Une rencontre.
Traducido del original francés por Beatriz de Moura.
Es ésta una brillante recopilación de pequeños ensayos o artículos de Kundera sobre pintura, música y literatura. La conveniencia de editarlos todos bajo un solo volumen supongo que obedece más a cuestiones mercantiles que a estéticas o de intención literaria. Por otro lado, es una buena noticia para los amantes de las artes poder disponer de este libro que contiene algunas disquisiciones lúcidas del escritor checo. Comienza el libro con un texto sobre la pintura de Francis Bacon. En él se nos habla de la relación entre Bacon y Beckett, en cómo Bacon se veía más próximo a Shakespeare que al irlandés. Kundera maneja los términos azar, juego, escándalo fisológico. Es interesante conocer la opinión de un autor inteligente, aunque no crítico ni historiador del arte, acerca de un pintor tan particular -y excepcional- como Bacon, sin embargo algo cojea. Kundera pretende analizar, justificar, "explicar" la pintura de Bacon, así, con respecto a la Crucifixion "No, no hay sacrilegio; más bien una mirada lúcida, triste, pensativa y que intenta penetrar hasta lo esencial". Es decir, nos encontramos ante otra versión crítica de la obra de un pintor, y es que las hay casi tantas como críticos. Más interesante es su reflexión en La cómica ausencia de lo cómico, donde interpreta esa risa alocada, dostoyeskiana, que aparece en El idiota. Decidido: prefiero al Kundera que habla de literatura frente al músico o al crítico de arte. En El sueño de la herencia integral en Beethoven se analiza la sonata para piano Opus 110 de Beethoven. Kundera invoca al espíritu polifónico para explicar la fuga del tercer movimiento, "Así pues, en su estrecho margen de diez minutos, ese tercer movimiento destaca por una extraordinaria heterogeneidad de emociones y formas; no obstante, al oyente le resulta tan natural y simple esa complejidad que ni se da cuenta. (Que sirva de ejemplo: las innovaciones formales de los grandes maestros siempre conservan cierta discreción; ésta es la verdadera perfección; sólo los maestrillos insisten en que se note la novedad)". Este párrafo podría ser objeto de múltiples cuestiones que Kundera da por sentadas. ¿El genio sólo se advierte en la innovación? ¿Por qué la discreción en la innovación debe ser una virtud? ¿No tendrá que ver con el momento histórico en concreto? ¿No es el verdadero genio el que asume los cambios sin importarle las consecuencias? ¿Acaso Schönberg disimuló su dodecafonismo? -por cierto, éste está presente en otro artículo, Olvido de Schönberg-, etc... Más interesante resulta el análisis de la música de Janacek y su repercusión histórica en La más nostálgica de las óperas, refiriéndose a La zorra astuta: el "peligro consustancial al arte de la ópera radica en que su música puede fácilmente convertirse en una ilustración", según Kundera, "la renuncia de Janacek a una fabulación, a una acción dramática, aparece como la estrategia suprema de un gran músico que quiere invertir la relación de fuerzas en el interior de la ópera y situar la música radicalmente en primer plano". Es la música la que habla, el texto es absurdo, no tiene tensión dramática, un texto creado por el propio Janacek, por otro lado. Extraordinario es el artículo dedicado a Anatole France y las listas negras. También es muy interesante el dedicado al encuentro en la Martinica de Breton y Aimé Césaire: "En las últimas palabras del libro, el autor publica el discurso de Solibo durante el que cayó muerto. Este discurso imaginario, auténticamente poético, es una iniciación a la estética de la oralidad: lo que cuenta Solibo no es una historia, son palabras, fantasías, retruécanos, chirigotas, es pura improvisación, es palabra automática." Esto me hace pensar en Marinetti y los futuristas. No obstante la joya del libro viene al final y se titula La piel: una archinovela. En ella Kundera se ocupa de las dos novelas de Curzio Malaparte, Kaputt (1944) y La piel (1949). Para mi estos dos libros han sido una revelación y tengo ganas de hacerme con ellos. No conocía que existiera una crónica tan de primera mano de lo sucedido durante la segunda guerra mundial ("A la vista del carácter único de sus testimonios, puede sorprender que ningún historiador de la última guerra mundial jamás se haya referido a las experiencias de Malaparte y hayan citado las conversaciones de los políticos, que él deja que se expresen extensamente en su libro"). Kundera estudia la estructura -y el contenido-de ambas novelas, a él siempre le ha gustado imponer ritmo al texto a base de capítulos, secciones y partes. Para mi esto no es más que un ardid artístico de poco valor. Dostoyeski por ejemplo no necesitaba de tales argumentos para construir un fresco impresionante de la moral y la mente humanas. Pero Kundera es así, mide la duración de los capítulos, en sus novelas y en las que disecciona, ¡hasta sus análisis están divididos en cápítulos! Las reflexiones sobre el concepto de archinovela, sobre una nueva entidad novelesca me sorprenden sobremanera tanto en cuanto nunca he considerado a Kundera un novelista especialmente experimental, más bien arcaico, con una gran capacidad narrativa y con una experiencia personal muy literaria -valga el apunte- pero que no pasará a la historia como el gran revolucionario de la técnica prosaica. Es por eso que casi me gustan más sus ensayos -sean acertados o no los mueve siempre la pasión- que sus novelas -pienso que de más valor humano que literario. ¿Y es que puede uno olvidarse al leer Un encuentro que quien comenta estos libros es también un escritor?
2 comentarios:
Sugiero retomar este excelente blog. Saludos cordiales desde el mío, Cuadernos de la ira.
Atte.
Jorge Muzam
Gracias, sigo escribiendo en el blog aunque con menor frecuencia que antaño, gracias por la sugerencia. En cuanto pueda echo un vistazo a esos Cuadernos de la ira, un saludo.
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