Después de ganar el oscar a la mejor peli extranjera con Las invasiones bárbaras, el cineasta canadiense Denys Arcand rodó esta crítica desgarradora al sistema en 2007. Jean Marc (genial Marc Labreche) es un funcionario que ve cómo cada día se suceden las más increíbles injusticias sociales -un accidentado pierde las dos piernas al chocar con una farola que además tiene que pagar; un profesor de secundaria es amenazado de muerte por un alumno el cual es apresado cuando portaba una escopeta a la salida de la escuela, y ahora en libertad y de nuevo en su clase; un divorciado paga una pensión descomunal a su ex y apenas le queda para sobrevivir;...- y cómo el departamento donde trabaja -a las órdenes de una jefa sin escrúpulos- no hace nada para corregir los desvaríos del sistema. ¿Qué clase de hipocresía predomina en la comunidad? Además Jean Marc lleva una vida familiar frustrante: su mujer es agente inmobiliaria y está todo el día -y parte de la noche- trabajando y hablando por el móvil; sus dos hijas adolescentes no le hacen ni puñetero caso; para colmo su madre está demente en una residencia y cada vez va a peor -atada a la cama. ¿Cómo intenta superar Jean Marc esta vida amargante -otro punto de la peli es el noticiario del caos medioambiental que amenaza a la humanidad y al planeta? Pues a base de fantasías oníricas: su amor es la actriz de cine Veronica -interpretada por la bellísima Diane Kruger-; es un César que tortura a su jefa sexy; es un samurai que le corta la cabeza al jefe de arriba; se lía con una periodista que lo entrevista en cada una de sus triunfos soñados -novelista de prestigio; gran actor de teatro; político ganador...-; etc. En el último tramo de la peli la realidad y la ficción parecen confundirse. Asiste a un torneo medieval para conseguir el amor de la condesa de Saboya venciendo en un torneo de caballeros; embiste al típico listillo que te pita en la carretera para que te eches a un lado; su mujer le abandona por el jefe de la empresa; su madre fallece. Todo esto tenía que explotar por algún lado. No contaré el final (ya he reventado bastante la peli, por dios), pero es necesario decir que recuerda a Lundi Matin de Otar Iosseliani o a Un descanso verdadero de Amos Oz, si bien con diferente matiz. Resumiendo, una divertida e inteligente película que te hace reflexionar y te dispensa un rato de buen cine, además, ¡Diane Kruger sale guapísima!
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