando al catedrático. Existen dos tipos de personas: "desde hace mucho tiempo lo mismo: las cabezas ardientes están contra los calculadores fríos, los calculadores fríos están contras las cabezas ardientes". Que no se crean sus paisanos que se les ha olvidado a Bernhard en esta novela: "desolación, tormento: expresión de muerte, esribiré un artículo: ¡sobre mi país! ¡sobre mis paisanos!". En pocas palabras: soledad, aislamiento, muerte, engendro cotidiano, ¿amor?, odio, rutina: la vida.
3 comentarios:
kovalski, este tipo no defrauda!
ya te digo, estoy pensando reseñar toda la obra de Bernhard
De lo mejor que he leído ultimamente, un libro genial. Es cierto que no se sabe si es poesía o prosa, que importa, es Bernhard.
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